Comparamos…
Aquellos que tenemos conciencia y formamos parte de este mundo, siempre estamos comparando cosas.
Comparamos unos objetos con otros y decidimos cual es mejor. Si se trata de algo bueno o no, no lo sabemos; pero aceptamos el resultado.
En ese entonces, en aquel lugar, el crimen era algo común. Envolverse en ello era algo tan rutinario como el beber agua cuando se tiene sed. La muerte siempre aguarda a la vuelta de la esquina, y es por eso que… No… nunca nos cuestionamos el porqué del origen a todo ese caos en aquella ciudad de ese entonces.
En ese entonces, tal como sus días, todo eso era tan normal como los días que precedían a este. Alguien moría, alguien vivía… Si, quizás el no recordar desde cuando nació esta incomodidad fuera el inicio de todo.
Para ese entonces solo éramos un puñado de criaturas las cuales nos sentíamos inconformes con aquella forma de verdad y justicia. En un día solo era yo… Si, solo era yo aferrado a aquel vago recuerdo el cual me hacía presionar el puño hasta sangrar. Había perdido ante él, y con esa derrota, perdí todo lo que consideraba valioso para mí… posición, legajo, estatus, poder… todo. Si, en un día solo era yo, yo y mis lamentos personales hasta que pude reunir la convicción suficiente para continuar. Una vez más me levanté y luche, no por mí, sino por aquello que perdí. Hundido en la completa desesperación y frustración. Poco a poco destruí todo lo que fuera de él, todo lo que fuera un producto de su anhelo, todo aquello que hubiera podido abrazar, todo aquello que se alimentaba de su realidad… ¿Por qué? No lo sé. Solo podía sentirlo como algo personal.
En un día solo era yo, al siguiente éramos dos, luego tres, y así, poco a poco, antes de que pudiéramos darnos cuenta, una vez más éramos un grupo el cual compartía un solo pensamiento en común… No, allí me equivoco una vez más. Era un grupo el cual compartía un sentimiento en común. Yo… yo solo deseaba mantener la promesa que alguna vez hice, esa que aliviaba efímeramente este vacío, aquella la cual me ha llevado a este punto… ¿Qué es lo que quiero? ¿Hacia dónde voy? ¿Qué hago con estas personas? ¿Qué hago en este lugar?
Yo no necesitaba salvación, yo ya me encontraba muerto… o al menos eso creía.
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6:00 Am y la mañana aun permanecía nublada. Dribleando de esquina a esquina en cada correspondiente atajo, el sonido de una potente motocicleta deportiva daba aviso de su pronta llegada. Su mirada se mantenía centrada en la ruta, sin embargo, se había mantenido absorto en aquellos pensamientos y recuerdos los cuales llegaban a su cabeza de manera esporádica muy de vez en cuando. La rutina de ayer no había sido suficiente para aplacar ese sentir, y se encontraba incomodado por ello.
Muy poco le había importado la presencia de una patrulla que encontrara estacionada en la entrada principal; mas sus ojos estudiaron rápidamente el entorno para no llevarse a nadie de encuentro en su rápido recorrido. Sabía que la patrulla no tenía nada que ver con él y su vehículo, dado que se encontraba documentado y con los papeleos suficientes para tener un lugar en el interior donde poder parquear. Con calma y sin perder aquel porte elegante que lo caracterizaba, el rubio de imponente figura se irguió, retirándose el casco de seguridad para inhalar profundamente el frescor de la mañana antes de despejar sus pulmones con un profundo y cansado suspiro.
El no había necesitado llegar un día antes o dos para conocer aquel lugar, el solo necesitaba llegar el mismo día de clase, tal como lo estaba haciendo.
Sus brillantes orbes doradas se postraron en el panel de kilometraje del vehículo, dándole dos sutiles golpecitos con el dedo antes de abandonarla; no sin antes dejar el caso y retirarse la oscura chaqueta que cubría su ordenado uniforme.
Con serenidad, inició su marcha en dirección a las instalaciones. No era el rey de los lobos solitarios por aquella fría manera de proceder; sin embargo, ya era tan rutinaria la llegada de los nuevos y antiguos alumnos acompañados de papi y mami, o en solitario, con expectativas de triunfo físico u hormonal a gran escala que si se quedaba envuelto en ello, posiblemente terminaría convulsionando. Ya mucho le había costado adaptarse a una vida con nuevos seres, como también dejar muchos hábitos de su raza, para desfallecer en el último tramo de que le quedaba de su vida en aquel instituto. No, el siempre ingresaba de manera discreta por la parte trasera, lugar poco concurrido por los estudiantes.
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Una nueva etapa eh?- susurró para sí mismo con cierto gesto de sarcasmo en su mirar.
6:00 AM. A duras penas había dormido por dar una presentación en el pub de Rizel, casi su segundo hogar; pero eso no era excusa para dejar de atender el compromiso que aun mantenía grabado en su pensamiento.