(S02E02) Luces de Hospital

Esa mañana fue muy impactante para Clementine al ver al grupo medico traer el cuerpo de Sebastyan Silvari. Las unicas palabras que escuchó de él fueron "Director Furukawa" y este vino de inmediato, no hubo siquiera tiempo de trabajar con él cuando ambos estaban solos en un cuarto.

Los pocos minutos que el Director estuvo dentro le parecieron eternos, pero inmediatamente cuando el salió la Doctora hizo lo que pudo para trabajarlo.

Al pasar algunas horas era momento de hablar con ellos...

Mandó un mensaje via Kyle a Gustav, Hazel y Naami quien había regresado desde anoche al Instituto. No les dijo el tema pero necesitaba que estuvieran para poder hablarlo con calma, sobretodo con Hazel quien habia estado recibiendo golpe tras golpe.

"Es urgente..." decía al final del texto mientras ella, sentada en su oficina, pensaba las palabras exactas para lidiar con ellos...

No sabía exactamente por qué, pero desde el momento en que recibió el mensaje de Clementine un hueco se hizo en su estómago. En su cuarto sólo quedaron un par de libros tirados en el piso junto al escritorio, delatando el paso apresurado con que había salido el pelirrojo.

Llegó casi derrapando a la enfermería. Por qué sentía tanta ansiedad? Había algo malo, lo sabía. No sabía qué era pero estaba seguro de ello.

Entró con cuidado, sólo para ver a Clementine sentada detrás de su escritorio, con una expresión que confirmaba su preocupación.

Jadeante, Hazel entró al cuarto, quedándose de pie frente a la doctora. Su expresión preguntó todo lo que sus palabras no supieron expresar.

El djinn se encontraba en la sala de entrenamientos que habia usado con sus amigos de Rugby para practicar su magia ofensiva estos meses, ahora usaba el lugar para aclimatarse a su nuevo cuerpo luego del reciente viaje onde habia perdido el anterior.

Aunque era extraño, no se sentia mal, ya habia perdido la nocion de estar "acostumbrado" a un solo cuerpo, luego de pasar por ser un osito de felpa... Recordando a la pequeña que cuido de el tantos meses, se sento en el piso y medito para practicar su mana amarillo

Gustav empezo a levantar un par de piedras cuando escucho que alguien entraba a la sala, por un rato sonrio pensando que era Korve, pero al sentir las pisadas mas cerca, no hubo duda para el que se trataba de Kyle. Llego a darle una carta y se retiro.

Al leer, el djiin dejo caer las piedras abruptamente, sin perder un segundo se avento dentro del piso haciendo un tunel que rapidamente lo llevo directo a fuera de la enfermeria.

Al entrar, el chico vio a Naami y a Hazel en el lugar, Gustav se les unio frotando la cabeza de ambos. -Perdon por hacerlos esperar...- Dijo con una voz muy seca, viniendo de la señora Clementine debia ser muy serio para hablarnos a nosotros presisamente. -Pasemos... -

Las lagrimas querian salir, pero la fuerza y autocontrol de Clementine eran importantes en estos minutos. Se mantuvo en silencio hasta que los tres estaban frente a ella. Sus ojos se veian ligeramente cristalinos y su rostro un poco rosado pero aun asi se mantuvo sin llorar, sin quebrarse frente a su hijo y sus alumnos.
- Necesito que tomen las cosas con tranquilidad, puesto que es una situación delicada... - menciona ella en un tono de voz bajo - No voy a permitir que cualquier movimiento brusco por lo que voy a decir empeore su salud...

Observó el rostro de los tres, intentando enfocarse en Korhonnen puesto que el seria el mas afectado en estos momentos...
- Detrás de mi, en la habitación de pacientes de tratamiento intensivo esta Sebastyan Silvari... lo encontramos hace unas horas fuera del Instituto... esta estable pero aun esta recuperandose.... posee algunas heridas fuertes que ni siquiera la mágia blanca puede curar tan rápido...

La pausa que tomó la Doctora no fue por aire sino para mantener el control, luego prosiguió.
- En estos momentos esta despierto y obtuve con el Director Furukawa la oportunidad de que ustedes pudieran verlo. Por el momento esta bajo custodia debido a su escape de hace algunos meses, pero eso no significa que esté en alguna clase de peligro... ¿Les gustaría verlo?

Los ojos de Hazel se abrieron enormes al escuchar las palabras de Clementine. Un sin fin de ideas, suposiciones, sospechas y acusaciones formaron un caudaloso río en su cabeza. Eran tantas, que el ingenioso capitán de Srad se quedó paralizado, sin saber qué hacer del todo. Sus puños se apretaron a sus costados, tan fuerte que una gota de sangre corrió por entre sus dedos y, aunque al principio su voz se ahogo en su garganta, finalmente se armó de fuerza para hablar.

- Quiero verlo. Por favor.

A pesar del fuerte abrazo que le había dado a Naami cuando llegó y del cariño que le mostraba el grandote, ni siquiera volteó a verlos al hablar. En ese momento, su mundo se había cerrado por completo.

Gustav paso ultimo con Clementine, realmente esperaba oir muchas cosas de ella; del director, de algun maestro, o algun compañero... Pero escuchar que de todos, hablara sobre Sebastyan... realmente lo tomo por sorpresa. Poco a poco calmo sus emociones, tratando de mantener la compostura y no hacer nada tonto.

Enmudecio cuando dijo que si querian pasar a verlo, y aunque ganas no le sobraban, sabia que su capi necesitaba ir ya. Naami se acerco y lo abrazo, sentia lo humedo de su cabello y lo de su rostro. -Ya, ya.- Murmuro mientras rodeaba su delicado cuerpo con su brazo para confortarla. -Ve cap, en un minuto te alcanzamos.- Su voz seguia sonando muy seca para el tono comun que siempre traia, realmente esto le habia afectado y necesitaria un par de minutos para componerse.

En ese momento Clementine sintió emociones muy fuertes al ver a los tres tan unidos. Habían estado separados tanto tiempo y a su manera los tres crecieron de un día para otro. ¿Por que ese era el destino de los estudiantes de este Instituto? A veces los pensamientos de que este lugar traia mas tristeza que felicidad a los niños pasaba por su cabeza, pero por otro lado, los volvía fuertes y resistentes a los pesados tiempos en los que vivian. No podía decir que todo había sido miel sobre hojuelas para ella, de hecho aun no lo es, pero puede sentir esa empatia y hacer sentir todas esas experiencias que ella tuvo que pasar para llegar a donde estaba.

"Ahora entiendo muchas cosas, Papá..." murmuró para si misma dentro de su cabeza, intentando aun mantener las lagrimas en su lugar.

Tomó la mano de Hazel y observó a los otros dos. La hora había llegado.
- Sigueme por favor.. intenta permanecer fuerte y tranquilo. - le advierte una vez más. Necesitaba toda su fuerza en este momento. Tal vez no había Glas Glaibheann suficientemente fuerte para vencer este último reto.

Dejaron atras a Gustav y Naami al abrir la puerta hacia la habitación de Silvari. Dicho lugar era el más cercano a la oficina de la Doctora quien tenia su propia entrada. Era donde los pacientes con heridas mas graves o tratamientos mas intensos podían estar seguros que tendrían la mejor atención. Caminó por un pasillo por el cual podían verse algunas camillas, no tantas como en otros pisos y Hazel podía percatar que el espacio entre cada una estaba mas extenso.

Un "beep" comenzó a escucharse cada vez más fuerte hasta llegar a un area rodeada por cortinas blancas y una tenue luz que iluminaba el interior de estas. Clementine movió su mano y el telón se abrió con gentileza para dejar ver al herido. Sebastyan Silvari, su cabello era largo, más de lo habitual y por entre este se podían ver sus orejas de elfo. Su rostro estaba lleno de heridas al igual que su cuerpo. Sus piernas estaban totalmente escondidas bajo algunas telas y la mayor parte de su cuerpo estaba herido. La buena noticia es que estaba tranquilo y respirando tranquilamente. Aun cuando su rostro expresara todo el dolor que estaba cargando.
- Los dejo solos... - dice Clementine tomando sus manos y viendolo a los ojos - Tranquilo...

Caminó lejos de aquel lugar limpiandose las lagrimas, no podía más....

Hazel se quedó completamente en blanco. Sí, era su cara, era esa cara que había extrañado y añorado desde hacía lo que pareció una eternidad. Meses, semanas, días, horas. En todo ese tiempo había pensado y repetido una y otra vez en su cabeza lo que le diría cuando lo volviera a ver, lo mucho que le había hecho falta en esos meses tan desastrosos, lo mucho que había crecido y madurado en su ausencia, lo listo que estaba para enmendar todos sus errores y para empezar de nuevo con él a su lado, lo mucho que lo extrañaba y lo mucho que lo amaba. Y sin embargo, en ese momento, todas esas palabras lo abandonaron para sólo dar pie a un nudo enorme en su garganta que estaba apretando su pecho tanto que apenas podía contenerlo.

Pasó saliva sonoramente y caminó con cautela hacia Sebastyan, quién yacía con los ojos cerrados sobre su cama. El pelirrojo se puso de rodillas a su lado, sin quitarle los ojos de encima al blanco rostro, alguna vez delicado y terso y ahora agobiado y lastimado. Una pequeña sonrisa asomó a los labios de Hazel, sonrisa que no duró más que un segundo. Era él, realmente era él. Lentamente tomó la mano que tenía más cerca y agachó su cabeza hasta pegar su frente al dorso de ella, apenas conteniendo el llanto.

-Eres tú...- susurró. -Realmente eres tú.

Lentamente los ojos del elfo se abrieron para enfocarlos en el australiano. Sonrió fragilmente con los labios temblorosos. No causado por cualquier dolor sino por aquel que le causaba estar ahi, devastado y fracasado.
- ... P-Perdoname... - le dijo en un susurro, su voz estaba totalmente quebrada al momento que dos pesadas lagrimas caen de sus ojos - Fallé...

Su mano viajó con gran lentitud hasta tomar la suya. Su expresión era debil y completamente vencida a diferencia de ese semblante común en el rubio.
- Todo lo que hice... no sirvió de nada... todo el daño que te hice fue en vano... perdoname...

Y en ese momento el elfo sintió un respiro que inhundo su cuerpo y lo hizo sollozar. Bajó la mirada por primera vez y aceptó sus errores.

Al escuchar su frágil susurro Hazel levantó la mirada de inmediato, sus ojos ya cristalinos, pero aún manteniendo su fuerza. Sin embargo, lo que siguió le rompió el corazón, que ya había tardado tanto tiempo en sanar después de todo lo que había pasado en esos meses. Había llorado, había sufrido, se había perdido y encontrado, había olvidado odios y encontrado nuevos afectos, se había levantado para volver a caer, y había vencido. Y en ese momento, no era nadie. No era nada más que un chico al que no le importaba ninguna cosa en el mundo más que el pequeño elfo que yacía frente a él, totalmente quebrantado, roto.

"Perdóname," dijo él, dejando a la intemperie el corazón que siempre estuvo cerrado bajo llave. Abriendo todas sus debilidades. Hazel apretó los dientes y sus ojos, y en un segundo ya había levantado a Sebastyan y lo había rodeado con sus brazos. Quería apretarlo fuerte, como para no dejarlo escapar otra vez, pero no quería lastimarlo más. No más.

- Eres un tonto...- susurró en su oído, pero luego dejó ir una corta y pequeña risa llena de ironía. - Igual de tonto que yo. No tienes idea de cuánto te extrañé, de todo lo que pasé mientras no estabas, de lo preocupado que estaba sabiendo que estabas lejos de mí, que pensaras a cada minuto que te odiaba por ser lo que eres...- su voz por fin se quebró, y las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas -Que prefiriera los labios, las manos y la piel de alguien más por sobre la tuya sin que te pudiera probar lo contrario. De lo mucho que temía que no fueras a regresar.- Hizo una pausa, inhalando profundamente y apretando un poco más el cuerpo de Sebastyan. - Pero, ¿sabes? No importa. Ya nada de eso importa. Lo único que me importa en este momento es que aquí estás. Que estás en mis brazos otra vez, y que por fin puedo decirtelo. Que puedo decirte que te amo. Te amo. Te amo, te amo, te amo, te amo...- poco a poco sus palabras fueron haciéndose mudas mientras el llanto las devorada y su cara se hundía más en el hombro del elfo.

Las palabras de Hazel se clavaban como dagas en su pecho, en todo su cuerpo. Se dejó abrazar como un muñeco y se percato de lo pequeño que era, de lo mucho que necesitaba que su alma estuviera cerca de la suya en todo momento. El frio metal se sintió en su piel pero no era incomodo, nada de él lo era. Se recostó en su hombro y al escucharlo llorar aumento la intensidad de sus sollozos. Probablemente era similar a aquella ocasión cuando levantó entre sus brazos a su madre al verla morir. Era un sentimiento tan potente que podia sentir como el aire se le iba y su cuerpo temblaba al no poder mas.
- Perdoname!! Perdoname por favor!! Eres lo que mas me importa en este mundo y no queria que me odiaras! No queria quedarme aqui viendo como tu mundo se rompia en pedazos sin poder hacer nada! Porque para mi tu felicidad, tu tranquilidad es el tesoro mas grande del mundo. ¡Tenia que protegerte con mis brazos pero no pude!

Las manos de Sebastyan se aferraban a la espalda de Korhonnen como un niño pequeño. No queria abandonarlo nunca mas.
- Le pedi al Director Furukawa que me dejara ir... que ... yo queria infiltrarme con el Dogma Crucis... me intentó detener pero le dije que no podía permitir que ningún otro de mis amigos muriera... estaba asustado y actué sin pensarlo... tenia miedo por ti.. por Schwanhild...

Tomó el rostro de Hazel y lo observó lo mas cerca que pudo. Sus lagrimas comenzaban a empapar las mejillas del australiano ya que no paraban de corre. Besó lentamente sus labios, uno corto pero tierno.
- Te amo... te amo y lamento mucho lo que te causé... lamento mucho no poder ser de utilidad para nadie y no hacer nada mas que empeorar esta guerra... lamento haber arruinado nuestro hogar...

Hazel negaba con la cabeza mientras el elfo hablaba, y una sonrisa que estaba llena de una mezcla de sentimientos asomó a su rostro mientras apretaba los ojos. - No, no, no. No, Sebastyan. Nada de eso importa ya. Estás aquí, estamos juntos otra vez. Fueron tantas las veces que estuviste tú del lado en el que estoy ahora, tantas veces que te lastimé y te hice sangrar sin pensar, que me viste estar a punto de morir y nunca pensé en ti, nunca pensé que no se trataba de protegerte a costa de mi vida.

Ambas manos de Hazel tomaron las mejillas del rubio y levantaron su cara, limpiando con su mano humana las lágrimas de sus ojos y haciendo su cabello a un lado, poniéndolo detrás de su oreja. -Nunca se trató de eso... quería tenerte aquí, a mi lado, para que pudiéramos tener una vida juntos, para que nunca nos separáramos. Pero ahora entiendo...- el pelirrojo sonrió, su rostro aún descompuesto por el llanto, pero su sonrisa era sincera. - Ambos estábamos mal, ¿sabes? Ambos nos equivocamos. Porque esta guerra la tenemos que librar juntos, y juntos tenemos que protegernos. Porque quiero compartir el mismo futuro que tú, quiero ver las mismas cosas, sentir, llorar y reír lo mismo.

El australiano limpió un par de lágrimas de sus propias mejillas, y dejó ir una pequeña risa. - Todo este tiempo que estuvimos lejos lo entendí todo. Desde el día del orfanato en el que pensé que moriría. Entendí que lo que siento por ti no es algo por lo que moriría, sino algo que me hace querer vivir. Y quiero vivirlo junto a ti. No importa cuántas veces tengamos que volver a empezar, lo haremos. Sólo quiero verte sonreír.- Alejó su rostro un poco y lo miró a los ojos mientras sonreía. -Todo esto, este daño, lo arreglaremos, pero sonríe. Sonríe conmigo. Ya estamos aquí, los dos. Y juntos podemos contra todo lo que venga. Finalmente, Hazel lo abrazó de nuevo, pasando su mano por sus cabellos y acariciándolo con toda la ternura y el amor que su cuerpo podía expresar. Porque, aunque estuviera lastimado, aunque sus corazones aún necesitaran sanar, por fin había regresado. Y ahora nada podía salir mal.

Gustav miro con tristeza como las 2 figuras pasaban atravez de la puerta y se alejaban por el pasillo. Un ligero suspiro salio de el, de alivio al saber que al menos su amigo se encontraba, de perdido, de vuelta con ellos. Realmente se sentia abrumado por el pensamiento de como le explicaria que pues, en realidad no murio y lo que le sucedio tanto en la explosion como todo lo que acontecio despues, apenas si el y sus amigos podian creerlo.

La joven nahuala se mantenia a su lado, epgada, tan fragil por el momento que por un rato el chico no dijo nada, solo se remitio a tenerla entre sus brazos mientras ella se desahogaba en silencio.

Habian pasado algunos minutos y aun no se veia que saliera alguien, Gustav empezaba a impacientarse. -Despues de tantas semanas... - Murmuro el chico a su compañera. - Despues de tantos sucesos, hay que estar felices de que el equipo se reunira, no lo crees, pequeña?- Gustav trato de hablar lo mas calmado y dulce posible, pese a la impaciencia que tenia por entrar y ver a sus amigos. -Quieres venir? quieres que esperemos un poco? Quieres... - Un pequeño gruñido salio de el, no sabia muy bien que decir en estas situaciones, despues solo se aferro a su amiga y le puso con cuidado su cabeza sobre la suya. -no hay que hacer esta reunion de equipo mas triste, si?- Segun el defender, eso fue lo mas inteligente que se le ocurrio decirle a su amiga.

Sebastyan se quedó ahi, escondido en los brazos del ser vivo que más amaba en todo el mundo. Probablemente la última persona que le quedaba en el mundo y que era solo para él. Comenzó a calmarse mientras enterraba su rostro en el cuello del pelirojo dandole un pequeño y tierno beso.
- Te amo... - le dice una última vez antes de comenzar a relajarse.. hasta comenzar a perder el conocimiento - te amo....

Aunque su conciencia ya estaba en morfeo, su mano permanecia fuertemente aferrada a la suya. No la volvería a soltar jamás.