Tema: Pesadillas | Autoconclusivo Mar Jul 03, 2012 11:12 pm
Una risa infantil y melodiosa escapó de los labios de la pequeña niña rubia que jugaba con su trenzado cabello, sentada en aquella larga mesa que recibía a tantos niños para la hora del almuerzo. -¿De verdad eres de Australia?- Preguntaba sin dejar de reír, como si le pareciera la cosa más divertida del mundo. -Mi mamá me compró un libro que habla sobre los Países.- Comentó soltando una trenza para coger un trozo de manzana y llevarlo a la boca. Mientras masticaba continuó hablando, a sabiendas de que con ese niño que tenía enfrente no tenía que cuidar sus modales como su madre tanto le pedía. -¡En las páginas de Australia había canguros, y unos que son más pequeños; se llaman Wallabies!- Hizo saber antes de abrir muy grandes sus ya de por sí enormes ojos miel. -¡Tú eres un Wallaby! Hahaha. Porque eres pequeño y saltas muuucho.- Sentenció muy segura de sus palabras, observando de pronto a una de las chicas que iban los fines de semana de aquel instituto donde algún día estudiaría.
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Llevaba su cabello suelto, lo suficientemente bien peinado para que algunas compañeras le hicieran halagos por lo largo del mismo. Llegaba sin problemas al final de la espalda y aunque solía llevarlo trenzado, ese día tenía la impresión de que sería buena idea usarlo así. Escuchaba hablar a su mejor amigo mientras desayunaban juntos. Las clases habían sido muy fáciles, pero sus apuntes estaban llenos de corazones y mariposas. Comía lentamente, desde que había ingresado al Instituto comenzó a cuidar sus modales para parecer una chica cuidadosa y atractiva, por lo que en ese momento no hacía excepciones. Su cumpleaños catorce estaba a solo unos meses, por lo que era prácticamente una mujercita.
Su sonrisa era limpia y amplia, mientras su acompañante comentaba cosas con un ánimo digno. Ella soltaba un par de risitas, siempre y cuando no estuviese comiendo nada, solo para hacerlo feliz. Sin embargo de pronto escuchó algo que no le agradaba en absoluto. Una noticia que hizo que detuviera el masticar e inclusive su corazón pareció haber detenido el palpitar por un largo lapso de tiempo. Sus ojos miel buscaron los de él y el aliento la abandonó. Sintió ganas de llorar, pero entonces...
Con la respiración entrecortada se sentó sobre la cama. Se llevó una mano al pecho y notó la agitación que la invadía. Se pasó el dorso de la otra por la frente para quitar los cabellos platinados y supo que había sudado por la agitación. Se quitó con enojo un par de lágrimas de los ojos y apretó la sábana con furia. Hacía demasiado tiempo que no tenía ese sueño, estaba segura de que lo había superado por completo. Aparentemente estaba muy equivocada. Miró el reloj en el buró y largó un suspiro al darse cuenta que aun faltaban dos horas para que sonase la alarma. Giró el rostro hacia la cama de su compañera y sonrió de lado; dormía tan tranquila ella.
Se dejó caer de nuevo sobre la almohada y se acomodó de costado, abrazadose un poco en busca de calma. No le gustaban nada esos recuerdos mezclados, seguramente su mente le jugaba una mala pasada ahora que se había sentido tan confusa. Pero es que era imposible para ella evitarlo. Apretó los labios con fuerza. Debía dormir, le esperaba un día pesado. Volvería a Little Monsters después de las vacaciones, y según hubo escuchado; Hazel & Sebastyan estarían ahí. Apretó la sábana. Justo lo que necesitaba.