5:30 de la mañana. Después de levantarse a duras penas y mojarse la cara, Hazel se vistió con sus ropas de deportes y se alistó para dirigirse al gimnasio. Como ahora el toque de queda no los dejaba estar fuera pasadas las 8, no había forma de llevar entrenamientos después de clase, así que tenía que llevarlos en el único otro tiempo que era posible, aunque fuera una tortura levantarse en las mañanas. Afortunadamente para él, Sinmara siempre estaba despierta. Era raro eso de que los espíritus de las armas no dormían, pero resultó ser útil al final, ya que la niña NO SE CALLABA por más que el pelirrojo intentaba taparse los oídos con la almohada.
Cuando por fin se hubo despabilado, tomó a su nueva compañera y se dirigió al gimnasio subterráneo, como había acordado con Kodran. Sería el inicio de un nuevo entrenamiento intensivo, preparándolo para aprender a usar hechizos de un nivel decente como los que ya dominaba aún con la imposición mágica. No sólo eso, sino también a enseñarlo a pelear contra magia sin necesidad de usarla él mismo, justo como había dicho Nick. Estaba determinado a que, una vez que la condena terminara, fuera imparable. Un mago y un guerrero digno de los neo-exorcistas o de ser un maestro en el Instituto. Y entonces... ni el Dogma tendría oportunidad....
- Oye.... tengo hambre...- dice Sinmara con voz malhumorada asomándose a su hombro mientras el pelirrojo caminaba por los jardines del instituto rumbo al gimnasio. Los soldados de la OMST ya se encontraban patrullando, y muchos se le quedaban viendo al pasar. Sabían quién era...
- Te daré de comer en el gimnasio, sí? Aquí no es... el mejor lugar para hacerlo...- le responde el chico a su espada en voz baja.
-Aaashh... hombres inútiles!!- responde el pequeño espíritu cruzándose de brazos.
Efectivamente, los guardias detuvieron al pelirrojo para preguntarle a dónde se dirigía, informándoles él de su acuerdo con el profesor Soderkvist, y entregándoles un pequeño papel que le daba permiso de dirigirse al gimnasio por su cuenta a esa hora. Con algo de sospecha lo dejaron pasar. La firma y sello de un maestro no era algo contra lo que pudieran oponerse.
Al finalmente llegar al gimnasio, el chico se sorprende al ver que Kodran aún no estaba ahí. Miró su reloj, apenas eran las 5:15.
-Madres... pues a qué hora me levantaste?!- pregunta algo sorprendido.
-Ay no sé, a la hora que me terminé de aburrir. No hay nada interesante en tu cuarto, y todo huele raro. Me culpas acaso?- responde Sinmara sentándose en su hombro y mirándose las uñas.
El chico sólo responde con un suspiro. - Sigh... pues ya qué... ah, es cierto... toma... - dice sacando de su morral una calculadora y un tubo de ensayo sin lavar. -Me los robé de la clase de laboratorio, así que más te vale que te gusten... >> porque si me cachan me meteré en problemas.- le dice a la espada mientras voltea para todas partes, asegurándose de que aún estén solos, y acercándole los mundanos objetos.
-Aay, mira, por fin eres mínimamente útil!- responde la pequeña chica abrazando ambos objetos y consumiéndolos en flamas mágicas, haciendo que desaparecieran en su consciencia. -Hmm... interesante... esa cosa de vidrio tenía residuos de algo... hmm... picante.
-Sí, no lo lavé. Pensé que te sería más interesante si tenía cosa rara pegada :B-
-Tan galaaante como siempre... - -'
El pelirrojo sólo le saca la lengua a Sinmara, para luego sentarse en una pequeña banca a las orillas del gimnasio, sacando un libro de su morral mientras esperaba al vampiro. Había decidido empezar a leer también... tal vez así se haría menos cabeza dura para las clases teóricas. Era hora de ver cuál era el escándalo que hacían todos por "El señor de los anillos"...