Necesito que alguien me escuche. ⌠Taylor⌡

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Se estiró en la cama y cuando miró sobre su hombro se encontró con su teléfono móvil. Aquel que había usado con fines darkhas durante su temporada en la institución para señoritas, y recordó que había quedado de enviar mensajes a Käthe en cuanto estuviese de nuevo en su escuela. Se levantó perezosamente, con el ánimo por los suelos luego de un primer día de clases horrendo. Se quitó el cabello del rostro y lo acomodó tras la oreja, sentándose al borde de la cama y conectó el móvil a la luz, recibiendo un chispazo por parte del artefacto que, en contacto con el mana que llenaba el instituto, volvió a ser un artefacto mágico. De inmediato aparecieron las notificaciones de sus mensajes. Y entre doce mensajes de las chicas, había uno que no se habría esperado definitivamente.

Alzó las cejas y al leerlo se sintió muy mal por haber tenido descargado el teléfono desde su llegada. Soltó el teléfono que, de no ser mágico, se hubiese partido en mil pedazos al caer, pero terminó acomodándose solo en la mesita de noche. Se sacó la ropa en el camino y se metió a la ducha a toda prisa, regulando la temperatura con los dedos en el sistema mana-tempt que manejaba el lugar. Apenas estuvo limpia salió y se secó con mana para poder moverse más rápido.

Rebuscó entre toda su ropa algo decente, pero terminó decantándose por un vestido marrón de manga larga y unas botas largas del mismo color, bajo las cuales se colocó unas medias de un tono más oscuro. Encontró entre los regalos de despedida un brochecito de una flor beige y se sujetó dos mechones de cabello de cada lado para unirlos con el broche por detrás. Se miró al espejo y tras ponerse labial texteó: “Hey, Gladiador. Perdona no responderte antes e ignorarte hoy cuando me saludaste. No había leído tu mensaje. ¿Nos vemos en las gradas de Mugby?”

Y tras enviarlo hizo una mueca y salió disparada de su habitación.

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Luego de haber quedado con su grupo y no recibir mensaje de Khöler. El Capitán de Sal bajó las orejas y se culpo por su imprudente acto de salir corriendo a trotar en vez de acercarsele a la nahual. Sabiendo que ahora Naami probablemente lo odie se dirigió a su cuarto a tirarse y ver algo de porno que Socrates le había descargado en su computadora.

Sin embargo sus emociones estaban en otro lado menos en su amiguito, no dejaba de pensar quelo ultimo que Naami necesitaba era que no le hicieran caso, pronosticaba un semestre incomodo para ellos si no hacia algo.
- Ni siquiera me mandó al carajo por telef- dijo el demonio quien fue interrumpido por el sonido de pajaritos en su telefono. Apresurado corrió hacia él y lo leyó solo para transformar su puchero en una sonrisa.

Sólo necesitó 5 minutos para bañarse y arreglarse con la ropa que su papá le había mandado. No podía creer que tuviera que agradecerle al viejo por mandarle regalos a manera de "disculpa" por su ausencia pero esta vez queria verse mas agradable que en la mañana. Se puso un pantalón marrón y una camisa blanca cubierta por un comodo sueter color verde que hacía sentirlo como un pino de navidad. Pero la bonita gabardina que asimilaba al color de su cabello con la que terminó el conjunto se le veia bastante bien y se sentia aun mejor.

Se apresuró en llegar, gracias al frio podía doblar el paso sin temer a oler a sudor, aunque de seguro ella ya estaba acostumbrada a tratarlo así. Llegó a las gradas y no la vió por lo que estúpidamente recordó no haber mandado un mensaje de confirmación. "Ya estoy ahi" escribió tontamente esperando que ella no perdiera el interés ya que Schwanhild pecaba de tener poca paciencia.

Tomó asiento en las gradas estirando los pies, viendo sus nuevos zapatos color verde con suela de goma color beige. A veces creia que no tenia sentido de la moda pero al menos esos zapatos lo hacian ver mas alto y eso le gustaba. Observó el cielo tambien y lo gris que estaba. ¿Hace cuanto que no veia el sol? Era como si el Instituto estuviera triste y lo demostrara con ese clima. Si mal ese lugar había sido su hogar por más de cuatro años por lo que había cariño de por medio. Le daba un poco de nostalgia saber que aquellos días fáciles ya eran solo parte de sus memorias. Pero no podia deprimirse y menos poner esa cara frente al Instituto. La buena vibra y pensamientos positivos eran la base de un exito seguro - segun él - asi que mantendría una postura fuerte y estable. El Gladiador no se dejaría vencer tan fácil.
- No estés triste Instituto, vas a ver que todo estará bien- dijo con una sonrisa confiada viendo al cielo, tocando las gradas. Como si el Instituto pudiera escucharlo.

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Sin embargo, apenas bajó de los dormitorios dio media vuelta y regresó corriendo a su habitación. ¡Qué frío! Y ella que en el colegio no había estado usando abrigo porque había clima en todos lados y las chicas no pasaban por eso a menos que salieran al jardín trasero, cosa que no se acostumbraba a hacer a menos que hubiese un día soleado. Sacó un abrigo marrón oscuro, casi negro y se lo acomodó, mirándose en todo momento al espejo y soltando una risita breve que pronto se transformó en una mueca. Ese había sido su primer día de clases luego de un par de meses lejos de Furukawa, y ya tenía muchas noticias que le destrozaban por completo. Cerró los ojos con fuerza para no debilitarse y volvió a salir, cerrando y saltando desde el segundo piso con gran agilidad. Al menos eso no lo había perdido. Pero el día anterior había notado que tendría que entrenar mucho para volver a su condición…que ya no necesitaba…

Se mordió el labio inferior y comenzó a caminar al campo de Mugby. A mitad del camino revisó su teléfono y se sorprendió de comprobar que Taylor ya estaba allá. Por lo menos no la ignoraba como el día anterior. Cerró de nuevo los y con las manos en los bolsillos del abrigo se encogió de hombros, tomándose su tiempo. Llegó pasados unos minutos más, comenzando a caminar entre las gradas y sintiendo un golpe en el vientre al recordar el incidente con el tobillo y las gomitas y ruborizándose un poco más de lo que el clima frío ya la había teñido. Sabiendo que su presencia había sido notada desde que llegó al campo se dedicó a caminar lentamente, pasando sobre la grada que estaba debajo de la que se sentaba el chico de Sal.

– Hey. – Saludó con media sonrisa, dando un salto para sentarse al lado de él y frotarse un poco las manos, llevándoselas a la boca para soltar el aliento contra sus dedos congelados. Era un problema de ser nahual serpiente. Miró de reojo a Taylor, sin saber cómo comenzar. Antes de que tuviera que marcharse, su relación había cambiado, se había hecho un poco más cercana y fuerte, en especial luego de que tuvieran que pelear juntos. Pero cuando se marchó no estaba segura de cómo quedaron las cosas. Recordó a Maggie y se obligó a mirarlo. –Perdona por citarte aquí, con el frío que hace. – Sonrió de lado, inclinándose un poco hacia el frente y haciendo que su cabello resbalase por su hombro.

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Al ver su rostro sonrió pero no tardó mucho en cambiar el semblante. Se levantó de inmediato al verla cerca y comenzó a desabrocharse. No era siquiera como si entendiera lo que pasaba pero terminó poniendole el pesado abrigo y bajando la mirada para buscar su rostro.
- ¿Que pasa? ¿Estas bien? - pregunta el demonio quien sentia una incomodidad en su pecho - No te preocupes... no tengo tanto frio como parece... ¿Como estas?

Cuando se dió cuenta ya habia hecho esas preguntas. Sabía que Schwanhild normalmente evadia esas preguntas aunque eso era muy elaborado para que él lo pensara. Probablemente estaba acostumbrandose a las actitudes de la nahual.
- ¿Quieres que nos vayamos a otro lado? Tambien puedo poner un hechizo de calor... lo aprendí en finales de semestre - mintió un poco. En verdad había aprendido eso hace meses para esta ocasión. Sabía que los reptiles no toleraban mucho estas temporadas...

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