La librería prometida...y algo más.

La callada comida terminó pronto y siguieron su camino con un silencio funebre. Los animos y la platica habían llegado a un momento crucial y se había desvanecido con una sola intervención. Sebastyan había permanecido en silencio, intentando recuperarse de aquel momento que atesoraría como el más bello y el más horrible hasta el momento. A veces le decía algo a Hazel pero eran trivialidades para mantener al otro cerca.

Pasaron primero a la librería donde consiguió un buen libro sobre cocina francesa. Logró sacarle una broma cuando vió que venía un area de mariscos. Muy probablemente ya sabría como cocinarlos dsde ese momento.

Pero el silencio era primordial...

Cuando iban de regreso Sebastyan pudo ver una pequeña tienda de videojuegos. Sin pensarlo mucho tomó al pelirrojo de su brazo, probablemente no muy masculinamente y lo jaló un poco.
- Ven... - respondió dirigiendolo a la tienda de videojuegos - Compremos uno...

Se dió cuenta que si no ponía de su parte, esta encantadora tarde terminaría peor que un dia normal. Si esta farsa entre dos personas que se quieren debe de mantenerse, tendría que disfrutarlo al menos y recaudar memorias lindas para cuando las cosas esten mal.

En la librería encontró un libro que había intentado mantener en su mente durante el día: Cíclopes en la guerra francesa. Lo compró sin pensarlo mucho (asegurándose de que no tuviera hechizo de visión para poder ponerle atención suficiente), y luego siguió al rubio por entre los estantes, regalándole sonrisas no muy alegres de vez en cuando cuando le mostraba algún título.

El silencio lo estaba cansando, drenando de toda energía. Llegó un momento en que pensó "Quiero volver ya al dormitorio...". Tal vez la vuelta a la rutina lograra que pudieran volver a hablar como siempre. Aún seguía sin entender exactamente qué era lo que había pasado. Por un momento todo iba bien. Tal vez no como esperaba que fuera, pero estaba volviéndose mejor de lo que esperaba. Entonces... por qué de pronto no podían decir palabra? Por qué habían dejado de disfrutar esa tarde?

El tirón del brazo lo sacó de sus pensamientos. Al sentir las pequeñas manos del francés tocar la piel de su brazo, un ligero escalofrío lo recorrió de arriba a abajo. No pudo evitar tensarse un poco, aunque se dejó llevar hasta la entrada de la tienda.

-Ah...sí es cierto!- ya había olvidado que acordaron comprar ese juego que quería Sebastyan. Una pequeña sonrisa se formó en su cara mientras caminaban. Tal vez al regresar sí tendrían algo más de qué hablar. Algo más que compartir.

-Déjame preguntar si lo tienen, está medio viejo el juego...- dice esta vez poniendo su mano en la espalda de Sebastyan para llevarlo con él a la caja. Se limitó a preguntar por el Cooking Mama. El chico del counter respondió que tenía que revisar y dio la vuelta para adentrarse a sus bodegas.
Mientras esperaban, Hazel se recarga en el mostrador y le sonríe al rubio. - Si quieres también podemos preguntar por el de DS, no creo que estén caros, probablemente me alcance con lo que no gasté en la cena... haha...- dice algo apenado. El no pagar por la comida de ambos lo había hecho sentir un poco más incómodo, pero intentaría compensarlo...

Justo cuando le preguntó sobre el nintendo DS, cuando la tienda era solo para ellos, aprovechó para aferrarse a su espalda y recostar su frente ahí. El esfuerzo del rubio por hablar era tan fuerte que lo había dejado sin habla. Apreto con fuerza los puños, tanto como para lastimarse a él mismo...
- Perdoname... - murmuró tan delicadamente que parecia mas un sollozo - No debí pagar la comida, fué mas mi tonta costumbre de siempre solucionar las cosas... o bueno.. creer que tengo que hacerlo.

Hacia todo lo posible por no dejarse ganar por las emociones. De todas las cosas que podía excentar, los sentimientos era algo nuevo para él. Probablemente el ser mitad sprite le daba alguna clase de debilidad ante eso o simplemente era un inutil en esa rama.
- Pero.. quiero que sepas... que aun cuando no ha sido lo mejor y no te sientas feliz en este momento.. quiero que sepas... que este dia es uno de los mas preciosos de toda mi vida... y que nadie.. NADIE ha hecho algo como esto por mi.

Una pausa ahogada por un suspiro y el apoyo de sus manos en la espalda del chico se vuelve mas fuerte.
- Y me alegro que esa persona seas tu...

Luego de eso, el silencio volvió una vez más...

Hazel se paralizó al sentir como las manos de Sebastyan se aferraban a él. El de pronto sentir el calor del cuerpo del francés tan cerca hizo que su corazón empezara a latir sin control. Escuchó sus palabras llenas de ternura y de emociones que jamás lo había visto o escuchado expresar de ninguna forma, y con cada palabra, los ojos del pelirrojo se abrían más y más. Su boca se movió un poco, como si intentara decir algo, pero ningún sonido salió de ella.

"Y me alegra que esa persona seas tú..."

Cuando escuchó esas palabras pudo sentir cómo su corazón saltó y un pequeño nudo se formó en su garganta. En ese momento todo tuvo sentido. En ese momento la balanza por fin terminó de inclinarse.
Lentamente el australiano empezó a darse la vuelta, y cuando estuvieron cara a cara, tomó una mano de Sebastyan con la suya. Agachó por un momento la mirada. - Sebastyan... yo...- balbuceó un poco antes de verlo a los ojos de nuevo. Sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, su mano empezó a subir y terminó posándose con suavidad en la mejilla del rubio. Lo notó, ese momento de contacto lo hizo ver qué estaba haciendo, pero ya no pudo controlarse, simplemente se dejó llevar.
Poco a poco, empezó a acercar su rostro al de Sebastyan...

Sebastyan sintió todo muy rápido y comenzó a inquietarse. Poco a poco los latidos de su corazón aumentaron y solo cerró sus ojos al ver los ojos de su compañero y su rostro acercandose. El momento que tanto había soñado y a la vez, había querido evitar por fin se estaba dando.

Poco a poco se fueron acercando y justo cuando comenzó a oler su esencia, escuchó un toser incomodo y un joven con un videojuego en las manos. "Este es el que buscaban?" preguntó al momento que el semielfo se retiraba un pooco, se acomodaba la garganta y se alejaba un poco.

- Si.. ese era... - dijo desviando la mirada - Te espero afuera...

Lo vio cerrar los ojos mientras se acercaba. Lo correspondería... no estaba alejándolo. Pasaría de verdad. El corazón de Hazel se aceleró a sobremanera, y el chico simplemente cerró los ojos igual que el rubio.

Hasta que tosió.

De nuevo. Otra MALDITA vez pasaba lo mismo. Hazel dejó ir un suspiro fastidiado al mismo tiempo que Sebastyan salía de la tienda. Se quedó dándole la espalda al chico del mostrador por un segundo, con los ojos cerrados para intentar calmarse y no soltarle un puñetazo. Respiró profundo un par de veces. Esta vez sí estaba seguro de lo que hacía. Esta vez por fin sus dudas ya estaban aclaradas.

"No hay segundas oportunidades, Hazel..." pensó para sí.

-Cuánto cuesta?- preguntó abriendo los ojos y mirando a Sebastyan fuera de la tienda.
-Eh... 10 euros.
-Ok...toma, sólo tengo este billete de 20. Quedate con el cambio, no importa.- dice dejando el dinero sobre el mostrador y tomando el juego con él. Sin siquiera esperar a que el muchacho respondiera, sale con paso apresurado de la tienda. Él no se encontraba lejos de la puerta...

Dudó un poco cuando por fin llegó a donde estaba Sebastyan, pero no fue más de un segundo. Cuando llegó, lo tomó por los hombros, girándolo para que quedaran cara a cara. Lo vio por un segundo que le pareció una eternidad, pero ya estaba hecho. No iba a irse de Canterbury para fingir que todo eso no había pasado nunca.
"Por favor... que esté haciendo lo correcto..." pensó antes de jalar a Sebastyan hacia él. No le importó que estuvieran en medio de la calle, ya no le importaba nada en ese momento. Simplemente lo besó.

El tiempo se detuvo
Los ruidos de la calle comenzaron a suspenderse en aquel momento que ambos labios se unieron en lo que fué, para Sebastyan, el momento mas hermoso y peligroso de su vida. Apretó sus manitas en los fornidos brazos de su compañero y levantó un poco el rostro, correspondiendole apasionadmente el delicioso beso.

Cuando el tiempo comienza a volver en sí, no sabía como alejar su rostro del australiano sin que lo viera. Sentía sus mejillas a punto de estallar mientras seguia aferrado a él.
- Eh.. estamos.. en la calle.. - dice el francés con una pequeña risilla, como si hubiera hecho algo indebido pero divertido. Para luego jamas volver a esbozar palabra, probablemente para siempre.

El escuchar a Sebastyan hizo que el pelirrojo riera igual, como si fueran un par de niños haciendo una travesura. -Lo estamos...- dijo entre risas, pegando su frente a la del rubio sin parar de sonreir. Lo había hecho, se había decidido sin siquiera considerar nada más o pensar las cosas detenidamente como le había aconsejado Nick, y sin embargo, sentía como si fuera lo más acertado que hubiera hecho en su vida.

Se separó un poco de él sin soltar sus hombros y miró a los lados, buscando que no los vieran. Volvió a dejar ir otra risilla infantil y luego volvió a acercar su cara a la de Sebas. -Ya sé, ven, ven!- dice tomándolo de la mano y empezando a correr tontamente por la calle. Estaba buscando un pequeño callejón entre dos casas algo grandes que estaba seguro que había visto por ahí.

Mientras corrían, no pudo evitar ser golpeado de lleno por los recuerdos de su infancia. Por aquella primera vez en la que lo vio sonreir. Era exactamente igual... En esos años no se imaginaba que lo que sentía por Sebastyan era algo como esto, pero ahora todo tenía sentido. El por qué soportaba siempre tantos rayos, el por qué había llegado hasta reprobar un año escolar sólo por estar con él. Mientras corrían rió estúpidamente pensando en lo idiota que había sido durante ocho largos años.

Finalmente encontró el callejón, y empezó a dirigirse hacia él sin alentar su paso.

Al llegar al callejón, Sebastyan tomó su bufanda y jalo del cuello al mas alto. Con un rostro serio y frio como siempre.

Había acabado, todo lo que había estado reprimiendo estaba saliendo poco a poco por cada poro de su cuerpo. Jaló al chico suavemente hacia él y luego lo empujó hacia la pared del callejón.
- Tienes que prometerme algo antes de continuar - le dijo intentando contenerse de volver a sus labios - Son tres cosas muy importantes que si no las cumples volveré a lo mismo y esto habrá sido solo alo de un día.

Hubo un silencio y su rostro seguia con el mismo temple.
- La primera es que nadie debe saber esto, por el momento...- esto ultimo dicho casi en un susurro - Ni siquiera a Rhia... Ni siquiera a ti mismo, Hazel Korhonen...

Prosiguió después de eso al momento que jalaba la bufanda lentamente hacia él.
- La segunda es que tendrás que ser discreto y contenerte... tu sabes... a todo... y tener paciencia...

Sus labios comenzaban a acercarse una vez mas. Estaba tan cerca y tan lejos. Su rostro serio comenzó a quebrarse y sus mejillas comenzaron a enrojecerse. Pasó saliva y desvió la mirada.
- La tercera es... que... nunca te apartes de mi lado... pero si en verdad vas a hacerlo... hazlo ya y no pienses en nada... y antes de que me muera del miedo de aceptarlo... dimelo ya...

El hecho de que de pronto el pequeño rubio lo hubiera tomado tan... impositivamente y prensado contra la pared tomó a Hazel totalmente por sorpresa. No pudo evitar sonrojarse al estar en esa situación, viendo al francés a los ojos sin saber cómo reaccionar. Lo escuchó con atención, asintiendo lentamente a lo que iba diciendo.

"Qué bueno que vivimos en el mismo dormitorio..." pensó para sí. Aunque... pensándolo bien, acaso iba a poder contenerse y tener paciencia teniéndolo ahí todas las noches?

La última condición hizo que Hazel sonriera estúpidamente. El escuchar ese tipo de palabras tan... sinceras y significativas salir de los labios de Sebastyan era algo que nunca en la vida pensó que sucedería. Y mucho menos que fueran dirigidas hacia él. Pudo sentir cómo sus rodillas flaquearon por un instante al ver la carita sonrojada del rubio, y con ternura llevó una mano a su cara para sostener su mentón con dos dedos y atraer de vuelta su mirada para que se vieran a los ojos.

-Tú nunca te has apartado del mío... y yo...- sonríe nerviosamente y baja un poco la mirada -Nunca me di cuenta, de nada... pero ahora que, tú sabes, descubrí todo esto...- finalmente regresa sus ojos a los del francés -Tendría que ser el tipo más estúpido del mundo para alejarme de ti. Y, oye, puede que sea un estúpido, pero no tanto.- dice riendo.

Habiendo terminado, termina el recorrido que había hecho la cara de Sebastyan hacia la suya y le da un pequeño beso de nuevo, apenas un piquito. -Nunca lo haré... te lo prometo.- le dice casi susurrándole, pasando sus dos brazos por el cuello ajeno y jalandolo suavemente hacia él.

Las palabras del australiano retumbaban en su pecho y al acabar de decir la ultima frase y sentir los pesados brazos del carrier, se dió cuenta que estaba consumando algo que era invaluable.

"Ahora eres mio...?" pensó para si mismo volteando a ver sus ojos. No podía creer, esperaba despertar por tropezarse por su ridiculo gorro. Una sonrisa completa invadió su rostro y se paró de puntitas para alcanzar sus labios y correspnderle el piquito.
- No quiero apodos ridiculos tampoco....- dijo algo serio pero luego quebrandose en lagrimas.

Eran lagrimas de años y años de espera para este momento. Tambien, diluidas entre las lagrimas de felicidad estaban lagrimas de angustia. Esa angustia que uno siente cuando pasa algo inevitable como la muerte de un ser querido o de una materia reprobada por Caroline Granth. Quería que este momento durara para toda la vida.
- Si algo fuera a pasar en este momento, que pase... - dice recargandose en su pecho - Podria morir feliz...

Suspiró diciendo esto y pensó que probablemente la verdad llegaría pronto. La vida le ha demostrado que un puño de felicidad atrae dos kilos de tristeza... solo esperaba poder disfrutarla más.
- Podemos... ir al cine... ? - murmura el francés algo apenado, aun secandose las lagrimas.

Cuando sintió a Sebastyan sollozar no supo qué hacer. No sabía qué pasaba. Acaso había pasado TANTO tiempo sin que él se diera cuenta de nada? Lo abrazó más fuerte, tan fuerte que pudo haberlo exprimido por completo, y después de que el rubio dejara escapar su deseo de muerte, Hazel simplemente le dio un pequeño beso en la frente.

-Podemos hacer lo que tú quieras...- dice apartándose un poco y secando las lágrimas de un ojo de Sebastyan con su mano. - Hoy es tu día especial... recuerdas?- agrega sonriendo y jalándolo de nuevo hacia él.

En ese momento, el pelirrojo se dio cuenta de cuál era la razón por la que había nacido. Era para estar ahí, justo ahí. En medio de Canterbury, escondidos de los ojos del resto del mundo por un par de casas de paredes de piedra blanca, y juntos, unidos en un abrazo que el joven capitán no quería que terminara nunca.
- Pero... espera... hay que quedarnos aquí un poco. Sólo un poco más...- susurra luego, apretando un poco más fuerte a Sebastyan. Jamás se había sentido así. Jamás había estado con alguien a quien realmente quisiera, no de esa forma. Por un segundo, deseó que todo lo que estaba pasando alrededor de ellos no fuera cierto, que no hubiera Instituto, ni guerra, ni Mugby, ni nadie más. Deseó que pudieran estar tranquilos para siempre...


Eventualmente tuvieron que salir de su escondite, aunque no tenía idea de cuánto tiempo había pasado. Sólo sabía algo: no había sido suficiente, pero el Sol ya había empezado a descender y tenían que regresar al Instituto eventualmente. Pero no sin antes pasar al cine. Sería la cereza en el pastel para ese día. Sería su primera cita como...

"Espera... qué?" pensó cuando esa última idea cruzó por su cabeza.

-Oye...- dice bajito mientras caminaban por el centro de Canterbury, ahora mucho más juntos. Aunque por la petición que había hecho Sebastyan, había intentado no dejarse llevar ni abrazarlo o tomar su mano. Acercó un poco su cara a la cabeza ajena y habló aún más bajito -Entonces... ahora somos... tú sabes... novios?- pregunta sin poder controlar un enorme sonrojo en sus mejillas.

- Pues nadie me ha dicho nada de serlo - dijo Sebastyan acomodandose los lentes, ya un poco mas acostumbrado a la situación - Podria ofenderme y llamar a la policia u_ú

En verdad no le interesaba siquiera que en ese momento que le dijera "Me voy a casar con Rhia". Para él, esos labios ya habian sido profanados. El francés camina cruzado de brazos y en silencio, como si esperara una especie de declaración o algo.
- Te escucho, Korhonen...

El pelirrojo abre grandes los ojos mientras ve la espalda del francés adelantarse con el cabello meciéndose en el viento. Luego, arquea una ceja y una media sonrisa se dibuja en su cara.

"Juguemos entonces..." piensa divertido, luego empieza a caminar despreocupadamente para alcanzar a su aún-no-oficialmente-novio y, con una expresión desinteresada, sigue hablando en un tono casi burlón.

-Aaah, bueno... si quieres puedes llamar a la policía...- dice llevándose los brazos a la nuca y cerrando los ojos altaneramente -Pero te advierto que van a terminar arrestándome, porque voy a confesar y a evidenciarme ahí mismo de robo en primer grado.- prosigue abriendo sólo un ojo para ver al rubio. -Porque aparte de los que ya te robé, te voy a robar otro beso... y otro y otro y otro y otro, hasta que ya no puedas darle uno a nadie más, y entonces sabré que esos lindos labios tuyos sólo van a ser míos por toda la vida.

Después de decir eso, se detiene algo al frente de Sebastyan como para cortarle el paso, y se agacha un poco para que sus caras queden al mismo nivel, acercando lentamente la suya a la del francés. -Pero eso nada más si quieres ser mi novio... si no, pues supongo que me iré libre y sin cargos...- agrega sonriendo pícaramente - Entonces... qué tal? Somos novios y me das chance de dejarte sin besos para nadie más?

El rostro de Sebas estaba completamente rojo para cuando terminó, hundido en sus hombros y viendolo con un gesto de molestia, incomodidad y nervios. Puso su mano sobre la del mas alto y lo hizo para atras, retirandolo de su espacio personal.
- E-Esta bien! Es suficiente con eso
Cruzandose de brazos y cerrando los ojos, el frances piensa bien lo que va a decir, teniendo como ultimo pensamiento un "disfrutalo" y cerrando un par de puertas que no necesitan ser abiertas por el momento. Soltó un suspiro y volteo a verlo.
- Esta bien, acepto ser tu novio.. - dice intentando no desviar la mirada - Pero ya te dije!! T-Tienes que prometerme esas tres cosas!!...

La reacción de Sebastyan hizo que el pelirrojo dejara salir una risa divertida muy infantil. Mientras retrocedía un paso levantó una mano en señal de juramento y dibujó con el dedo de la otra una cruz sobre su pecho. -Lo prometo y lo juro!- dice aún riendo un poco. -Aunque... yo también tengo una condición!- agrega levantando el dedo índice.

- Ya sabes que no soy muy em... paciente. Así que si derrepente ves que me está costando trabajo "contenerme", nada más no me vayas a pegar >_>. Bueno... no tan fuerte...-

Después del despliegue de pena que acababa de dejar ir Sebastyan, el pelirrojo estaba seguro que había encontrado una nueva afición, pero sabía que le traería mucho dolor a la larga. Era mejor prevenir antes de terminar muerto por una tormenta eléctrica cayéndole encima toda de golpe.

Sin darse cuenta, ya habían caminado lo suficiente para llegar al cine.

El frances le sonrie y se vuelve a sonrojar al escuchar la voz del australiano. Le pokea el pecho y lo ve bastante serio.
- No te preocupes, no te daré ningun motivo por el cual quedes ansioso, ahora será mi... deber.. - dice dandose cuenta de lo que acaba de decir y tragando saliva. Pensando en lo que acaba de decir.

Suspiró y lo volvió a observar.
- Gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo... - dice recargandole la cabeza en el brazo - Esta bien si vemos una pelicula... tu sabes... algo que te guste...

Los ojos de Hazel se fueron abriendo grandes grandes mientras Sebastyan soltaba aquellas palabras. Por un segundo, el pelirrojo pudo sentir sus rodillas doblarse mientras pasaba saliva pesadamente y sus mejillas y orejas se calentaban como ollas hirviendo té.
Con un MUY sonoro "AHEM" el chico cubre su boca con un puño mientras voltea al otro lado sin poder evitar que mil imágenes algo... emocionantes pasaran por su cabeza en ese momento. Antes que pudiera alejarlas, el rubio se recostó en su brazo, y el sentirlo tan cerca hizo que el carrier soltara un bufido de aire caliente.

-Eeer~...- deja escapar nervioso. Llegó a su cabeza el recuerdo de apenas hacía una semana, cuando sintió por primera vez esa urgencia sólo por ver a Sebastyan. Una risilla nerviosa sale de su boca, intentando disimular -Haha~ n-no tienes que agradecerme nada... yo estoy más feliz...ahem... ahora mismo, erm... SÍ! La película, la película >_>...

Hizo un ENORME esfuerzo por pensar en una película que tuviera MUCHAS ganas de ver, intentando distraerse de las ideas. Finalmente, recordó un título que había esperado con algo de ansías. Si bien no esperaba que fuera una buena película, el factor comedia explosiva de acción lo valía. -Aaaah, de hecho, sí! Quería ver The Expendables 2!! Te acuerdas? En la que salen Arnold y Stallone y... Chuck... Norris...- empieza a bajar el tono de voz pensando en lo ABURRIDA que sería esa película para el rubio. Finalmente, hace una mueca pensativa y prosigue -No! Sabes qué? Te dije que hoy sería tu día especial y te lo voy a cumplir de pé a pa! Vamos a ver lo que tú quieras! Ven, anda...- dice cruzando su brazo con el de Sebastyan y jalándolo hacia la cartelera para ver los títulos. -Mira... Dreams of a Life... suena así todo profundo y así... o ESA! Samsara! No tengo idea de qué signifique! Quieres verla?- pregunta sonando mágicamente estúpido.

Ciertamente esas dos peliculas sonaban mucho mejor para el francés, pero al ser este su dia especial, quería simplemente estar a gusto con él. Ni siquiera había podido leer de un solo golpe el nombre de la segunda pelicula cuando ya se veia algo confundido.
- Pues si quieres ve a ver Samsara, yo iré a ver The Expendables 2 - dice comenzando a caminar - No había mejor manera de jalar a alguien como Hazel que eso. El haría hasta lo imposible por satisfacerlo, sin saber que solo necesita ser él y cubrirlo con esa aura de inocencia y barbarismo que lo caracterizaba.

- Que te diviertas - dice casi entrando al cine para esperar al "bisonte", como lo llamaba Igor en dirección suya.

-Och! Bueno, quién te entiende!- responde el pelirrojo enfurruñándose y cruzándose de brazos como niño chiquito al mismo tiempo que empieza a caminar detrás de Sebastyan.
Obviamente, el berrinche le duró como 3 segundos. En cuanto se sentaron (en la fila más alta de hasta atrás para que ningún idiota le tapara a Sebastyan), Hazel ya estaba golpeando el suelo con el talón como tic nervioso por la emoción de ver la película.

Cuando las luces se apagaron, y aprovechando el sonido de los cortos y su locación en la sala, el australiano hizo trampa. Le pasó un brazo por el cuello a su novio (que bien se sentía pensar en esa palabra, por alguna razón) y empezó a darle piquitos en el cachete, recargando su cabeza en la del rubio de vez en vez.
Era tan raro... tener ese tipo de cercanía con él. Habían pasado casi ocho años de apenas tener algún tipo de contacto. Cuando eran niños él era más torpe para esas cosas, y solía darle abrazos casuales, tomar su mano para llevarlo a algún lado, taclearlo cuando jugaban, pero con el tiempo fue aprendiendo que a Sebastyan simplemente no le gustaba que lo tocaran. Y ahora... era como si estuviera compensando por todos los años en los que se contuvo para demostrarle su cariño. Ahora se lo demostraría MUCHO cada que pudiera.

Por fin la película empezó, y si bien las caricias y los besos se hicieron un poco menos frecuentes porque las explosiones tenían como el 70% de la atención del pelirrojo, no se despegó ni un milímetro de Sebastyan por las dos horas que duró la función. Le comentaba cosas sobre la película al oído cuando se le ocurría algo, y reían un poco.
Cuando terminó y los créditos empezaron a correr, Hazel Korhonen llegó a la conclusión de que nunca en su vida se había sentido tan cómodo y tan pleno como en ese momento.

No podía creer todo el cariño que Hazel le daba. Sentía como se derretía cada que olia su cuerpo, cada que él se acercaba a besarlo. No pensaba que en algun momento podría tener una relación en la vida y poco a poco se dejaba llevar.

Cuando la pelicula comienza no puede creer lo mucho que le suben a esta clase de films. Pasaba mas tiempo disfrutando la alegría del pelirrojo que la misma pelicula, asintiendo cada dato que le decía.

"Si así fueras para Historia.." dijo el francés a si mismo viendo la cantidad de información basura en su cabeza. Rió un momento y en cierta parte deslizó su mano hasta la suya para mantenerla así todo lo que restaba de pelicula.

Al llegar los creditos, recargó su cabeza un momento antes de que encendieran las luces. Sentía tenerle algo de molestia al tiempo por seguir avanzando y aprovechó para dalre un beso en la boca y luego alejarse.
- Bueno.. será mejor irnos - respondió levantandose y tomandolo de la mano - Jamas pensé que diria esto, pero fué divertido...

Le correspondió el beso y se levantó junto con él, estirándose y bostezando un poco. -Aahaha, en serio te gustó? No te creo!!- responde el pelirrojo mirando hacia los lados para ver a la gente que empezaba a salir de la sala. Quería quedarse en la sala para seguir apapahando a Sebastyan... pero también tenían que volver a buena hora o se meterían en problemas.

Aunque, de hecho...

El pelirrojo se quedó pensando un segundo, y lentamente una sonrisa se formó en su cara.
-Oye...- dice bajito, acercándose al rubio para susurrarle -Si nos vamos al dormitorio, ahí también podemos estar solos y nadie nos verá... corremos al camión? XD- no pudo evitar reir como niño por lo desesperado que debía sonar, pero es que en verdad quería seguir pasando tiempo con Sebastyan de esta forma... sabía que mientras estuvieran en clases no podría hacerlo, y quería aprovechar todo lo que pudiera. Hazel le tiende una mano al rubio con una sonrisa, insinuando que lo de correr al camión iba en serio...

Sebastyan titubeo por un instante aquella propuesta. No por faltas, sino por nervios de que lo que pudiera pasar. Tragó saliva y meditó por un momento para luego tomar la mano del australiano.
- De acuerdo.. pero tranquilo.. - murmura un poco incomodo - Parece que vas a recibir herencia!

Dicho esto, apretó la mano como señal de existencia y avanzó. No quería perder ese camion.

Realmente, no quería perder mas el tiempo y recuperar el perdido...

Al tomar su mano, el pelirrojo sólo sonrió. Esto era como nunca antes había experimentado algo en su vida. Jamás se había divertido tanto, jamás había nada tanto como ese día. Ese día había estado nervioso, cómodo, alegre, expectante, triste, inquieto, enojado, embelesado, sorprendido, emocionado, y finalmente, feliz. Y todo eso como nunca antes lo había estado.

Los pensamientos pasaron por su cabeza mientras daba zancadas por el cine, riendo estúpidamente, jalando del brazo de Sebastyan por segunda vez ese día. Y de nuevo, era justo como cuando eran niños. Miró hacia atrás para ver al rubio, y vio esa misma sonrisa. La misma sonrisa que hacía unos 6 años hizo que en ese entonces, en su tierna e inocente mente, pensara que haría lo que fuera por ser amigo de ese niño tan serio sólo por verlo sonreir.

Apenas si llegaron al camión antes de que el de esa hora partiera. Después de ese sólo saldría otro más por ese día, así que el pelirrojo se llevó los dedos a la boca y silvó para detenerlo antes que acelerara. Ambos subieron con el mismo ímpetu que llevaban, y una vez más se dirigió a los asientos de hasta el final. Esta vez no estaban solos en el camión, había algunos alumnos que se dirigían al Instituto, por lo que Hazel se esforzó por guardar la compostura. Aún así, disimuladamente tomó la mano del rubio una vez que estuvieron sentados, regalandole una sonrisa. Una vez que estuvieron sentados y tuvo que contenerse, llegó a la cabeza del pelirrojo la idea de lo qué podría pasar una vez que realmente estuvieran totalmente solos. Pasó saliva y sintió cómo su estómago empezaba a indicarle lo nervioso que lo había puesto esa idea.

"No, no... si haces algo así te matará..." pensó para sí, prometiéndose que no intentaría nada que incomodara a Sebastyan.

El camión arrancó y empezó a avanzar por los campos de Inglaterra mientras el sol dejaba ver los últimos rayos de ese día. Mientras el auto avanzaba y podía ver el cielo teñirse de morado y azul obscuro, Hazel empezó por fin a entender lo enorme del asunto. Aún le costaba trabajo entenderlo y creerlo, pero la sonrisa estúpida no podía borrarse de su rostro. Pensó en lo nervioso que estuvo en la mañana y todo lo que tardó arreglándose. Qué increíble que al final hubiera dado fruto.

"Nick va a regañarme tanto... hahaha" pensó feliz mientras el autobus se perdía en la carretera y sus ojos en la cara de Sebastyan.