El nuevo vagabundo de la escuela (Privado - Clementine)

Una mujer de cabello rojo como el fuego estaba sentada en una pequeña banca en el malecón de Broken Bay, cerca de Sydney, Australia. Ella y su pequeño hijo, de apenas 6 años entonces, miraban las olas del mar por última vez antes de partir a Inglaterra. Dejarían a su familia y su vieja vida para conseguir una nueva oportunidad. Tal vez así podrían pagarle una escuela prestigiosa del mundo mágico... siempre había tenido tanto potencial con su magia, que a ella le emocionaba mucho verlo crecer y convertirse en un gran mago, tal vez hasta llegara a la corte de los 7...

Mientras tanto, el pequeño jugueteaba con un pequeño yoyo cuya cuerda tenía que activarse con mana, y entre cada ida y vuelta del juguete, miraba de nuevo hacia el mar para ver la belleza de la costa australiana.

-Blake, estás emocionado... verdad?- pregunta la mujer algo nerviosa, le daba algo de nervios que a su hijo no le gustara la idea de mudarse de continente, dejando a todos sus amigos atrás.
-Sip.- responde el pequeño casualmente -Es como una aventura, no? Y dicen que en Inglaterra hay dragones como los de los libros! Tal vez pueda ver uno... crees que haya princesas?- pregunta inocentemente volteando a ver a su madre a los ojos, quien sólo responde con una pequeña risa, sonriendole.
-Otra vez con las princesas?-
El niño hace un puchero en respuesta a la pregunta. Muchas personas le hacían burla por su complejo de héroe de cuentos de hadas... pero él estaba seguro que algún día iría a una torre embrujada, mataría al temible dragón que la cuidaba, y rescataría a doncella pura y hermosa y serían felices siempre - Qué tiene? :c-
-Nada- responde riendo un poco la mujer -Sólo me pregunto siempre qué harás cuando encuentres una... más te vale que sea una buena princesa, Blake Korhonen!- dice haciéndole cosquillas en las costillas al pequeño, quien empezó a reir alegremente.
-No no no!! No!! El dragón me atacaaaaa!!- dice mientras se retorcía por la risa. Madre e hijo siguieron jugando, eventualmente el pequeño hizo aparecer en su mano una espadita de madera algo burda y la mujer usaba sus barreras para crear formas como alas dracanianas en su espalda y perseguir al niño por la playa.
Pasaron así una buena hora, hasta que ambos cayeron cansados en la arena mientras el agua mojaba sus espaldas con cada vaivén del mar.
-Blakey...- dice la madre aún sonriendo y mirando las nubes.
-Quép? c:
-Cuando encuentres a esa princesa, sea quién sea, quiero que le des esto...- dice la mujer llevando una mano a su cuello y desabrochando un pequeño collar que siempre llevaba con ella. Extiende la mano a su hijo y lo pone en la palma del pequeño, poniendo la otra mano propia sobre la de él para que el pequeño relicario quedara cubierto por completo. -Eres un buen chico... estoy segura que sabrás elegir.

El niño ve con curiosidad el objeto en sus manos, y cuando su madre hubo retirado las suyas, lo deja colgar de sus dedos encima de su cara, para verlo. Era un pequeño relicario circular, dorado. Lo había visto antes, pero jamás lo había abierto. La otra manita del pequeño lo tomó y levantó la tapa, dejando ver dentro una foto de sus padres cuando eran más jóvenes, el pelo rojizo de su madre largo y con rizos hermosos, y su padre con expresión feliz y segura. Ella con un vestido blanco y velo, él con un traje negro muy elegante.
Los ojos del pequeño se quedaron mirando la foto con una mezcla entre asombro y curiosidad. Qué raro era ver a sus papás tan jóvenes! Iba a preguntarle a su madre si en verdad eran ellos cuando ella lo interrumpió antes de empezar.
-Sólo prométeme que a la persona que se lo entregues... siempre lucharás por hacerla feliz, sí?- dice la mujer poniendo una mano con mucho cariño sobre la mejilla de su hijo. La respuesta del pequeño fueron unos ojos un poco desconcertados. Para él esas cosas aún eran un misterio, ella lo sabía, pero él lo entendería algún día. Estaba segura que lo haría...

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El sol empezó a salir a las 5:30, y el cantar de los mil pájaros que se alojaban a las afueras del Instituto empezó a hacerse más y más fuerte. Hazel seguía dormido en exactamente la misma posición en la que se había quedado la noche anterior, con un madero chamuscado debajo de su hombro izquierdo, y el otro brazo descubierto, la sudadera con la tela sintética de la manga derretida y la piel del pelirrojo enrojecida totalmente por la quemadura.

Con un par de pequeños quejidos por el dolor en su cuello y el brazo, el capitán empezó a despertar con un gesto de incomodidad, empezando a ser bañado por el sol naciente. Abrió los ojos lentamente, sin estar muy seguro si seguía en el mismo sueño que había tenido, remontándolo al pasado, o si estaba en otro lugar. Uno por uno los recuerdos de la noche anterior fueron volviendo a su cabeza, y su situación actual empezó a tener más sentido, así como el ardor en su brazo.

Vaya forma de comenzar la semana...

Sentada en las gradas, con una bolsa de palomitas se encontraba ella. Su cabello recogido con solo un mechón negro brotando como un gran cairél a la mitad de su rostro. Las palomitas entraban en su boca haciendo un ruido fuerte, como si quisieran ayudar al momento.
- Buenos dias, Tigre - respondió ella con una sonrisa, mientras le lanzaba una pequeña botella con un liquido rojizo - Bebe eso y no te muevas tanto... wooo~

Clementine observa detenidamente la quemadura. Tenia un dejo de Adam y Kodran aquel niño y ahora lo denotaba mas con esa clase de estupideces. Los fantasmitas ya habían comenzado su labor de restauración pero aun así quedaba un dejo del impacto furico del muchacho.
- ¿Mala noche? - pregunto ella acomodandose el cabello mientras comenzaba a buscar en su bolso aquel celular que Nick le consiguió. No era muy fan de la tecnologia -como la mitad de los maestros - pero servía para tener a ese hombre cerca. Probablemente era un abuso, pero alguien o algo le había mandado a ese chico y lo estaba aprovechando. Con un poco de idiotez intentó escribirle el mensaje más simple y minimalista que pudo.

"Nkic vnn al cmpo d Mugabeir. Tenems un peciente"

- Que mierdas... - dice la doctora presionando "ENVIAR" y tirandolo a lo profundo de su bolsa blanca. - Me hubieras dicho y te hubiera llevado al bar. Al menos no hubieramos estado solos pequeño.

Con cara cansada y malhumorada, el pelirrojo voltea a ver a Clementine al escuchar su voz. El sol ni siquiera brillaba aún lo suficiente para que le lastimara los ojos, así que sin problema alcanzó a enfocarla. La botella cayó a su lado en la tierra, a lo cual el chico reaccionó volteandola a ver torpemente y luego levantandola con una mano. -La peor que he tenido desde que me quedé huérfano...- dice bajito con la voz rasposa de recién levantado mientras veía el líquido rojo en la botella.

El chico voltea hacia arriba, viendo el hoyo que había hecho en las gradas. Soltando un suspiro, vuelve su mirada hacia la doctora una vez más, poniendo una carita triste que de cierta forma hacía resaltar los rasgos más infantiles de su cara -Creo que me pasé... ni siquiera recuerdo cómo terminé aquí abajo-

Dejando ir OTRO suspiro, el chico vuelve a ver la botella. -Qué es? Me va a saber a diablos, verdad?- pregunta ladeando un poco el bote como para ver si encontraba alguna cosa horrenda en el líquido.

- No - responde mintiendo dura y tupidamente la doctora. El brebaje era Licor de Enanos. Un elixir que servía como un analgesico natural entre cazadores y los mismos enanos. Su olor era delicioso debido a los materiales caseros que se utilizaban para fermentarlo. Sin embargo su sabor era tan desagradable que era mejor lamerle el excremento a una cabra en un dia de invierno... al menos para los adolescentes.

La doctora portaba una muy comoda gabardina blanca que no tenía nada que ver con la medicina. Lo cual denotaba aquella noche que aun no terminaba para ella. Su rostro traia solo un poco de maquillaje y algo de labial. No lo suficiente para parecer barata, pero si para arreglarle aquellas horas de trabajo horrendo cuidando niños que tenía que soportar.
- No soy Nick pero probablemente pueda ayudarte. Aun cuando sé que es imposible no creerlo de un rostro tan angelical como este. PUEDE que tenga alguna cura para calmar esa rabia...

Si, claro, sobretodo cuando ella hubiera destruido lo mismo de solo ver a Adam Popesku en las noticias declarando su boda con esa PIRUJA -como ella le gustaba llamarle- de Rie Lientsa. Esperaba que esa vidente perciba un puñetazo EN LA CARA la próxima vez que se reunieran en la fiesta de generación...
- Dime que te pasa, porque tanto coraje? Apuesto que tiene que ver con Kodran, ese viejo vampiro se esta añejando más rápido que el mismo Furukawa.

El chico responde con oootro suspiro mientras seguía con la vista clavada en la botella. Enchueca la boca con esa gran tristeza escapando notoria en su rostro. -No, ojalá fuera por Kodran...- responde haciendo una pausa larga -Estoy... TAN enojado conmigo mismo... Podría romper esta botella y picotearme como vago de cantina...- dice levantando la botella al aire, para luego mirar a Clementine por unos segundos, pensando en si sería prudente contarle los detalles a la doctora.

-Hice algo muy estúpido...- dice finalmente bajando el tono de su voz y agachando la cabeza arrepentido -Me las ingenié para lastimar a las dos personas que más quiero... y... una de esas dos personas es... bueno...

Lo pensó mucho. Jamás había soltado las palabras que estaba a punto de decir, pero no sentía que hubiera nada más para describirlo. Más ahora, que lo veía tan perdido y alejado...

-Creo que es el amor de mi vida...- dice con la mirada perdida en un punto del espacio. De pronto, su boca empezó a hablar por si sola. Una cosa era soltar toda la ira en un berrinche en llamas y otra diferente era hablarla. A él siempre le había costado mucho trabajo controlar ambas... -Y claro... el carrier estúpido va, le dice que sean novios, todos contentos, sí. Ah, pero no, el muy IMBECIL va y besa a su mejor amiga de la infancia! Porque, tú sabes, eso es lo más sensato que se puede hacer! Ser un completo. Y total. CRETINO!- el tono de voz del chico iba aumentando mientras hablaba, hasta culminar con lo que casi fue un grito. Después vino otro suspiro, y su cabeza volvió a colgar tristemente de su cuello.
-Jamás... jamás había visto esa expresión en su cara... se veía tan... tan triste. Tan vulnerable...- pudo sentir un horrible nudo en su garganta al reproducir la imagen del rostro de Sebastyan en su mente. Esa imagen se había quedado grabada en su cerebro... -Soy una mierda, Doc...- dice hundiendo su cabeza en sus hombros. -Y ahora... no sé... eso no se arregla con un simple perdón, verdad? No tengo idea de qué hacer... ni siquiera quiero volver al dormitorio para tener que enfrentar mi estupidez...

- Si lo eres - responde Clementine sacando otra botella igual que la que había entregado pero con un color azul -Pero eso es por tu sexo, realmente no tienes por que culparte por eso..~

Dió un trago y la mujer hizo una expresión de camionero, no había nada mejor que un poco de Whiskey con un toque de Menta para empezar la mañana. Necesitaría eso para poder evitar golpear el piso.
- Pues no podría decir que eres un estúpido, tigre, tienes que? 17 ? A tu edad se hacen esas cosas con un motivo muy grande, pfft, hablas del amor de tu vida a esa edad. Te sorprenderás de darte cuenta de cuantos "amores de tu vida" tendrás hasta que llegues a los 30.

La mujer sabía que no lograría nada diciendole las cosas directamente. Si algo había aprendido de Furukawa es que uno no puede manejar la verdad. Pero puedes guiar a la persona a descubrirlo.

"Esa es la diferencia entre nosotros y los alumnos~" sonaba en su cabeza. Una sonrisa brotó de repente.
- Pero ese no es el punto, el punto es que en vez de hacer un berrinche de algo que ya hiciste, comiences a canalizar esa energia para repararlo. ¿Que de nada te han servido las clases de Mana? Un mago negro sabe hasta donde destruir, el caso contigo, es que el corazón no se repara con mana blanco.

La mujer camina hasta donde el chico y le pone una mano en la cabeza, poniendose de cuclillas frente a él.
- El corazón se cura con amor... y la confianza sana con hechos~ ♥

La única respuesta de Hazel fue una cara eternamente triste ante las palabras de la médico. Bueno, sí, tal vez había sido algo exagerado con eso del amor de la vida, considerando que su vida no iba ni a 1/4... o tal vez sólo fuera que sonara muy exagerado. Pero era Sebastyan... el tan sólo pensar que en algún momento no estuviera ahí en la cama de al lado cada que despertara lo hacía sentir un hueco en el estómago. Le lanzó a Clementine una cara de perrito moribundo que no pudo controlar, y luego sus ojos se fueron clavando lentamente al piso, asintiendo al mismo ritmo con la cabeza apenas un par de veces.

- Ni siquiera sé por dónde empezar...- dice casi susurrando. -Haría lo que fuera, créeme, LO QUE FUERA, por él. Si tan sólo supiera que le regresaría la sonrisa a la cara sacrificaría todo. Mi magia, el Mugby, TODO. Siempre ha estado ahí, sabes? Los últimos 8 años de mi vida... es prácticamente lo único que he conocido. Y esos 8 años me esperó... esperó a que este cabeza hueca se diera cuenta de lo que sentía... de seguro sueno bien infantil y estúpido para ti, pero es que... no sé. Sólo... lo vale, sabes? Por él yo... em... ou...- el chico de interrumpió a sí mismo pensando que tal vez acababa de haber derramado más sopa de la que debía. Probablemente ya era algo obvio de quién estaba hablando...

Aun cuando la vieja y polvorienta fujoshi interior de Clementine estaba dando vueltas por todo el lugar al escuchar "él". Aun cuando sus enormes ojos grises hubieran reaccionado a las palabras de golpe, recuperó la compostura inmediatamente.

Tosió un poco y le puso una mano en el hombro para luego sonreirle.
- Hey! hey! Sólo fue un beso, no mataste a nadie. Creo que estas exagerando tu sufrimiento y eso no te va a llevar a ningún lugar! - dice la doctora dandole palmadas fuertes - Tienes que dejar de ver como hacer pucheros y dejar esas actitudes de pelicula de Hugh Granth. Dormir en las gradas y decirte que eres una mierda NO VA A REGRESARLE SU SONRIA A ÉÉÉÉÉÉL.

Hubo una pausa en ese momento...
- Pero si haces lo posible por demostrar que ese beso no era lo que tu querias, que estas arrepentido. Estoy segura que esa persona se dará cuenta y te aceptará de regreso...

El pelirrojo sonrió un poco ante el comentario de la película de Hugh Grant. Tal vez Clementine tenía razón... es decir, sí, se sentía increíblemente mal por haber roto el corazón de Sebastyan de esa forma, pero...

Cuandó escuchó "EEEEEEELLLLLLLLLLL" no pudo evitar abrir sus ojos grandes al mismo tiempo que sus cachetes se enrojecían como tomates. Bueno, ya había salido el peine... mientras que la doctora no supiera de quién se trataba, tal vez Sebastyan no se enojaría por esa promesa que lo obligó a hacer >>...

-Supongo que tiene razón...- dice bajando la mirada. Intentaba pensar en qué podría hacer para darle ese mensaje a Sebastyan: sí, la besé, fui un imbécil, pero eso no cambia que te quiero a ti y sólo a ti y no lo volveré a hacer... y si tengo que mover todas las montañas del mundo para probártelo, entonces lo haré...haré lo que sea...

Lentamente, las cejas del muchacho fueron frunciéndose con determinación, inhalando mucho aire para llenar bien sus pulmones. -Bien, eso haré! Iré ahora mismo a verlo y... y... NO SÉ!! Pero... pensaré en algo...- dice quedándose callado por varios segundos al final.

-Qué puedo hacer?! :C- pregunta luego angustiado.

Clementine no tuvo más remedio que soltarse riendo ante la determinación ingenua y poco elaborada del australiano. Le sonrió y se levanto mientras se acomodaba su ropa. Lo observó a los ojos y dió un ultimo trago del brebaje azul.
- Primero necesitas dejar que ÉL piense las cosas, que las "trague", imagina que esta situacion es como tragar un pedazo grande de la peor comida que haya cocinado Sloan Marxvelt. No es facil, tampoco rápido y tenerla ahi viendote comer no ayuda en nada. Estar a su lado ahorita solo le provocaría más dolor e incomodidad. Yo te recomiendo que te vayas y te bañes, duermas un poco y vuelvas a tu vida rutinaria. Poco a poco las cosas se irán dando y las palabras llegarán a tu boca sin necesidad de pensarlas.

Sinceramente las cosas eran más facil para ella por sus vivencias, pero tampoco era bueno hacerle ver la facilidad de las cosas o no aprendería. La doctora pone su mano sobre la herida del pelirrojo y una tenue aura rosa comienza a curar de manera casi inmediata su brazo. Uno de sus mechones comenzaba a teñirse de negro.
- Ya esta...

Miró cómo la herida de su brazo se cerraba mientras cavilaba el consejo de la doctora. Por qué sonaba tan sensato todo lo que decía? Era de una forma muy rara algo muy familiar, el toque de la mujer sobre sus brazos mientras le daba palabras de aliento. Es decir, había sido el caso desde que había entrado a tercero y Kodran lo mandaba a la camilla cada tarde, pero esta vez era diferente... a pesar de que estaba curando su quemadura en el brazo, también lo estaba ayudando a sanar en la mente. Una pequeña sonrisa se formó en los labios de Hazel, y luego miró a la doctora a los ojos.

-Gracias, Doc...- le dice bajito. -Haré eso... ya me siento algo mejor. Ya pensaré en qué hacer para que me perdone.- responde poniéndose de pie también. Era un poco más alto que ella, pero aún así sentía como si la estuviera viendo hacia arriba.
-Ah y... oiga... no le vaya a decir a nadie que, pues, ahá >>, porque si alguien se entera me va a colgar...- le agrega poniendo una mano junto a su boca como para guardar el secreto.

Clementine soltó un suspiro al terminar de curar al niño. Se levantó y elimino el polvo de su trasero con unas palmadas y le da otro trago a su bebida azul para luego carraspear la garganta. - Esta cosa esta buena! errgh!

Al escuchar las palabras del chico, la mujer sintió una vez más lo que la impulsó a seguir el camino de la medicina. Golpeó el hombro del australiano y le guiñó el ojo.
- No será fácil, tigre - responde ella - Mi pecho no es bodega y mis costos son muy grandes. Tendré que recibir muchas cajas de chocolates para VER si no se me escapa la verdad, tu sabes...

Carcajeó un poco y le dió una palmada al chico para luego comenzar a caminar. Sabía que el camino del perdón era dificil, pero no imposible. Sin darse cuenta le había regresado la vida al corazón de Hazel, pero lo más importante, había conocido al primer hombre arrepentido por haber quebrado el corazón de alguien más.

"Eres digno de mi respeto, Hazel, lucha por lo que piensas y aun si esto no acaba como tu quieres, sé que harás lo correcto..."

- Te veo en la enfermería mas tarde para un chequeo... yo que tu me daba prisa porque nos maestros no tendrán misericordia~ - dice ella, moviendo su mano y caminando fuera del campo de Mugby.