Leaving on a Jet Plane (Privado Hazel)

El no había estado ahí, no en toda esa multitud de gente. Si no había podido estar a su lado en su recuperación, no lo estaría como un alumno mas. Fue entonces cuando lo vió irse, alejarse de la multitud después de vertir su corazón frente a la estatua de Gustav. Esa escena simplemente lo llenaba de ira.

Caminó lentamente pasando de lado con aquel traje que hacía resaltar su atuendo negro. Pero su rostro estaba tranquilo y sano a diferencia de los otros dos.

Avanzó hasta llegar a donde veia a ese hombre fragil y se detiene antes de lo vea.
- No voy a permitir que sigan muriendo jovenes inocentes por ese hombre y sus intenciones secretas... - dijo aquella voz sin ninguna clase de emoción. - No voy a permitir que esto se siga expandiendo...

Su rostro estaba como siempre, frio y calculador. Su cabello amarrado en señal de respeto mostrando esas falsas orejas humanas y ese rostro tan blanco como la nieve.
- Voy a irme del Instituto Furukawa...

Sus pasos se detuvieron lentamente al escuchar aquella voz hasta quedar totalmente quieto. Ni siquiera pudo mantener su propio peso, sus piernas se doblaron al escuchar esas palabras, y sin tiempo de voltear, cayó de rodillas al pasto, con los brazos lánguidos a sus costados, sonando el ligero choque de las placas metálicas de su brazo derecho.

Su boca se movió por varios segundos antes de que pudiera mencionar palabra, y ahí, en la soledad que los rodeaba a él y a Sebastyan, las lágrimas finalmente se dejaron venir como una tormenta.

-Q...qué... qué estás diciendo?- fue lo único que alcanzo a responder con la voz cortada. No. No podía hablar en serio. No podía dejarlo el único pilar que le quedaba, no podía irse la única cosa a la que podía aferrarse para no caer en un agujero negro del que jamás se levantaría.

Sebastyan estaba derrumbandose al ver su rostro.

Tenia tantas ganas de verlo a la cara, al fin, después de una semana llena de angustias. De haber tenido que ceder su lugar a la mujer que menos deseaba que lo tocara, que se le acercara. Apreto los puños para evitar que esa escena lo detuviera, que le terminara de ablandar el corazón. Su decisión era una vez, una base de mentiras.. pero no podía llevarselo, no por el momento.
- Necesito que seas un hombre, Hazel - le dice intentando ser fuerte - Tengo que hacerlo por tu bien, el de Schwan y el de toda la escuela...

El francés desvia la mirada mientras recuerda aquellas visiones que obtuvo de Ainé. Todo esto giraba alrededor de Noah Fenian, pero Furukawa no había dicho nada y se negaba a hablar. Todo estaba mal pero de él no sacaría nada.
- Necesito hacer las cosas a mi modo.. no al tuyo...- dice limpiandose los lentes - Por eso debo irme... tu debes quedarte aqui y seguir adelante. A final de cuentas tienes a.. Rhia para eso...

Aun cuando no quisiera involucrar sentimientos, el simple hecho de pronunciar su nombre le daba acidez..
- Tienes que cuidar a Scwan.. a Noah... por mi... ¿De acuerdo? - dice cambiando la voz mientras se acerca a él y lo ayuda a levantarse - Por favor..

- Yo...- apenas pudo susurrar Hazel en respuesta. -N-no, no puedes... Sebastyan... no te lo voy a permitir...- dice con una severidad tan gutural que su voz casi se ahogaba en su garganta mientras se aferraba de los brazos del rubio - Tú me prometiste que no lo harías solo... me prometiste que... que te alejarías de todo esto... que...-

El pelirrojo hizo una pausa, mirando en un instante al pasto bajo sus pies, y luego viendo a Sebastyan con los ojos llenos de lágrimas, lágrimas de coraje y desesperación. - Si te pasa algo a ti también... si algo llega a pasarte...- sólo de pensar en ello el pelirrojo sintió morirse una vez más. No pudo contener el torbellino de emociones que lo dominaba, y jaló a Sebastyan de un brazo para abrazarlo con fuerza. - La única razón por la que sigo aquí... es porque temí, Sebastyan... temí que si moría jamás iba a verte sonreir de nuevo. Ahora que yo ya no puedo hacerlo... no puedes irte tú solo... no puedes...

La desesperación en la voz del pelirrojo era casi palpable. No podía soportar la idea de cargar con esa culpa él solo. Aunque en su corazón, una tormenta de sentimientos encontrados lo asaltaba, puesto que estaba convencido que sólo podía hacer que quien lo siguiera muriera. Pero sabía que si Sebastyan se metía en esto él solo...

Necesitaba hacerlo... no podia...
Pero tenía que hacerlo...

El elfo sacó de algun lugar muy lejano la fuerza suficiente para alejar a Hazel, sus ojos denotaban molestia, una molestia que jamas había notado.
- DEJA DE CREERTE EL CENTRO DEL UNIVERSO! - grita Sebastyan intentando contener las lagrimas - ¡Siempre crees que eres el unico que se puede cuidar! El unico que puede aventarse a la aventura.. ¿Quien te dijo que eras el unico que puede proteger? ...

La ira falsa que ahora recorria por su cuerpo, era lo necesario para poder hacerlo retroceder.
- Tu crees que yo no temia no volver a verte sonreir? Siempre crees que todo es de tu lado. "Hazel el destructor de amigos", "Hazel el que se lanza para que nadie se ponga en peligro"... ¿Que diablos pasa por tu cabeza cada que te pones en peligro? ¡Con que cara te atreves a decirme que no lo haga!

Las lagrimas comenzaban a brotar de sus ojos, ya no podía más... sintió como su concentración se iba y poco a poco dejaba mostrar su rostro verdadero.
- Tu no entiendes nada.. nunca lo has entendido.. - dice mostrando frente a él su verdadero ser - ahora todo se arruinó... espero que entiendas algún dia..

Sin decir más, el elfo observa una vez más al amor de su vida y sin querer escucharlo siquiera pronunciar su nombre comienza a correr... lejos de él...

No supo qué hacer.

Jamás lo vio así, jamás en su vida lo había visto perder el control, y una a una, sus palabras fueron rebanando su alma, cayendo las partes al vacío de la nada.

Y luego, lo vio. Vio claramente en su rostro aparecer esas líneas, y de entre sus cabellos lentamente brotar esas largas y puntiagudas orejas. La expresión del pelirrojo se congeló, y su mirada se perdió en el espacio, petrificando esa imagen en su retina. Esa imagen de la persona que más amaba en ese mundo convirtiéndose en aquello que más odiaba.
Pero no pudo pensar. No pudo con nada. Sus piernas cedieron y cayó como peso muerto en el césped, viendo como la cola de cabello rubio se mecía de un lado a otro con el correr de ese elfo que había decidido irse, llevándose con él la última pizca de humanidad que quedaba en Hazel Korhonen.