Una noticia inesperada │ Privado

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Su respiración se volvía más y más entrecortada con cada paso que daba, era horriblemente incómodo ir caminando bajo el sol inglés con un dolor de cabeza tan intenso. Entrecerró los ojo mirando con dificultad antes de detenerse de pronto, creando una especie de pilar romano para recargarse en él un instante. Los pasillos estaban prácticamente vacíos pues era horario de clases, inclusive ella debería haber estado en la clase de Mana Ambiental, cuando comenzó a sentirse realmente mal. El profesor Montau lo notó al instante y le permitió ir a la enfermería con Clementine.

Pero el recorrido del bosque a la enfermería era demasiado intenso. Se encontraba ya cerca del edificio de su fraternidad cuando las fuerzas le faltaron. El pilar hecho de mana comenzó a desvanecerse y ella prácticamente pasaba por lo mismo. Cayó de rodillas con las manos extendidas para no terminar con la boca en el suelo y sujetarse firmemente. ¿Qué rayos estaba pasando con ella? Cerró los ojos y sintió unas fuertes nauseas. El dolor de cabeza provocaba que escuchara sus latidos en ella, palpitando intensamente y haciéndola marearse aun más. Tal vez hubiera sido buena idea pedir que alguien la acompañara o que algún compañero de mana azul la teletransportara, pero no habría creído que estaba tan mal.

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No hacía falta ser un genio para saber que Sutherland se encontraba en un aprieto, tras ver su “apresurada” salida del aula se preocupó, no eran muy cercanos pero el demonio tenía esa atención especial para con las mujeres, así que muy a su pesar siendo la clase del Profesor Montau una de sus preferidas, como todo buen caballero pidió permiso para ir al baño y se fue al “rescate” de la peliplata, para muchos estudiantes, especialmente para las del sexo femenino, el francés era solamente un coyote acechando a su presa, así que era de imaginarse que iría tras una tan débil y necesitada en estos momentos, pero se equivocaban, el objeto de sus deseos hacía tiempo que había dejado de postrarse sobre la Inglesa y hasta alguien como él tenia un corazón, pues a diferencia de otros demonios de lujuria que el 90% de su tiempo lo gastaban pensando en sexo y el otro 10% tratando de recordar con quien lo tuvieron Luke se tomaba su tiempo para mirar lo que pasaba a su alrededor.

Cuando la vio tendida en el piso de rodillas, el joven se llevó una mano a la frente para acomodarse el cabello y tranquilamente se acercó anunciando su llegada con el sonido de sus pasos al golpear el piso con la suela de sus zapatos y estando a su lado se inclinó dejando una rodilla apoyada contra el suelo y todos sus mechones rubios colgando delante de su rostro entre ellos se asomó una sonrisa y con voz suave le susurró.

-¿A donde la llevamos?- Dicho esto el francés largó un suspiro y colocó el dorso de la mano tras la rodilla de la jovencita deslizándola sutilmente unos 15 centímetros hasta su pantorrilla en donde giró la muñeca y la sujetó con firmeza mientras que su otro brazo se postraba en su abdomen asegurándose de tocar solo lo debido y con un leve impulso la levantó con intenciones de cargarla, tras esto dejo la izquierda apoyada en la espalda de Rhia y empezó a caminar en dirección a la enfermería con la mujer descansando sobre sus brazos.

-Antes de que lo menciones, no, no pesas, eres ligera como una pluma- Le dijo bromeando un poco con ella aunque bien podría hacerlo realidad si asi lo quisiera, pero en este caso podria ser hasta grosero de su parte.

-Estas hecha un desastre pero ni así has perdido tu encanto, Sutherland-

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Para cuando el rubio se hizo presente la joven hechicera se encontraba realmente débil, el dolor de cabeza iba en aumento de una forma que la desconcertaba y su rostro dejaba mucho que desear respecto a los días normales. Estaba pálida y sus labios normalmente rosados caercían ahora de color. Al sentir la piel del más alto en contacto con la suya apretó los párpados y se mordió el interior de la mejilla con algo de inquietud. El movimiento, aunque sutíl, le mareó un poco, por lo que en cuanto él la tuvo entre sus brazos, la joven enredó los propios en el cuello de él, buscando protegerse. Se sentía extraño aquello, pero tampoco era desagradable.

-Siempre siendo un caballero...- Murmuró intentando sonar sarcástica, como pocas veces lo era. Sin embargo era un caso especial él, pues tenía más de cinco años de conocerlo y pensaba conocerlo bien. -Clementine...- Murmuró aferrándose con los dedos de la mano derecha a la tela del uniforme que cubría la espalda de él, cerrando fuertemente los ojos en un intento de concentrarse. Su corazón latía con fuerza y estaba segura que pronto iba a desmayarse, pero se negaba a ello con todas sus fuerzas. Protegió el hechizo de color de su cabello y ojos con la poca mana que le restaba para, en caso de desmayarse, no perderlos.

-¿Por qué me seguiste?- Preguntó con voz tenue, apenas moviendo los labios mientras hablaba y manteniendo los ojos cerrados para no marearse más con el movimiento. Realmente sus intenciones eran las de mantenerse despierta todo lo posible, al menos hasta poder ver a Clementine. Tenía días sospechando que estaba enferma, pero la aterradora idea de confirmarlo la obligaba a no presentarse con su superior en la enfermería. Escondió el rostro en el cuello del demonio buscando controlar su respiración, sentía dolor muscular y si no fuese imposible, hubiese estado segura de que el palpitar de su corazón que escuchaba ella en su cabeza, era audible para él.

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Luke se desconcertó un poco, Rhiannon siempre le había parecido una mujer fuerte y pocas veces se dejaba ver en estados tan precarios como el de hoy, cuando ella se abrazó de su cuello supo que algo andaba mal y apresuró el paso hacia la enfermería. Le dedicó una mirada solamente de reojo y la fijó en su rostro tratando de captar alguna señal sobre el estado de la peliplata.

-Me preocupaba que algo te pasara en el camino y parece que estuve en lo correcto...- Contestó el demonio secamente, no quería hacerla sentir mal o demostrarle que en verdad la había visto muy mal, lo único que Luke quería es que Rhia supiera que a pesar de lo poco que se hablaran, tenia un interés por ella y otros estudiantes, mas allá de la cama...

-Cómo te sientes?- Interrogó el Ex-jugador de Mugby, principalmente para que la platica la mantuviera despierta y en segunda, por si llegaba a caer inconsciente, podría explicarle a la doctora que le estaba pasando.

En pocos minutos, llegaron al área de enfermería y Luke se siguió de largo con la chica descansando sobre sus brazos.
-Estamos llegando.-

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No le molestaron las palabras del demonio, realmente ella misma era consciente de lo mal que se encontraba. No eran sus planes dejarse caer tan feo, sin embargo con todo su corazón huia de el posible regaño que le darían Clementine y tal vez el Director. No se encontraba bien desde hacía tiempo, desde que empezó a trabajar en Liverpool su salud decaía cada mes más, en especial cuando hubo entrado a quinto y para olvidar la pérdida de Dalerick decidió echarse deberes encima, más de los soportables para poder olvidar todo. De pronto su vida se vio deprimente y ella pensó que si se concentraba en otra cosa sobrellevaría mejor aquello. Pero fue cuando todo empeoró. Ahora, en las vacaciones pasadas comenzaron lso mareos y dos veces se desamyó en su ciudad natal.

Por eso se autodiagnosticó anemia, pero no quería decírselo a la doctora para no recibir el regaño merecido. Su alimentación era deplorable en vacaciones, más aun que la descuidada que llevaba en Furukawa. -Estoy bien...¿puedes llevarme a la planta tres?- Pidió sin querer mirar al rubio, escondiendo aun el rostro. En esa planta se realizaban los análisis sanguíneos y de otros tipos. Ella era consciente de que estaba siendo obvia, pero no le gustaba pensar que si la dejaba en la primer planta se desmayaría antes de la revisión pertinente. -Y no decirle a nadie sobre esto.- No quería que nadie se enterara, nadie de su curso, ni mucho menos Noah o Hazel. Adele sabía que se había estado sintiendo mal, y seguramente serían ella y Luke los únicos alumnos en saberlo, aunque la ángel seguramente le pondría la regañada de su vida.

Tampoco podía decirles que no comía bien para no gastar mucho dinero y ahorrar todo lo posible para la liberación de su madre, porque no quería meter a nadie en eso. Si decía que trabajaba de más sería verdad y también lógico, por lo que seguramente, como ella temía, le quitarían responsabilidades en el instituto. No quería dejar de ser coordinadora de Sal, ni mucho menos dejar el voluntariado en Little Monsters, pero tampoco podía exigirse más de lo que había dado.

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Luke solamente soltó un suspiro exasperado, no es que quisiera meterse mucho en los asuntos de los demás pero la pregunta no había sido con esa intención y la respuesta que recibió tampoco le había gustado, era por seguridad de la peliplata.

“Sutherland, no estas bien y mientras no aceptes tu condición, no vas a estarlo...” Pensó el demonio mirándola sin decir una sola palabra al respecto, aun así, le dedicó una sonrisa, si habría de enterarse de lo que le pasara seria en la enfermería.

-Te doy mi palabra- Contestó el francés. Para Bathurst, la inglesa siempre había sido una mujer muy bella y sensual; y en algún momento, también fue digna de su admiración, alguien a quien por supuesto quiso llevar a su cama pero había desechado esa idea cuando fue mas que obvio que la mujer tenia sentimientos muy profundos por alguien más y con el tiempo, aunque le doliera, le empezó a parecer algo aburrida, siempre sintió que desperdiciaba su vida echándose tanta carga sobre los hombros, pero él no era nadie para decírselo, ni siquiera su amigo -Agárrate fuerte...- Le ordenó a la chica y luego de que sus zapatos se cubrieron de mana amarillo escaló el muro de la enfermería para llegar directo al tercer piso, lo hizo muy despacio, de tal forma que sus movimientos fueran casi imperceptibles, no quería comprometer mas el estado de la inglesa, al llegar a una de las ventanas, se escuchó un “Click” y sin tocarlas estas mismas se abrieron como si ya se hubiesen percatado del problema.

Lentamente, el demonio entró con la chica en brazos y rápidamente la recostó sobre una de las camillas vacías para sorpresa de los presentes y de la misma Clementine.
-Doctora...- Anunció Luke para llamar su atención y rápidamente dio un par de pasos hacia atrás para darle espacio y que la revisara.

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Apreció de una forma infinita el gesto que estaba teniendo el rubio para con ella y asintió como pudo, arrepintiéndose luego, pero aferrandose a él como indicaba. Apretó los párpados y cuando se dio cuenta ya se encontraban en el tercer piso. Sonrió aliviada y al sentirse finalmente recostada fue como si la hubiera colocado en una nube. Permaneció con los ojos cerrados un momento, pero sabía que tenía que decirle a la doctora por qué estaba ahí. Abrió los ojos y un mareo horrible la atacó. También tenía mucho sueño acumulado. Suspiró.

-Hola, Clementine...- Saludó confianzudamente con una sonrisa culpable. Llevaba llendo a ese sitio desde pequeña, buscando en sus primeros años aprender todo lo que esa mujer pudiera enseñarle, y en los últimos ayudarle todo lo posible. La doctora del Instituto era para ella una poderosa imagen a seguir, al menos en lo que respectaba a su forma de ejercer. -Creo que necesito un par de chequeos...- Comentó sin querer contarle su diagnóstico en voz alta. Cerró los ojos para que la luz no la lastimara, pues el dolor de cabeza no había menguado en absoluto.

Su cuerpo sobre la cama se sentía muy pesado. Quería darse un baño y dormirse para siempre, pero la taladraban todos los deberes que tenía pendiente. Quiso tomarle la mano a Luke para estrecharla en agradecimiento, pero apenas pudo abrir un ojo para mirarlo. -Muchas gracias...- Susurró suavecito. No estaba segura de si él decidiría irse o esperar a que la dejaran estable, pero tampoco iba a correrlo. Después de todo si se enteraba de su padecimiento o no, ya sabía más de lo que ella hubiera deseado, así que realmente no afectaba que se quedara. Por alguna extraña razón esperaba que lo hiciera. ¿Hacía cuanto tiempo nadie se quedaba a su lado hasta que se quedaba dormida? Sí, hacía más de siete años.

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Clementine, como era costumbre, estaba pasando unos reportes que Nick se encargaría de digitalizar al día siguiente. Se seguía agradeciendo por haberle permitido la entrada a su consultorio. Decidió que era un buen momento para trabajar ya que rara vez llegaban algunos niños con sintomas hasta su consultorio interno.

Cuando escuchó la voz del joven de sexto ella volteó extrañada. Le sorprendía que hubieran entrado sin provocar a los voluntarios en guardia, pero no le sorprendía por ser alumnos de sexto. Rhia parecía ser la del problema.

Clementine se levanto mientras se ponia sus lentes. Unos hermosos lentes rojos que al contacto con su mana comenzaban a emitir un leve destello celeste.
- Hola, pequeña doctora - le dice a Rhia mientras voltea a ver a Luke - Jovencito, puedes retirarte, a menos que tu tambien te sientas mal?

No le hubiera gustado hablar de lo que tenía con Rhia enfrente de Luke, no era que sintiera malas intenciones en él, pero una mujer necesitaba privacidad, sobretodo alguien con tantas labores como Sutherland. Comenzó a realizar diferentes chequeos y preguntas que ella contestó como imaginaba. Movió sus manos llenas de mana por algunas partes de su cuerpo con lentitud, aquello estaba peor de lo que imaginaba.
- Rhia, necesito decirte algo, que debí decirte hace mucho tiempo pero que por indecisiones y mi torpeza no hemos podido tratar de tí.

Su rostro era serio, no dejaría que la sutileza y la pasividad de Rhia le sirviera esta vez para evitar aquellas palabras. Luke aun no habia dejado el consultorio pero tal vez ella no le molestaría...

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Luke no era muy cercano a la peliplata a pesar de ser un estudiante bastante notorio y sociable, solía mantenerse un poco alejado del ambiente escolar, era una manera, a su ver, de cuidar su reputación pero no por eso había perdido la empatia hacia sus compañeros y en este momento, genuinamente le preocupaba el estado de la coordinadora, le asintió con la cabeza indicándole que todo estaba bien y que no necesitaba agradecerle nada en absoluto, ligeramente le sonrió y luego dejó que la doctora hiciera lo suyo, la dejó en sus manos y se hizo a un lado cediéndole un poco mas de espacio y esperó ahí, mientras Rhiannon recibía la atención medica, sin embargo cuando la maestra se dirigió de aquella forma hacia su persona entendió perfectamente la indirecta, habia cosas que necesitaban tratarse a solas y respetaba eso.

-No, yo estoy muy bien...- Contestó el francés tranquilamente y esbozó una sonrisa a Phelletier. - Pero creo que si no le molesta doctora, prefiero esperar de aquel lado a Sutherland para escoltarla de regreso a su habitación o según sean sus indicaciones, le pido que me avise cuando haya terminado. Por favor.- Agregó el demonio y empezó a caminar hacia el extremo opuesto del salón cerca de donde estaban los escritorios y el resto del mobiliario, tomó una de las sillas que se encontraban ahí y esperó pacientemente, había alcanzado a escuchar un par de palabras por parte de la doctora que lo obligaban a pensar que se trataba de algo grave pero prefirió no indagar mucho, no eran sus asuntos y si Sutherland quería o no contárselo, podría hacerlo cuando ella así lo quisiera..

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Era un alivio inmenso escuchar la voz de Clementine, en especial si le hablaba con aquel mote que tanto amó ella desde el primer momento que lo pronunció la mujer adulta. Habían pasado juntas tantas cosas desde aquel momento. Ahora Rhia ya no era un niña curiosa, pronto sería una mujer llena de responsabilidades y obligaciones, y tenía un futuro incierto por delante. -Está bien si se queda...- Habló entonces refiriéndose a Luke, aunque sentía que la jaqueca aumentaba considerablemente. Ni siquiera tenía energía para usar mana en calmar el dolor de su cabeza. Aun así quería que él se quedara, o no le importaba que lo hiciera, no estaba segura. Mantuvo los ojos cerrados durante el chequeo. Normalmente hubiese estado atenta a todo, pero ahora sólo quería que terminaran. Respondió a todas las preguntas, confirmando sus propias sospechas poco a poco.

-Lo sé...- Respondió antes de finalmente abrir los ojos, tornándose éstos color miel y rubio su cabello. Posiblemente a pesar de que Luke estaba lejos podía haber notado tal cambio. Se sentía más darkha que nunca. -También lo sospechaba...¿qué es?- Preguntó sólo para confirmar su diagnóstico, aunque estaba cada vez más segura. Era común, algo que daba a muchos seres mágicos, pero en ella estaba demasiado avanzado por el tiempo sin tratarlo.

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- Posees un rado considerable de anemia - dice Clementine observandola tranquilamente a los ojos - Por lo que estos desmayos y demás son generados por la falta de hierro en tu sangre.

Observó a Luke, en verdad no le gustaba mucho que estuviera ahi, no podía hablar a gusto y no queria incomodar a la chica.
- Uhm.. has tenido algún problema con tu periodo? - pregunta la doctora observando detenidamente su rostro. Tenía algo de ojeras y su piel se veia afectada por la falta de nutrientes en su cuerpo - Hace cuanto te hiciste tus últimos exámenes de sangre?

Materializó una pequeña tabla mientras anotaba algunas cosas poniendo suma atención a sus comentarios.
- ¿Hace cuanto comenzaste a tener estos desallecimientos?

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Anemia, pero no era anemia normal. Observó a la doctora desde su sitio, sintiendo molestias cada vez mayores, quería dormir. -Los últimos meses he tenido flujo inusualmente abundante…- Respondió a su pregunta sin pena de que Luke escuchara, pues lo sabía lejos y su voz apenas salía audible para la mujer. No quiso decir que cuando hablaba de los últimos meses se refería a los pasados diez. Torció los labios. -Me hice un examen hace unos días para revisar mi sangre, sé lo que tengo, Clementine…- Comentó intentando no sonar mal, pero la verdad es que estaba siendo sincera.

Se llevó un brazo al rostro para cubrirse los ojos, su voz sonaba cada vez más cansada. -En el inicio de las vacaciones de verano noté que mis fuerzas menguaban con más rapidez de lo normal…- Respondió con calma, aunque quizá era mucho antes que sabía que algo andaba mal, pero le daba miedo reconocerlo. -Es mi culpa todo esto.- Apretó los labios, Clementine no la desmentiría porque todo mundo podía ver eso a leguas de distancia. Sabía que inclusive el profesor Fado era conocedor de que algo andaba mal con ella.

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- Vaya, pero me sorprende mucho que sabiendo esto no hagas nada por cuidarte!- responde con un tono mas firme. Lo último que quería era saber que uno de sus alumnos mas cercanos ahora resultaba tener la peor condición - Resulta muy dificil para mi creer que te dejes vencer por algo tan sencillo como una anemia, pequeña doctora, necesitas mejorar tu alimentación y alejarte un poco de las presiones emocionales.

- No sé muy bien en que andes, pero creo que es cuestión de autocontrol y que logres reacomodar tu vida. En todo caso la anemia puede ser solo una parte de algo que te esté afectando. Creo que te voy a pedir que vayas a Canterbury esta semana para que te realices unos estudios ahi. Furukawa no me ha dado la oportunidad de construir un laboratorio, sino ya sabes que yo encantada... Por el momento tienes prohibido sobre-estresarte, por lo que enviaré un comunicado a tus superiores para que no te carguen mucho con obligaciones. Tu eres como una esponja de tareas, es la única manera que puedo tenerte controlada.

La doctora comienza a escribir en unas hojas que ella misma había materializado. Estaban escritas con su dedo, que al parecer, podía escribir con la misma magia.
- Y por favor, intenta vivir un poco, creo que todo esto es principalmente emocional.. normalmente a los magos no les da anemia. Tu más que nadie sabe que una mujer hechicera pierde un poco de su poder cuando esta en periodo, pero no como para verse afectada de esa manera... Así que haznos un favor a las dos y relajate.. ¿Si? Sexto es un año pesado pero no es para tanto, delega algo de tus labores a los huevones como este tipo, que solo por estar bonito cree que ya la tiene regalada...