Traición (Privado con Clemsans)

Pasados cinco minutos de que Nick se fuera de su cuarto, Hazel no pudo más con la incertidumbre que el enfermero había dejado con su historia. No sólo Clementine había sido atacada, una persona con talla de poder de profesor en esa escuela, sino que por lo poco que dijo el chico, su paranoia lo hizo creer que tal vez hubiera sido Sebastyan. Por qué más la doctora no se defendería? Por qué más no le diría a nadie más que a su asistente? Quién más se había ido ese día del Instituto a quien Clementine quisiera detener? Después de todo, además de Naami, ella era la única que sabía lo que había pasado entre ellos dos.
El estómago de Hazel había estado doliendo desde entonces con la sola idea de que Sebastyan pudiera haber atacado a uno de sus seres queridos. Hacía un par de días había empezado a flotar en su cabeza la idea de que no era un traidor, de que el hecho de ser elfo y un impostor no lo hacía un asesino como lo era su raza, pero... pero y si esto era cierto?

Envió un mensaje al celular de la doctora.

"doc tengo que hablar contigo a solas. te vieo en el cmapo de mugby en 10 mintuos"

Con su nuevo brazo, era aún más difícil teclear bien en el celular...

El pelirrojo se puso una sudadera azul grisáceo que usaba MUY a veces para entrenar, con la capucha cubriéndole la cabeza, y salió lo más rápido que pudo sin levantar mucha atención hacia el campo de mugby, sentándose en la parte baja de las gradas para esperar a la doctora.

Tal vez no era lo más prudente, pero tenía que saber si había sido él o no, probablemente ella le dijera que no, pero sólo quería asegurarse, sólo eso...

Clementine ya estaba mejor. Su cabello estaba del todo rosa sin contar ese mechón que no cambiaba. Intentaba mantener un rostro tranquilo aun sabiendo que la OSMT y que los estudiantes estaban en caos.

Había estado recibiendo pacientes que entraban en crisis, afortunadamente para ella Nick estaba ahí para darles atención psicologica. La moral y los corazónes de los estudiantes estaban muy inestables. Los remedios de relajación y medicina de descanso no les serviría mucho.

Cuando recibió aquel mensaje sintió que era hora, dejó a los voluntarios a cargo y se quitó su bata para tomar un abrigo color negro que había estado usando por el fresco de octubre que se avecinaba de repente. No había dejado de lloviznar desde el funeral.

Llegó hasta el campo de Mugby, ya era algo tarde para practicas por lo que solo los espiritus de Kyle rondaban por todo el lugar. Caminó hasta el centro y vió el cielo. Aquellas majestuosas nubes que cubrian la amarilla luna de septiembre. Queria que cuando las nubes se fueran, toda esta pesadilla de policias, estudiantes muertos y sectas asesinas se fuera con ellos.
- Vaya campeón, hasta que te dignaste en saludar... - murmuró ella observandolo.

El chico alzó la vista al escuchar la voz de la doctora. Una media sonrisa asomó a su rostro ante el comentario, aunque desapareció pronto. La vista de su cabello rosado una vez más era algo que lo relajó un poco. En realidad, verla a secas fue algo que lo relajó. A pesar de que Nick le había dicho que se había recuperado, el pelirrojo había seguido preocupado por su estado.

-Oi, doc.- dice sacando su mano derecha del bolsillo para saludarla. -Perdona que no haya venido a verte... no he estado... tú sabes, muy bien que digamos...- dice moviéndose un poco a un lado como diciéndole a la doctora que se sentara a su lado.

Después de unos segundos de silencio, el pelirrojo suspira y decide tirar la bomba...

-Cómo estás tú? Después de que... tú sabes... él se fuera...- dijo intentando dar a entender la pregunta por sí misma. No quería preguntarlo directamente. Le costaba trabajo el sólo hecho de pensar en que Sebastyan la hubiera atacado, el dilapidar con esa idea el lejano pensamiento de que algún día regresaría, de que no era un traidor. Esa era una de las últimas cosas a las que podía aferrarse, y estaba colgando de un hilo plateado...

- ¿Yo? - pregunta extrañada - Yo estoy bien... ¿Y tu? - le dice tomando asiento a su lado. No tardó mucho en abrazar su brazo metalico sin ningun problema. Era en parte para hacerle ver que para ella no había diferencia y que todo era como siempre.

Se quedó en silencio por un momento.. recordando aquella flecha, aquel momento tan denso y tan lleno de emociones.

Quería decirle la verdad, que aquella flecha no era para matarla, sino para transmitirle las emociones y lo que estaba pasando... aquellos recuerdos que ahora eran parte de ella, pero tambien venia con un voto de silencio y una promesa que ella juraba cuidar hasta su regreso...

Citación :

"Doctora Clementine... no puedo expresarle con palabras el sufrimiento de mi decisión, así como el haberla engañado creyendo que queria lastimarla. Me disculpo de antemano por cualquier cosa que haya generado el impacto, pero no tenía manera de mostrarle la verdad.

Doctora... sé que esta demás.. pero le pido por favor que cuide de Hazel. Es una persona de gran corazón pero de mente vulnerable... ahora él sabe la verdad sobre mí, esa verdad que solo los profesores conocían sobre mi raza... y me encargué de lastimar su corazón para que no me siga.. solo así puedo detenerlo...

Mi misión va mas allá de cualquier comprensión, todo sea por cuidar esta Institución, mi familia.. y a la persona que mas amo en el mundo...

Le pido por favor que lo proteja de la justicia, no puedo siquiera pensar como es posible que Gustav no haya resistido al Glas Gaibhleann... pero no puedo quedarme a jugar al detective. Mi motivo va mas allá.

Doctora.. si llego a morir... por favor mantenga este voto de silencio, sobretodo si mi muerte llega a ser a manos de él... le pido por favor nunca lo haga cargar con esta culpa que yo mismo le quiero evitar. Si he de morir quiero que sea con un motivo, el motivo que él me dió... de creer en la vida, creer en mis seres queridos y protegerlos.. que mi sangre logre otorgarles una vida llena de paz y plena...

Lamento hacerla mi complice, doctora, pero no puedo confiar en nadie más... lamento que las cosas se den así.. y que la próxima vez que nos veamos, probablemente sea como enemigos...

Hasta luego... Doctora Clementine... gracias por todo.. por siempre... "

La doctora reacciona después de un momento de recordar eso y suspira. Pokea el rostro de Hazel y le sonrie.
- Estoy bien, tonto... y tu??

Se estremeció un poco al sentir la cercanía de la doctora, aunque su mirada se entristeció al no poder sentir el brazo de ella rodeando el suyo propio. Soltó un suspiro ante la pregunta tan casual de la doctora. No sabía qué pensar de aquella respuesta. Había sido tan natural que lo hacía pensar que estaba fingiendo para no preocuparlo, pero a la vez le costaba trabajo desconfiar de ella con esa sonrisa maternal que tenía impresa en la cara.

El pelirrojo simplemente logró responder con una mueca - Me contaron que te atacaron... pensé que... no sé...- la cabeza del chico se hundió entre sus hombros progresivamente mientras hablaba -Es un elfo... lo sabías?- dice bajando el volumen de su voz. La mayoría de los maestros sabían de su odio hacia la raza gracias a que en sus primeros años en el Instituto solía vociferar todo a los cuatro vientos gracias a su entonces prepotente aire.
Sin voltear a ver a la doctora, el chico deja ir un suspiro de nuevo -Pensé que él te había atacado... ya no sé qué pensar sobre él.-

".. Aqui vamos..."

- Si, me tiró una flecha.. - dijo exhalando gran cantidad de aire, como si tuviera que dar esas malas noticias - Lo lamento.. no pude detenerlo... estaba muy alterado diciendo que odiaba al Instituto y que no podia quedarse más...

Se levantó y se hincó en cuclillas para ver al australiano. Quitó algunos cabellos de su rostro y lo observó.
- Yo sabía que era un elfo, Hazel, no te lo pude decir porque fue algo que el nos pidió para poder permanecer aqui. Sabiendo la clase de niño que eras... era dificil que lo hubieras entendido...

No se había dado cuenta de todo el tiempo que había pasado desde entonces... el rostro de Hazel se sentía aspero, probablemente por el dejo de barba que le salía, no se había dado cuenta que los niños que ella vió llegar ya eran hombres. Suspiró un poco pensando en Sebastyan, no entendía por que tenía que hacer esa decisión tan drástica, pero ella había aceptado ayudar y nopodía hacer nada mas que respetar - nuevamente - su decisión.
- No te pido que comprendas las cosas, pero intenta pensar... lo que hizo Sebastyan es algo que le traerá consecuencia.. probablemente la justicia irá tras él cuando vean que no esta. Pero por ahora tu tienes que enfocarte en sanar. ¿Cuantas semanas pasarás ahi? ¿Piensas dejar de estudiar? Me han comentado que no has ido desde hace no se cuantos días...

En cuanto la doctora confesó el acto del francés, Hazel abrió los ojos grandes y alzó la mirada para verla. En ese momento, sintió que su corazón y su estómago se derrumbaron en polvo. Lo siguiente que dijo Clementine no lo escuchó demasiado bien. Por unos segundos el mundo del pelirrojo se enredo en un torbellino de emociones encontradas. Las siguientes palabras fueron otro flechazo a lo que quedaba de su corazón.

- T-todos lo sabían...?- pregunta incrédulo, su voz sonando casi como la de un niño que acaba de enterarse que Santa Claus no existe. El chico baja la mirada tristemente. Se sentía estúpido, se sentía traicionado. Al fin y al cabo, toda esa mitad de su vida había sido una mentira elaborada.

- Q-qué es lo que había que entender? Para qué se esforzó tanto en ocultármelo por siete años para luego venir a intentar matarte?! Él sólo... por qué?! Por qué esperó todo ese tiempo?! Por qué me dijo que estaría siempre conmigo y luego...- empieza a preguntar alzando el volumen de su voz, para luego bajarlo en las últimas preguntas. -...todo era una mentira. Al final todo era una mentira...- dice el pelirrojo bajando la mirada y languideciendo su cuerpo, como si de pronto toda la energía que había logrado acumular a pesar de la culpa y la tragedia lo abandonaran de golpe. Su mirada se perdió en un punto vacío. Sus ojos veían a la doctora, pero él no estaba ahí.

Clementine guarda silencio ante los berreos de Hazel, estaba en todo su derecho en creer que era una mentira, eso solo demostraba todo el caos que había en su corazón. Observo hasta que comenzó a escuchar como la voz subía y algo dentro de ella comenzaba a incendiarse.

Cuando vió que el chico perdia las fuerzas y se perdia en la nada, sintió una ira incontenible. Estaba harta de verlo en esa forma.

Todo fué tan rápido, la mano de Clementine vuela hacia la mejilla de Hazel al escuchar que todo es una mentira. Lo observó con molestia y lo tomó de la camisa, como si ella se sintiera mas fuerte que él.
- Que DIABLOS te pasa? Que no eres un hombre? ¡LEVANTATE! Si, el elfo te mintió y vas a dejar que eso cambie tu vida? Te has puesto a pensar por que lo hizo? ... claro que no...

La doctora aprieta la mano que acaba de utilizar. Sus ojos querian seguir causandole daño al chico hasta hacerle ver.
- Entiendes acaso lo que él tuvo que hacer por ti? Y tu solo puedes hacerte la victima y sentirte viviendo una mentira? Por dios, Hazel, si algo te hemos enseñado es a que veas mas allá de lo que esta frente a tus ojos. DESPIERTA YA!

Clems empuja al chico y lo suelta, para darse la media vuelta e intentar calmarse. Dejarse llevar por sus emociones no era saludable para él, pero no podia permitir que transformara sus emociones en algo negativo.
- Hacerte el duro, llenar de odio y de vacio tu corazón no te hará fuerte, es mas, lo unico que hace es cegarte mas... pensé que tu estabas interesado por la gente que te quiere.. ¿Que no amas a Sebastyan? Sólo por eso ha cambiado tu manera de verlo? Pfft! A otra doctora con ese cuento, Korhonen, no quieras engañarme como tanto lo haces contigo..

Soltó un suspiro y sin voltear a verlo intento evitar que las lagrimas la dominaran.
- Y además hueles a cigarro.. que asco.. .

La sacudida que le dio la cachetada a su cabeza hizo que viera puntos blancos por un segundo. Para ser doctora, Clementine tenía un brazo bastante fuerte. Cayó de sentón sobre las gradas una vez más, quedando con la mirada gacha y la boca entreabierta.

Las palabras de la doctora lo cortaban poco a poco, pero estaba empezando a hacerse resistente a eso. Tal vez tuviera razón. Tal vez Sebastyan había sacrificado algo muy grande, pero todo era tan difícil de digerir. Ni siquiera podía formar una idea coherente de lo que pasaba en su cabeza en esos momentos, y el pelirrojo jamás había sido lo suficientemente brillante como para procesar información tan rápido, sobre todo en las circumstancias por las que estaba pasando.

-Ni siquiera... ni siquiera he tenido tiempo de pensar...en nada...- dice con la voz baja, aún viendo al piso. -Desde hace días he querido creer que tenía un motivo... más allá de lo que sé. Él siempre fue así... y por más que mi espíritu me decía "odialo! odialo!"... yo... - el chico levanta la mirada lentamente para ver la espalda de la profesora, clavandole un par de ojos de perrito moribundo que probablemente solo ella llegaría a ver jamás.
-No puedo... No puedo odiarlo. Quiero odiarlo y lo único que consigo cada vez que pienso eso es que lo extrañe más...

Por qué tenía que hacerlo así? Por qué todo lo tiene que hacer a escondidas y dejarme confundido todo el maldito tiempo?! Qué no se dio cuenta nunca de que soy un maldito imbécil?!- tal vez no estaba dando la mejor cara, pero el pelirrojo tenía que sacarlo en ese momento. Tenía que sacarlo o las intenciones de Clementine no iban a servir de nada, y todo se quedaría dentro de él y se transformaría en lo que la mujer quería evitar.
-Cómo puedo buscar lo que hay debajo de las cosas cuando el ESTÚPIDO de mi novio se encarga de esconder todo como si lo estuviera buscando la maldita Interpol!?! Por qué no me puede decir nada de frente por una vez en su maldita vida?!- mientras decía eso y empezaba a alzar la voz, el pelirrojo empieza a ponerse de pie, moviendo los brazos casi como si quisiera golpear el aire que lo rodeaba -Y ahora aquí estoy, esperando a que no sé quién diablos me meta en la maldita cárcel mientras él anda por ahí metiéndose en no sé qué chingados después de dispararle a la única mujer que ha sabido ayudarme a crecer como una persona normal, y qué se supone que haga?! Sentarme a esperar atrás de unos barrotes a que él se mate en algún lado?! Pero claro, yo soy el egoísta y el idiota. Pues tengo noticias para ti, Sebastyan Silvari, LOS DOS SOMOS UNOS MALDITOS IMBÉCILES!!-

Despues de su repentina explosión de histeria, Hazel se queda callado unos segundos, respirando agitadamente, y luego se lleva una mano a la frente, intentando cubrir su mirada. No había habido lágrimas ni nada por el estilo, no, no era eso. De hecho, sentía que comprendía las cosas un poco más. Y en ese momento, a pesar de que le pesara mil toneladas en el corazón, fue cuando supo que tenía que olvidarse de lo que fuera que el elfo estuviera haciendo y seguir con su misión. Que no había nada que pudiera hacer, y que tenía que concentrarse en proteger a los suyos de la única manera que sabía.

Finalmente, deja escapar un enorme y tendido suspiro, sobando sus sienes son su pulgar y el índice de la mano que aún sentía.
-Aunque te de asco, doc... creo que necesito fumar, o beber... lo que sea que pase primero...-

Clementine lo escucha por completo. No eran palabras, eran sus gritos de sufrimiento, de un corazón que acababa de recibir más de un impacto a la vez. Dos de sus seres queridos, de su familia, se había ido, era normal que su alma se perdiera en esa gran bahia de obscuridad. Ella había estado ahi varias veces, su mechón como testigo...

Camino hacia él y lo abrazó tranquilamente, ya no había nada mas que recalcarle, ni tampoco le iba a servir de nada. Solo lo apretó hacia ella y sobó su cabeza.
- Todos lo somos alguna vez... tigre... - dice recargandolo en su hombro - Eso no es malo.. es humano, recuerdalo...

Se mantuvo ahi algunos segundos, intentando calmarlo. Podía sentir como él luchaba pero ella intentaba contenerse. Era su deber como doctora y madre de todos ellos el soportar.
- No vas a ir a la carcel. Yo sé que es un viejo raro pero Furukawa no permitiría eso. Tienes que ser fuerte y aguantar... aun cuando todos los que te queremos entendemos que eso que sucedió fué un accidente y la justicia misma se dará cuenta de eso, tienen que darte una penalización para imponer las reglas que se dan, no lo tomes como que te van a cortar las alas, tomalo como parte del proceso que necesitas pasar para seguir adelante.

Ahora la doctora lo observaba con tranquilidad, como aquellas veces que el pelirrojo le pedia consejos. Ella estaba segura que aun con lo severo de la justicia no iria a la carcel, no lo privarían de su libertad.
- Tranquilo, yo sé que saldrás adelante... en cuanto a tu brazo.. deja que pase algo de tiempo y que las cosas se tranquilicen y le pediremos a Furukawa que nos consiga uno con algún Tahur. Estoy seguro que el tiene contactos que nos ayudarán a dejarte como nuevo!

Sentir el abrazo de Clementine casi hace que las emociones lo sobrecogieran una vez más. Se le hizo un nudo en la garganta e intentó forcejear apenas un poco para que no lo abrazara, intentando decirle que no lo hiciera, pero no pudo hacer ni una ni la otra. Al final simplemente se quedó lángido, y sin darse mucho cuenta sus brazos también se elevaron para ponerse en la espalda de la doctora.

Esa sensación era tan familiar, y a la vez tan lejana...

Finalmente se calmó y sintió como ese nudo desaparecía. Ya no hubo lágrimas. A pesar de todo y del berrinche que acababa de hacer, sentía que podía pensar un poco más claro, y de hecho, gritar todo eso a los cuatro vientos le había abierto los ojos un poco sobre Sebastyan, pero eso era algo que tenía que meditar por sí mismo, pues las ideas en sí no estaban aún totalmente claras en su cabeza...

Asintió lentamente mientras la doctora hablaba de su condena. A decir verdad, lo que más temía de que lo encarcelaran no era tanto el hecho de que lo fueran a hacer, estaba seguro que podría soportarlo... lo que lo aterraba era no tener el tiempo para llegar al fondo de todo el asunto del Dogma Crucis y no poder hacer nada al respecto.

Cuando habló de su brazo, el pelirrojo se separó de Clementine, negando con la cabeza -No... no necesito ese brazo... Y no tengo miedo de lo que me puedan hacer... y no lo digo de forma estúpida valiente, lo digo honestamente...- dice levantando la mirada para verla a los ojos - Finalmente... creo que puedo aceptar lo que le hice a Gustav... sigo sintiendo una culpa horrible, y es algo que jamás se irá, pero... sé que aunque tendré que vivir con eso, el grandote no hubiera querido que me quedara pegado al piso toda la vida... así que seguiré adelante... y me quedaré con este recordatorio de mis errores. Será mi juramento para él...- dice finalmente levantando su mano derecha y viendo su palma metálica.

Finalmente el pelirrojo suspira fuerte, mirando al cielo y sintiendo la llovizna caer en su cara unos segundos. Se sentía como si esa lluvia estuviera aclarando el mar tormentoso que había estado azotando su cabeza durante ya casi dos semanas. Las semanas más largas de su vida. Media sonrisa se formó en su rostro, para luego volver a verla a los ojos.
-Gracias, Doc... Creo...- hace una pausa mirando abajo un segundo, para luego volver a verla -Creo que ya es tiempo de que crezca... de empezar a tomar las riendas de mi vida. Y cuando vuelva a ver a Sebastyan podré dejar todo en claro, sea lo que sea que esté haciendo. Pero no se saldrá con la suya tan fácil >_> ni me va a dejar atrás... ese elfo va a aprender que ni con sus intrigas es tan fácil deshacerse de mí.

Al escuchar lo del brazo, Clementine sonrió tranquila, al menos parecía que no le iba mal. Tocó el brazo y una pequeña aura blanca comenzó a teñir el metal en uno rojizo.
- Creo que este color te va mejor - dice guiñandole el ojo - No es necesario que agradezcas.. es lo menos que puedo hacer por ti...

Lo observó por un momento, con una sonrisa algo tranquila, amistosa.
- Lamento mucho que tengas que vivir esto, Tigre - le agrega la doctora acomodandole el pelo - Tal vez no debería decirtelo, porque algunos alumnos podrían ponerse celosos (?), pero siempre te he visto como el hijo que no tengo. En verdad espero que puedas entender que aqui estoy para lo que necesites. Y el estúpido de Kodran y el viejo raro de Furukawa. Todos somos tu familia, pero aun si no tienes suficiente confianza con ellos, siempre estaré para ti.

La doctora aprovecha y se sienta de nuevo, la verdad es que tanto trabajo la estaba matando. Saca de su bolsillo una pequeña botella y le da un trago. Acto seguido un sonido carraspiento suena de su garganta.
- Aaah.. esta cosa esta fuerte~ - dice tosiendo un poco y riendo - Por cierto, no tienes permiso de fumar ni de tomar en esta situación. A menos que quieras que ese estomago se vuelva obeso y fofo...

El chico mira su brazo teñirse de rojo abriendo los ojos con sorpresa, y luego una sonrisa completa se dibujó en el rostro acompañada de una risilla, probablemente la primera desde el día previo al ataque de Little Monsters. Luego se le quedó viendo a los ojos a la doctora mientras hablaba, abriendo los ojos grandes una vez más ante la confesión. Sonrió de nuevo algo sonrojado, para luego seguir a la doctora a las bancas. -No sé de qué hablas, estos bebés nunca se van a aflojar mientras pueda mover mis piernas y mis brazos- dice descubriéndose el estómago y dándose unos golpecitos en las abdominales, para luego sentarse al lado de Clems.

- Ahora que lo mencionas... desde que mis papás se murieron, estuve mucho tiempo como que... vagando.-dice levantando la mirada una vez más y sintiendo la lluvia en su rostro, cerrando los ojos -Cuando entré por fin a la escuela y empecé a descarriarme, haha... Kodran y tú fueron los primeros en ponerme un alto y enseñarme cómo se hacen las cosas. Es curioso verlo así, pero ustedes dos han sido como mis pás desde entonces. Son los que me regañan, Kodran es el que me hace enojar, tú eres la que me cachetea, hahaha. Creo que...- el chico hace una pausa y voltea a ver a la doctora sonriendo -...después de todo, las cosas pasan por algo, cierto? Tal vez todo esto no saldrá tan mal después... espero que algún día Sebastyan vuelva para poder escuchar eso salir de mi boca. Que escuche que no lo odio. Al menos eso creo...-

Elevó la vista al cielo una vez más, entrecerrando los ojos y reflejando algo de paz en su mirada - Y el día que alcance a Gustav allá arriba, podré pedirle perdón yo mismo...- el chico hace una pequeña pausa -...aunque no hay prisa, cierto, hermano?- agrega finalmente bajando la voz a un susurro.

Por alguna extraña razón, con Hazel tenia un cierto grado de empatia mas alla del que tuviera una doctora, Aun cuando el Instituto estuviera lleno de huerfanos, probablemente tendría mas lazos con los que visitaban con frecuencia las instalaciones medicas. Rhia, Nick, Hazel.. entre otros, habían sido parte de su vida y serían tambien de los estudiantes con los que mas se comunicaban.
- Tengo que admitir que has sido dificil de criar, espero que cuando me jubile, minimo vayas a llevarme pasteles en mi cumpleaños - responde ella sonriente, viendo el cielo.

Al escuchar sobre Sebastyan sintió un alivio, había logrado calmarlo sin tener que divulgarle la verdad. El sentimiento que vive ahora dentro de ella, perteneciente al elfo, latía con fuerza a lado de su corazón.

"No te preocupes, Sebastyan, vamos a estar bien... cuidate mucho" le dijo al aire mientras dejaba que las pequeñas y ligeras gotitas caian sobre su rostro.
- .... Mañana a clases... Korhonen... - fué lo ultimo que dijo ella, dandole un golpe en el brazo - No quiero excusas...