El tipo más estúpido del mundo (SUPER privado 8U - Sebastyan)

Con paso torpe y tambaleante, el pelirrojo fue subiendo lentamente las escaleras que llevaban a su dormitorio, donde de seguro estaría él, esperándolo inocentemente. Sólo se había quedado atrás para ayudar a Clementine... cómo había pasado esto? Cómo había logrado meter la pata TAN adentro que terminaría lastimando no sólo a la persona que más le importaba, sino también a su amiga más antigua?

Con una mano en la frente y un gesto mórbido y torcido por la culpa, los pies de Hazel finalmente lo llevaron a la puerta de su habitación. Su mano se quedó suspendida sobre la manija por una eternidad, el pelirrojo sumergido en la incertidumbre de qué pasaría con su felicidad.
Miró la perilla apretando los dientes, y al final ni siquiera pudo tomarla. Tan sólo de pensar en la cara de Sebastyan...

Dejó ir su cabeza contra la puerta sin pensar, provocando que un sonoro "TOC" se dejara escuchar, aunque él no se dio cuenta. Estaba tan hundido en sus pensamientos que no notó absolutamente nada.

"Cómo lo lograste, Hazel? Cómo lograste llevar a dos personas a la última dicha y ahora haces que se vayan en caída libre hasta el fondo del pozo?" se pregunta en su cabeza sin quitarla de la puerta...

Sebastyan había tenido un buen dia, pero muy exhaustivo. No había podido ver a Hazel en todo el día ya que el chico tenía planes del otro lado del campus. Le ponia algo triste alejarse de él pero tampoco era inmaduro y entendía sus obligaciones, por lo que decidió distraer su mente con otras actividades como hacerle una canasta de muffins con moras del maestro Montau (a quien tuvo que preguntarle si no eran sus hijos o algo así... resulta que no todos los árboles son él, pero aun asi puede sentirlos).

Pasadas las horas decidió recostarse en su cama mientras leia, no se dió cuenta cuando un profundo sueño lo atrapó, participe de horas y horas de estudios y trabajos escolares. No fué hasta que el "TOC" de la puerta lo reanimó un poco y después de recuperar un poco la conciencia logró levantarse para acercarse a la puerta.

Al abrirla sintió la madera más pesada y se dió cuenta que había alguien. Inconscientemente la dejo ir y vió a alguien caer de golpe al piso. Era Hazel quien parecía haber estado recargado sobre esta.
- Hazel? .. Que pasa? Estas bien? Olvidaste tu llave?

Apenas si pudo reaccionar cuando la puerta se abrió y todo su peso se fue de lleno hacia el frente. Alcanzó a meter las manos a pesar de la sorpresa, pero al escuchar la voz de Sebastyan sus rodillas se doblegaron y no se pudo levantar. Sin darse cuenta él, su respiración empezó a hacerse más agitada y más sonora.

-No, es que... yo... -- balbuceó nerviosamente sin levantar la vista.

Muy bien, ahora estaba ahí... y ahora qué? Tenía que voltear a verlo, mirarlo al menos. "Qué vas a hacer, Korhonen? Vas a decírselo o vas a llevarte el secreto a la tumba?" pensó tontamente como coyote asustado intentando escapar de la nube de tormenta que se avecinaba, pero al juntar todo el esfuerzo del mundo para girar un poco su cabeza y captar apenas un vistazo de la cara del rubio, todo posible intento de mentirle se vino abajo incluso antes de ser concebido.
No podía; simplemente no podía hacerlo. No podía fingir ante él que todo estaba bien. Tenía que confesárselo o jamás podría verlo a los ojos. Y él lo sabría, no sabía cómo pero de seguro lo sabría. Siempre sabía todas esas cosas...

-Sebastyan... Hice algo malo...- dice casi en un susurro regresando la mirada a la alfombra del dormitorio. Ahora sí ya no había marcha atrás.

El estomago de Sebastyan se levanta y siente como una cubeta de agua fria cae sobre él. Intentando siempre mantenerse frio se acomoda la garganta e intenta ayudarlo a levantarse. Podia sentir el miedo de la incertidumbre apoderarse de él, pero todavia aprovecha el tiempo para mantenerse estable, como si nada le pasara.

Era natural, cuando su pilar flaqueaba, el se volvia fuerte... aunque el miedo fuera su principal motor.

- Que pasa? Estas sudando y estas palido... - responde el frances tranquilamente - Anda, cuentame que sucede...

Miles de situaciones y escenarios corrian por su cabeza, desde haber perdido algo hasta haber encontrado sobre su secreto. Intentaba librar su cabeza de los cientos de posibles motivos por los cuales Hazel estaba así.

Lo que más lo asustaba siempre era la sinceridad de Hazel. El sentimiento de culpa de saber que el le guardaba más secretos de los que el pelirojo pudiera contar...

Se dejó ayudar a levantar por el rubio casi como si fuera un muñeco de trapo. Sentía sus piernas muy débiles y su estómago está invadido de un revoloteo insoportable. Cuando por fin estuvo de pie, vio una vez más la cara de Sebastyan, tan seria como siempre, y sintió cómo se iba al suelo otra vez, sólo que esta vez logró controlarse y se apoyó con una mano en la cama, para quedar sentado, clavando inmediatamente la mirada en el piso y llevándose una mano al pelo estresado.

-Fui... fui un completo idiota... yo... ni siquiera sé qué decir...- dice con la voz temblando. Cómo se lo diría? Cuál era la forma correcta de decirle a tu novio que habías besado a la mujer que odiaba?

Intentó mirar a Sebastyan una vez más, pero era imposible. Desvió la mirada casi inmediatamente hacia la pared.
Pero tenía que decírselo...

-...Yo... besé a Rhia...- dice con la voz ahogándose en su garganta. Pudo sentir cómo sus ojos se empezaron a calentar y a mojarse un poco. Jamás en la vida se había sentido TAN mal por algo. Jamás.

Hubo un hueco en esa parte de su timeline.

Era como una especie de huevo en donde todo se detuvo por un momento. Seguido por un cumulo de emociones empezando por los ojos mas fragiles que posiblemente haya mostrado el frances. Era un rostro de vulnerabilidad completa, de tristeza, de como se partia su corazón una y mil veces al repetir en su mente las palabras de Hazel. Duró solo un instante antes de perderse entre cabellos rubios y el reflejo de la luz en sus lentes.

Después de aquel fino corte que lo había matado, vino la calma y luego la tranquilidad interna. No había sido su mayor miedo y eso lo tranquilizaba. Era como haber perdido algo valioso y haberlo encontrado. Un alivio menor que no calmaba el suceso, eran diferentes areas.
- ... vaya... - dijo cuando al fin pudo pronunciar palabra, intentaba mantener su voz firme, pero por mas que acomodaba su garganta esta daba ligeros tropiezos - No esperaba eso... no si ni siquiera que sentir.

Mentía, ahora más que nunca lo hacía. Sin embargo fué en ese momento que sintió que todas las mentiras comenzaron a correr en su cabeza, haciendo que poco a poco reventaran esa dura coraza que las reprimia.
- ... Si te lo preguntas, no, no me interesa si fué Rhia.. o Naami o hasta Furukawa mismo. Lo que duele es que lo hiciste... pero no creo que estemos en una posicion como para hablar sobre esto... no así...

Se acercó y beso la frente de Hazel, con toda la ternura de alguien que desea transmitirle paz y caminó hasta el dormitorio para tomar un uniforme y enrollarlo para guardarlo bajo su brazo.
- Disculpame, pero creo que necesito aire... - dijo el frances caminando hacia la puerta...

Ese instante en la que la cara de Sebastyan se suavizó, tan sólo ese pequeño segundo fue suficiente para que todo el mundo de Hazel se viniera abajo. Quiso decir algo, pero sólo abrió la boca y sus palabras jamás salieron de su garganta. El beso en la frente sólo terminó de quebrarlo por completo.

-Espera.- dijo con la voz ahogada cuando vio que el francés empezaba a tomar su uniforme y a salir del cuarto.

Cuando se dirigió hacia la puerta, extendió la mano y quiso ir tras él, pero trastabilló y cayó de rodillas. -Espera!!- dijo alzando la voz con desesperación. Finalmente logró juntar fuerza para ponerse de pie, como si el pánico de que Sebastyan saliera por esa puerta y nunca regresara lo hubiera impulsado. -Por favor, espera. Espera!- dice aumentando más el volumen de su voz y finalmente alcanzando al rubio y tomándolo del brazo. No se dio cuenta cuándo empezaron a salir las lágrimas, pero para cuando agarró el delgado brazo su cara ya estaba empapada.

- N-no te vayas... no, por favor... perdóname, perdóname, no sé por qué lo hice, no lo volveré a hacer, perdóname- Conforme iba hablando, el pelirrojo iba descendiendo, hasta quedar de rodillas y tomando la mano de Sebastyan --Haré lo que sea, pero no te vayas, por favor, no me dejes...-

Sebastyan se quedó ahi, suspendido entre los brazos del australiano que acababa de iniciar un desborde de emociones. No podía quedarse, no mientras esa fractura estaba tan viva. Necesitaba espacio.

Apretó los puños, necesitaba hacer algo o se desbordaría y lo dañaría mas que cualquier rayo, cualquier flecha. Necesitaba poner sus pensamientos en orden por él y por el amor de su vida.

Se volteó de golpe y se acercó a su rostro, rápidamente quedando a pocos milimetros y ahi se detuvo. Su rostro completamente tranquilo mientras sus ojo se cerraban. Probablemente poda detener todo con besos, pero su alma estaba frágil... necesitaba huir.
- No me pidas que me quede.. por favor... tus labios aun huelen a ella... - dijo el frances con un dejo de ira reprimida y tristeza en sus palabras, cortando levemente el tono pero manteniendose estable - Hablaremos cuando las cosas pasen... pero esta vez no tienes el derecho de decirme que hacer... asi que por favor...

Sin decir mas, retiró lentamente los brazos de su -aun- pareja, con el minimo esfuerzo y se deslizó de ellos.
- Lo lamento..

Cuando Sebastyan se zafó, Hazel literalmente sintió como su vida se le escapaba de entre las manos. A pesar de que sólo había aceptado finalmente que tenía ese tipo de sentimientos por Sebastyan hacía, qué? Una semana? En el transcurso de esos días se había dado cuenta de lo mucho que había querido siempre al rubio. Siempre supo que lo quería, sí, pero no de esa forma. Se había dado cuenta de que él siempre había estado ahí para él, cosa que absolutamente nadie más había hecho, y cómo eso lo había hecho necesitarlo. No sentía con nadie más esa urgencia de verlo todos los días, de mínimo sentir el tacto de él de alguna forma aunque fuera lo más trivial y poco significativo, pero lo necesitaba.

Y ahora se le estaba yendo de las manos, pero no podía hacer nada. Se lo merecía, y mucho. El daño ya lo había hecho, y un plato roto no se pegaba con una disculpa. La mirada de Hazel sólo se clavó en el piso y así se quedó, de rodillas, con los brazos abajo junto con su cabeza, derrotado. Escuchó los pasos de Sebastyan alejarse y pasar por la puerta, cerrándola detrás de él.



No se dio cuenta cuánto tiempo pasó. Se quedó en esa misma posición por horas, pensando en cómo todo se había venido abajo. Tal vez estuviera exagerando un poco, pero la sola idea de perder a Sebastyan hizo que su cuerpo no pudiera funcionar. Totalmente quiero, esperaba que de pronto la puerta se abriera y el rubio entrara, corriera a sus brazos y lo perdonara, pero no, eso no pasaría. Después de mucho rato finalmente logró ponerse de pie, disponiéndose a ir a la cama... tendría que dormir... tenía que hacerlo, cierto?

Pero no, el sólo ver la cama vacía con el ridículo gorro gigante puesto ahí sin su dueño hacía que su estómago diera un vuelco. En un impulso, tomó torpemente una sudadera y salió del cuarto, primero caminando apresurado, pero luego comenzando a correr con una desesperación que nadie en esa escuela jamás había visto en él.

Sus piernas lo llevaron al campo de Mugby, no supo ni cómo ni por qué, pero al llegar corrió a las gradas a toda velocidad, subió y bajó por ellas varias veces como gato histerizado, resoplando sin saber qué hacer, y finalmente, después de soltar un bufido de frustración, se llevó las manos a la cabeza y empezó a golpear su frente con ellas.
Estaba llegando al punto en que su culpa, tristeza y desesperación se estaban convirtiendo otra vez en esa ira que siempre estaba apretando su pecho para salir. El pelirrojo alzó la cara para ver al cielo, apretando los dientes y los ojos con fuerza, y luego se encorvó, lanzando un grito acompañado de una enorme llamarada que salió de su boca, quemando un área de las gradas con las llamas azules. En su locura, empezó a patear los maderos que se soltaban y a golpear cosas, hasta que finalmente se dio un puñetazo en su propia mejilla, haciéndose trastabillar y cayendo de espaldas por el agujero que había hecho en el lugar.

Cayó de bruces, golpeando de lleno el piso con su espalda. El golpe lo hizo reaccionar y calmarse un poco, quedando su cara viendo las estrellas y la luna brillando en el cielo, casi como si se estuvieran burlando de él y lo patético que era en ese momento. Sólo un completo idiota podría logar lo que él había hecho esa noche. Seguía respirando algo pesado, pero ya no sentía esa desesperación insoportable de quemar todo al demonio.
Pensó que tenía que volver al cuarto en algún momento, pero no... no merecía siquiera pasar una noche bajo ese techo. De pronto empezó a sentir un ardor en el brazo... vaya, en su locura había logrado quemar parte de su ropa y tenía una quemadura algo preocupante en el antebrazo... pero ni siquiera sentía energías para pararse.

El pelirrojo sintió una lágrima correr desde su ojo hasta su oreja, y fue lo último que su cuerpo hizo esa noche por demostrar que estaba vivo. Después de un rato, se quedó dormido en esa misma posición, con la luz de la luna riéndose de su estupidez.