Los Pasillos en Silencio

Keitaro caminaba tranquilamente por la fraternidad de Srad. Kodran le había cedido el paso ya que tenía un asunto pendiente.

Un asunto que tardó mucho en resolver.

Caminó hasta el cuarto piso y se acercó al cuarto 410 el cual estaba lleno de candados y cadenas. Sonrió al ver que al menos habían hecho un buen trabajo en enseñarle magia gris y que lo tendría en cuenta para sus próximos examenes.

Tocó la perilla y su mano comenzó a soltar humo, pero fué solo un momento para que las cadenas cedieran al igual que los sellos. Un viejo truco del Director para jugar su propio juego.
- ¿Hay alguien? - dice el maestro asomandose dentro del cuarto.

El australiano había seguido con sus ejercicios por su cuenta, sin detener su entrenamiento, y mucho menos ahora que tenía un objetivo. La barra metálica que había creado atravesando el techo del cuarto lo sostenía, agarrado de ella con las rodillas y haciendo abdominales colgado de cabeza, y vestido sólo con un pantalon deportivo. Justo de esa forma fue que el Director lo encontró al entrar a la habitación.

Al escuchar su voz, Hazel abrió los ojos grandes. Estaba sorprendido de verlo ahí, después de todo, debía estar ocupado intentando arreglar todo el desorden que lo que había hecho de seguro habría provocado en el mundo exterior.

-Sensei...- dice no pudiendo ocultar su sorpresa, y bajando lo más rápido que pudo de la barra, incorporándose rápidamente y buscando en el piso del ya-no-TAN-desordenado cuarto la playera que usaba cuando no estaba entrenando. Con movimientos bruscos se pone la playera negra, y cuando estuvo vestido hace una pequeña reverencia al Director. -Qué... lo trae aquí, sensei?- dice algo apenado -No tiene que preocuparse por mí personalmente...- dice intentando sonar convincente, aunque sabía que el estado de su habitación decía todo lo contrario -Estoy... estoy saliendo de esto poco a poco...

El director no le dió la oportunidad en que Korhonen terminara la oración cuando ambos brazos comenzaban a rodearlo con fuerza.
- Perdoname... - dice con la voz algo quebrada - Estoy consciente de que todo esto es mi culpa, pero...

Los brazos se envuelven paternalmente en Hazel, como si quisiera protegerlo del mundo.
- No te culpes.. dejalo ir.. deja caer en mi... toda esa energia negativa..

Se quedó ahi un poco mas, intentando componer la postura...

El joven pelirrojo se queda totalmente congelado al sentir ese inesperado abrazo. De pronto no supo qué hacer, o qué sentir. Para ese momento había intentado mantener la culpa a raya, aceptarla no como algo que trajera su espíritu abajo, sino como algo que impulsara sus acciones para tener un suelo firme bajo sus pies.

Y de pronto, ahí estaba ese hombre que había admirado de lejos desde pequeño. Uno de sus héroes de la infancia, pidiéndole disculpas... por qué? Las rodillas del pelirrojo se debilitaron un segundo, y sus brazos nunca pudieron levantarse para responder ese abrazo.

Su mirada perdida en un punto invisible del techo empezó a iluminarse con un poco de luz roja, y una llamarada se encendió por unos segundos en donde sus ojos se habían posado, para apagarse casi de inmediato. No sabía qué hacer, o qué responder, y toda esa semana estaba regresando a él con toda la fuerza.

Por qué, después de todo lo que le había costado reconstruir una réplica de su espíritu, es que este hombre intentaba traerlo todo abajo una vez más?

- D-director... Furukawa... n-no tiene que...hacer esto...- dice intentando controlarse. No sabía por qué, pero para ese punto ya no podía quebrarse, no de nuevo, no después de haber pasado una semana así. -Si no acepto mi culpa... olvidaré todo...- agregó intentando evitar que su voz se quebrara. Y si olvidaba todo... qué otra mala decisión tomaría? Qué otra vida de sus seres queridos terminaría cortando?

El muchacho deja escapar un enorme suspiro, dejando ir un poco de todo lo que estaba sintiendo en ese momento, y lentamente su mano izquierda empieza a subir para ponerse en el brazo de Furukawa -...No puedo dejar caer todo esto en el hombre que me dio un hogar...

Al escuchar las palabras y sentir la mano del joven Furukawa pudo observarlo a los ojos. Primero con un rostro de sorpresa y luego un cambio a uno de amabilidad. Sentía como aquellos ojos estaban llenos de una pasión que comenzaba a manifestarse poco a poco dentro de él. Tomó a Hazel de los hombros y le dió un ligero apretón.
- Se apróximan tiempos dificiles, Hazel Korhonen, pero ahora más que nunca sé que podrémos con esto. Tienes que comprender algo MUY importante.. y eso es...

El hombre saca de su bolsillo una pequeña carta negra con un emblema turquesa que protegía la apertura de cualquier curioso.
- Tienes una familia.. nunca estas solo...

Dicho esto, el hombre se acomoda los lentes y despeina el cabello de Korhonnen mientras le entrega la carta en sus manos.
- Se abrirá cuando sea el momento.. paciencia y nos vemos pronto... tendrémos que vernos la cara frente al peligro pronto...

"Tienes una familia, nunca estás solo".

Esas palabras hicieron que una media sonrisa apareciera en su rostro apenas por un segundo mientras tomaba el sobre entre las manos. Recordó la voz de Rhia repitiendo eso mismo, y se dio cuenta que también a ella tenía que ir a verla. A muchas personas les debía mucho, después de recluirse en esa habitación por tantos días.

"Vernos frente al peligro...eh?" piensa viendo el sobre en sus manos y el emblema turquesa. No tenía idea de lo que era, pero esas palabras lo hicieron pensar que tal vez ese destino no tardaría en encontrarlo a él.
Por un momento pensó en hablarle al Director de lo que estaba buscando, pero... tal vez por ahora no era el tiempo correcto. Y sabía que al final, de él iba a sacar menos respuestas de las que buscaba, si es que encontraba una respuesta a secas.

Sin embargo, había algo que tal vez el Director sí podría contestar...

-Vendrán por mí, verdad?...- pregunta antes de que el profesor se vaya. - Sólo quiero saber qué tan metido estoy en el fango...

- ¿En el fango? - dice Furukawa sonriendole - No estas ni a la mitad de lo que he visto a muchos...

Furukawa se veia cansado, como si todo lo que estaba sucediendo comenzara a pagar su precio, sin embargo escuchar al chico solo le dio buena espina.

- Estas bien,chico.. solo recuerda que a veces a tu edad, uno cree poder hayar la solucion de las cosas de maneras poco ortodoxas. Solo recuerda que tienes mi apoyo, el apoyo de tus maestros... y que pronto saldremos de todo esto. Solo debes tener paciencia...

El director no había negado que lo buscarían. Hazel dejó salir un suspiro, sabía que eso pasaría, y no era que le temiera a la responsabilidad o a enfrentar la ley, no. A lo que le temía era que no tuviera suficiente tiempo para seguir con la investigación que él e Isaac estuvieran haciendo.

A pesar de las palabras de aliento del profesor, Hazel no podía evitar sentirse algo culpable de que no pudiera confiar plenamente ni en él ni en el resto de los maestros. Y no era que no quisiera, simplemente sabía que en el momento en que alguien se enterara de lo que estaba haciendo, todo terminaría. Aún seguía algo alerta, así que tenía que aparentar... tenía que ser el estudiante quebrado y deprimido, al menos para ellos...

-Gracias, sensei...- dice mirando al piso, con los cabellos de su frente cubriendo sus ojos -Gracias...- dice una vez más con un tono más triste.