Happy Birthday ~ Privado (Rhia, Socrates, Aris)

Había mirado la nota una y otra y otra vez después de tenerla en su mano gracias a su compañero de curso, con una sonrisa algo torpe. Últimamente parecía que el destino se empeñaba en que ella y Luke conversaran más y convivieran como buenos compañeros, cosa que no había sucedido mucho en los últimos cinco años. Recordó la carita de niño que había notado en el demonio el primer año y la forma en que todas las niñas de su salón se embobaron con él de inmediato, con él y con Hazel, claro, hasta que éste último dejó ver su poca cordura y mínimo cuidado con lo que hacía. Sin embargo al llegar al edificio de la Fraternidad esfumó esos recuerdos para mirar hacia el techo. Podía caminar hasta arriba y cansarse mucho o usar magia para llegar y agotarse igual. Suspiró al mirar la nota una última vez antes de guardarla en el bolsillo interno de su falda negra para elevar la mano y crear una soga flexible que se disparó hacia el techo sujetándose con una pinza del borde que luego la jaló hasta allá. Al llegar dio un salto para apoyarse con las manos en el borde y dar una voltereta doble para caer finalmente en el techo.

Miró a todos lados sin encontrar la figura de hijo y caminó hasta una mesa pequeña notoriamente hecha con mana que la hizo sonreír ampliamente. Claro, ¿cómo iba a olvidarlo su hijo? Una lágrima rodó por su mejilla pero fue quitada rápidamente mientras se acercaba a ver el pastel. No podía dejar de sonreír tontamente ante la idea de tal detalle. Siempre sus cumpleaños los pasaba en Little Monsters, al menos unas horas de éste de ser entre semana. La acompañaba Hazel y festejaban con Noah & Aris. Se acomodó un mechón de su rubio cabello tras la oreja y estiró la mano para tocar suavemente con dos dedos uno de los obsequios que yacían ahí mismo.

Mientras curioseaba encontró una pequeña caja que no dudó en tomar, el papel no era demasiado llamativo, pero le recordó el cambio drástico que ella misma se había inflingido, de peliplata a rubia, justo como cuando era niña. Se preguntó si Noah se sentiría mal de verla rubia, pensó que no había considerado los sentimientos del más pequeño, quien la había conocido con el cabello plateado, como el de él mismo.

Antes de poder seguir divagando con eso escuchó la carrera del pequeño Sal y al girarse para verlo apenas pudo mantenerse en pie por la estampida, pero soltó una risa muy feliz, muy sincera. -¡Hey!- Saludó emocionada antes de agacharse un poquito para besar la mejilla de Noah, escuchando de pronto el ruidoso espectáculo de Aris. Ver en ese instante ese despliegue de mana la hizo sentir un suave calor en el pecho. Se agachó para sujetar por las axilas al pequeño demonio y lo alzó para dar vueltas con él, aunque había crecido mucho en los últimos meses. -¡Wow, pero qué grande te pones día con día!- Exclamó para luego bajarlo y observar la timidez del amiguito de Noah.

-Hola Sócrates.- Saludo recordando el paseo a Londres. -Muchas gracias por tus buenos deseos.- Extendió el brazo derecho y le hizo una pequeña caricia en la cabeza cariñosamente. -Ahora, ¿Todo esto es para mí?- Preguntó mirando todo sobre la mesa y riendo un poco, de felicidad.

-¡Pastel!- Gritó entusiasmada mientras se sobaba el estómago divertida. Entonces fue cuando Noah señaló el regalo que antes ella había observado, así que sin pensárselo dos veces lo tomó y lo abrió. Le costó bastante, inclusive pensó en usar mana para desatarlo, pero el pequeño peliplata sabía que no debía hacerlo, así que para que no la regañara mejor lo hizo a la usanza darkha. Cuando lo hubo abierto observó el listón sin entender muy bien. Pensó en un lazo para gimnasia, pero habría sido de colores o al menos más colorido sí, por lo que miró al pequeño con una ceja alzada, sorprendiéndose al notar que dentro de la caja había un papelito.

Fue hasta que leyó la historia que la recordó. Era una historia vieja que ella misma había escuchado siendo una niña en Little Monsters y que años después había contado. Curioso que no lo hubiese recordado cuando vio el listón. Pero mientras leía en silencio un par de lágrimas se escaparon de sus ojos miel para recorrer sus mejillas blancas. -Noah…- Susurró dulcemente antes de agacharse para darle un fuerte abrazo, lleno de amor y de cariño. -Es el mejor regalo del mundo. Lo atesoraré siempre.- Prometió apretando más el abrazo antes de alejarse un poquito, riéndose mientras se secaba las lágrimas. Extendió la mano derecha mostrando su muñeca para entregarle con la izquierda el listón, en señal de que se lo colocara.


Una vez puesto dirigió su mirada hacia los pequeños demonios y rió al notar que Sócrates había sido invadido por la nostalgia. Sin poder contenerse se acercó a él y le dio un pequeño abrazo. No quería invadir demasiado su espacio personal, y no conocía su personalidad del todo, pero le alegraba mucho que Noah hubiese hecho amigos en Furukawa y que éstos fueran solidarios, acompañándole inclusive a ese tipo de cosas.

-¡Comamos pasteeeeeel!- Gritó tras soltar al demonio para luego tomarle la mano a Aris dirigiéndose a la mesa. -A veeeeer, enciende las velas, Noah.- Pidió observando el delicioso pastel.