Would it matter at all? ~ Taylor

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Sus pasos eran lentos y poco sonoros. Podían escucharse apenas por lo pesado de sus botas estilo militar. Su mirada se encontraba prácticamente escondida bajo el gorro de su sudadera verde camuflaje dos tallas más grande y su mente concentrada en la misma canción que se repetía una y otra vez en su reproductor de música.

If I wasn't here tomorrow,
Would anybody care?
If my time was up I wanna know.
You were happy I was there?
If I wasn't here tomorrow,
Would anyone lose sleep?
If I wasn't hard and hollow,
Then maybe you would miss me.

Detuvo su andar al observar el majestuoso campo de Mugby frente a ella. Elevó un poco el rostro y notó la luna en su máximo esplendor justo sobre su cabeza. Sus labios se movieron un poco, pero simplemente volvió a encorvarse y con las manos en los bolsillos de sus ajustados pantalones de mezclilla siguió su camino, adentrándose en aquel sitio tan conocido para ella. A pesar de que hacían ya varios meses que no jugaba, su corazón se aceleró en cuanto el primer pie estuvo dentro del lugar. Se encogió de hombros y caminó hacia las gradas de los espectadores, subiendo por los escalones del costado para comenzar a caminar sobre los asientos del quinto nivel.

I know I'm a mess and I wanna be someone,
Someone that I like better.
I can never forget,
So don't remind me of it forever.

Se sentía impotente al estar en aquel sitio. Se acomodó sentada como simple público y sacó la mano derecha del bolsillo del pantalón solo para meterla en el de la sudadera y subir el volúmen de la música. Llevaba desde que había salido de su habitación escucnado la misma canción. Podría cantarla de memoria si quisiera.

What if I just pulled myself together?
Would it matter at all?
What if I just try not to remember?
Would it matter at all?
All the chances that have passed me by,
Would it matter if I gave it one more try?
Would it matter at all?

Ya tenía pensada la forma en que avisaría que no se presentaría al primer juego de Mugby de esa temporada. Sabía que había buenos refuerzos, así que los muchachos tendrían que esforzarse sin ella. Se mordió el labio inferior antes de bajar la mirada y juntar las puntas de sus botas, sintiendo la garganta dolorida.

If I wasn't here tomorrow,
Would anybody care?
Still stuck inside this sorrow,
I've got nothing and going nowhere.

No pudo evitar preguntarse si los otros notarían su ausencia durante el partido. Si realmente había algo en ella que valiera la pena echar de menos. Cerró los ojos y largó un suspiro antes de volver a elevar la vista. ¿Por qué había tenido que pasar todo eso justo cuando se sentía tan fuerte?

I know I'm a mess and I wanna be someone,
Someone that I like better.
I can never forget,
So don't remind me of it forever.

Pero simplemente no podía volver a jugar ahí, si no descubría por qué la habían aceptado en el equipo. Todas las habilidades de las que había alardeado silenciosamente ahora se volvían borrosas y confusas. ¿Realmente ella era buena en aquello? ¿Realmente? Ya no lo sabía. Tenía que entrenar más. Tenía que dejar esos miedos y confusiones para volver a esforzarse a tope en todo lo que hacía.

What if I just pulled myself together?
Would it matter at all?
What if I just try not to remember?
Would it matter at all?
All the chances that have passed me by,
Would it matter if I gave it one more try?
Would it matter at all?

Cerrando los ojos pudo escuchar los gritos de emoción de los estudiantes durante un partido de Mugby, pero al abrirlos la dura realidad se presentó ante sus ojos. El miedo a ser engañada con ilusiones a partir de ese momento, iba a ser latente. Era algo imposible de borrar. Su seguridad podría volver a parecer la misma, pero tal como una hoja de papel, una vez arrugada, no podría ser perfecta de nuevo. -All the chances that have passed me by, would it matter if I gave it one more try?- Cantó en un susurro mientras elevaba las piernas para recargar los pies en el borde del asiento, abrazándose las piernas y recargando el mentón sobre las rodillas.

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Aquella noche estaba fresco, era de los mejores momentos para salir y recargar baterias. Todo mundo sabe que los demonios prefieren la noche, por alguna razon de herencia o estupidez colectiva. Taylor no era la excepción y a veces se daba vueltas por el campus, a menos de que algun maestro lo detuviera.

Esa noche, por azares del destino era una visita al campo de Mugby. Lugar donde se supone se cumplirá su destino ganando - esta vez- la copa del torneo institucional y dandosela de premio a su hermanita Maggie. La incertidumbre de su falto equipo y los sucesos de Furukawa solo le traian algo de incomodidad. Las estrellas esa noche no habían sido buenas, puesto que no le decian la respuesta a su frustración.

Caminó por las gradas un momento hasta toparse con una figura. A lo lejos no se notaba, pero fué solo un momento al ver su rostro que se dió cuenta que se trataba de su compañera nahual. Sintió como su corazón daba media vuelta y le pateaba el pecho pero decidió mantener frio. Todas sus dudas desaparecieron para darle paso al siguiente objetivo... sacarle platica a la nahual.

Fué acercandose con cautela hasta sentarse en unas gradas tras de ella. Cuando escuchó su tenue voz cantar aquel fragmento de la cancion, sintió un escalofrio y decidió impulsarse. Tomó de su bolsillo una caja de gomitas y las acerco a la chica.
- Skillet, eh? - dice Taylor con una sonrisa - Gustas?

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Un suspiro se quedó atrapado entre sus cerrados labios tras haber cantado aquello. A pesar de que hubo una pausa en la canción, la música seguía sonando y al estar sus audífonos al tope de volúmen, no escuchaba nada. Era eso lo que deseaba, olvidarse de todo y perderse un rato en sus pensamientos. Para eso había ido ahí. Pero para su sorpresa las cosas dieron un giro inesperado. De pronto sintió un aroma extraño y antes de darse cuenta una caja pequeña se encontraba cerca de su rostro. Pegó un salto, bajando las piernas de golpe y se sacó los audífonos rápido con ambas manos, sintiendo el dolor del tirón a los mismos, pero conteniendo la respiración por un instante. Sólo logró escuchar el ¿Gustas? que la descolocó un poco.

Al bajar la mirada pudo notar la caja de golosinas y pasó saliva. Al elevar el rostro y llevarse la mano derecha a la cabeza para quitarse el gorro de la sudadera, supo que algo andaba mal con el mundo. Se preguntó si júpiter y marte tenían la tercera casa en escorpión o algo raro de esas ondas raras que significan que sucederán las cosas más extrañas. -Tomaré una.- Dijo secamente, esperando que la luz de la luna y los faroles mágicos que rodeaban todo el campus no fuesen suficiente iluminación para que se notara en su rostro todo lo llorado los últimos días. -Pero te advierto que si es un intento de envenenarme, tengo resistencia a ello.-

Extendió la mano izquierda y cogió la caja para abrirla con cuidado y extraer una gomita, volviendo a cerrarla y entregarla tras eso. Se podía escuchar la música leve desde los audífonos que yacían sobre sus muslos. -¿Vienes a averiguar qué tan mal estoy? No tendrás mucho de qué burlarte, créeme. O tal vez algún profesor creyó que un compañero de curso podría convencerme de volver a las clases.- Soltó venenosamente antes de llevarse la gomita a la boca y cerrarla tras introducirla. Colocó el pie izquierdo sobre la grada para recargar sobre la rodilla el brazo del mismo lado y mirar fijamente a Taylor. Toda esa coraza que había intentado derribar con la ayuda de Gustav de pronto la cubría de nuevo. -¿Qué pretendes, Taylor? Sé sincero.- Ordenó entrecerrando los ojos, con el dulce vagando en su boca inquietamente. Lo había aceptado simplemente para no mostrarse débil o escurridiza. Ya había quedado como una cobarde demasiados días.

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La primer reacción de la nahual le sorprendió un poco. No tuvo la oportunidad de detener su sonrisa, había sido un momento muy tierno - hasta para él- pero intentó mantenerse lo mas serio posible. Su última oportunidad fué al escuchar la ironia del veneno y no pudo evitar soltar un "je" que lo relajó.

Su nariz no le traicionaba, la chica estaba alterada y no lo había pasado bien desde aquella mañana que todo se había ido a la mierda. Taylor tardó un instante en esbozar palabra pero fué ella quien comenzó la conversación - o lo que parecía el inicio de una -. Habían sido varios ataques venenosos, la mujer comenzaba a preguntarle de manera directa el porque estaba ahi y Taylor solo se quedó un momento impactado por la defensa de la nuker.
- Yo... - murmuró un instante y luego vió el cielo.

Las estrellas traidoras seguían burlandose de él. Por más que indagaba en el espacio no lograba encontrar las palabras correctas. Tal vez no era porque no sabía como decirlas, sino que en verdad no tenía un motivo real por el cual estuviera ahi.

"Porque me muero de ganas de ser tu amigo, cabezona, desde como segundo me llamas la atención, ¿Apoco no se me nota? " pensó el portier observando el rostro de la chica. Pero era demasiado maricón - segun sus estandares- como para poder decirle eso a una chica como Naami a la cara. Su respuesta se volvió un resoplido y dar un salto a la grada para sentarse a su lado. El silencio gobernó aquel lugar una vez más solo para recibir las ultimas palabras de Naami que esta vez se sintieron como patada en los genitales.

- No me confundas con tus amiguitos de Srad - bufó Taylor levantado sus pies y poniendolos en las gradas de enfrente - Pasaba por aqui y te vi hecha bola en las gradas... como no te he visto hace rato queria saber como estabas... hasta un baboso como yo sabe cuando no burlarse, aunque no lo parezca...

¿Había sido muy grosero? lo unico que Taylor pensaba era "SOY UN IMBECIL" y esperaba no haberla hecho sentir muy mal. Dejó de respirar por un instante para luego soltar una profunda exhalación por la nariz. Se levantó la sudadera y se rasco la panza. No era muy bueno siendo No-Imbecil.
- Se te extraña en clases, Nuker... - dice con una sonrisa tonta, como si fuera su corazón el que hablaba - Nadie se queja de mis idioteces como tu, jajaja...

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Un movimiento casi imperceptible fue el que realizó la chica de ojos verdes al notar que su interlocutor se acomodaba a su lado. Hubo pensado en colocarse a la defensiva, pero deshechó tal movimiento por pensar que solo conseguiría verse como una demente paranóica. ¿Desde cuando le tenía miedo a Taylor? Usualmente lo que sentía cuando él estaba cerca eran bichos muertos en el estómago, no miedo. Lo miró de reojo, concentrando en determinado momento la vista en las correas de sus propias botas, pero elevando la mirada ante las palabras sobre sus compañeros. Cuando alguien decía "Srad", Naami escuchaba "Hazel" para bien o para desgracia, por lo que aquello la hizo arrugar la nariz. Pensó en resoionderle al instante, pero su molestia se fue deshaciendo con la rapidez que el dulce al contacto con su lengua gracias a las palabras del otro.

Así que sólo estaba pasando... Pensó bajando la mirada para que esta se perdiera en la tela de sus pantalones, sin duda era estúpido, ilógico y egoista pensar que si estaba allí era por ella. Si razonaba bien las cosas, había sido totalmente iluso pensar que Taylor iría a buscarla. Rió internamente y expresó por fuera aquello solo sonriendo de lado. Entre ellos sólo había hostilidad; estaba segura de ello. Sin embargo su rostro mostró la confusión que sintió cuando el más alto soltó la última bomba. ¿Se le extrañaba? No pudo evitar elevar el rostro para observar los centelleantes ojos de su compañero de curso. Se notaba su sorpresa, pero la quiso camuflar al pararse sin previo aviso arrebatándole la caja de gomitas en un movimiento rápido. Introdujo dos dedos y sostuvo una entre ellos para luego llevársela a los labios.

-No tienes que ser amable sólo porque creas que me estoy desmoronando.- Sentenció antes de meter finalmente la gomita y girar sobre uno de sus talones para comenzar a caminar sobre la larga grada a pasos largos pero lentos. -Yo no lo haría por ti.- Aseguró creyendo que eso la haría sentir más fuerte; pero no era así. Buscó otra gomita y la metió a su boca antes de dar un salto hacia las gradas de atrás, regresando hacia Taylor por ese camino. -No soy idiota, gladiador. Sé perfectamente todo el veneno que han soltado sobre mí en el salón.- Aseguró mientras su voz comenzaba a sonar más seria y fría. -Pero la mamba soy yo, y si veneno quieren, veneno van a tener.- Finalizó antes de sacar una gomita babeada de su boca, mirarla por unos segundos entre sus dedos y terminar arrojándosela al otro.

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Hubo una vez una tarde de mucha flojera en la fraternidad de Sal. Rhia había decidido hacer una junta de fraternidad la cual terminó mal cuando Taylor decidió una noche anterior comer burritos. El olor era tal el que despedia el demonio que decidieron desterrarlo de la junta y darle descanso. Molesto por aquella treta de la peliplateada decidió regresar a su dormitorio y pasar aquella tarde haciendo digestión y viendo la tele. ¡Cosa mas temible y atrevida no podia hacer!

Sin embargo, como cosa hecha adrede, aquel domingo no hubo nada interesante que ver: No era temporada de Mugby, el porno no llegaba hasta la noche y los canales de caricaturas pasaban maratones estúpidos y peliculas aburridas que había visto miles de veces. Su tarde termino en dar un botonazo y llegar a uno de esos "canales herejes" que terminó jalando su atención como un magneto. Se trataba del "National Geographic" y daban un documental sobre las serpientes más venenosas de todo el mundo.

No era algo muy normal en él tener atención, pero aquel documental en verdad lo tenia interesado. Sobretodo al escuchar sobre la peligrosa Mamba negra. Poco a poco fué entendiendo el poder del veneno, la habilidad de sus musculos y sobretodo algo que le daba mucha curiosidad saber.

"Como es que un animal sin brazos, ni piernas, mucho menos garras o agijones podía ser tan letal?"

Se dió cuenta que como todo en este mundo, aquello que no tienes no simboliza debilidad, sino que lo que tienes es aun mas fuerte de lo normal. Los musculos flexibles que logran ese movimiento casi invisible de su cuerpo. Los afilados colmillos en la forma perfecta y con esa mitica habilidad de inyectar veneno.

Taylor agradecía a Rhia por aquella tarde, ya que en ese momento era como en dicho documental. La mamba negra se movia en circulos, soltando amenazantes tarascadas venenosas hacia Taylor quien primero sintió mucha agresión, para luego darse un instante y meditar un poco lo que estaba pasando. El olor que despedia de la nahual era uno muy conocido, uno que si cualquier otro ser lo conociera no solo su reputación estaría en peligro, sino tambien las defensas que utilizaba para no desmoronarse y lograr lo que quisiera.

Era miedo...

Taylor cambió su mirada de confusión ante las pesadas palabras de Naami por una de molestia. Si el juego de la nahual era agresivo tendría que serlo tambien.

La gomita iba en dirección al portier quien con facilidad logra tomarla con la mano. La observa y luego pasa los ojos hacia la chica. Viendola de reojo pero con bastante determinación.
- Vaya, es verdad que a las serpientes hay que correrles cuando las ves enroscadas - dice Taylor soltando un bufido por su nariz - Te sorprenderías de ver lo poco relevante que fuiste para la gente de cuarto. No todos tuvieron la oportunidad de verte salir corriendo del campo de batalla... Allison no tiene mas de dos neuronas y una la usa para enseñar los calzones, la otra solo le sirve para no dejar de respirar mientras que el niño vampiro esta muy ocupado oliendole las bragas.

Probablemente Naami terminaría golpeandolo o simplemente alejandose de él. No era el superheroe que la gente esperaba, pero si algo le habían taladrado en la cabeza era que Sal estaba para proteger y cuidar de sus alumnos. Rhia lo había entrenado bien tanto año, tal vez, era el karma de tener que soportarlo por 4 años consecutivos.
- El pedo es, Nuker, que me vale un carajo si crees o no en lo que te digo - prosigue Taylor - no vine aqui para hacerte mas daño, de hecho, no te prometo que pueda ayudarte..

- Lo que si te prometo es que si alguien hubiera dicho algo sobre ti en el salón, le hubiera partido el hocico - gruñe el portier intentando no dirigir contacto hacia la chica. La gomita aun descansando en sus dedos seguía ahi. - Y que de cierta manera... aun siendo el imbecil que soy... quisiera poder ayudarte en lo que fuera. No me gusta que huelas a miedo... de hecho... creo que eso es lo que mas extraño.. creo que extraño tu olor.. tu presencia en la clase.

Ya lo había hecho, había dicho algo bastante enfermo y pervertido. Ahi venian las dagas en su cara.
- Como que no me nace ni hacer bromas en el salón si no estas... De nada me sirve ser el villano sin gente como tu para detenerme. No tiene sentido, por mas enfermo que suene, jeje...~ -

"Eres un imbecil, Taylor"

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No pudo evitar entrecerrar los ojos y soltar un sonido de exasperación que casi logró que se saliera la otra gomita. La movió con la lengua y la masticó para deshacerse de ella más rápido. Sin embargo, el bufido de su acompañante la hizo detener el movimiento de su mano que iba a por otra gomita. Entrecerró los ojos intentando creerle. ¿Era cierto eso o sólo intentaba hacerla sentir mejor? Pero...¿por qué era así con ella? No recordaba esa faceta de Taylor, aunque quizá era su propia culpa. Desde que hubo decidido que él era un idiota no le prestaba demasiada atención. Se podría decir que en ese momento estaban llevando a cabo una de las más largas conversaciones. Bajó la mirada hacia sus botas, sintiéndose culpable.

Lo que si te prometo es que si alguien hubiera dicho algo sobre ti en el salón, le hubiera partido el hocico. Sus ojos se abrieron grandes, ¿desde cuándo...? ¡Eso era un juego! Estaba burlándose de ella, no había otra explicación lógica para sus palabras. Mientras él hablaba, la más bajita comenzó a negar lentamente con la cabeza, como si no le creyera ni una sola palabra. -¡Eres un imbécil si crees que me voy a tragar eso!- Se quejó estresada. Miró la caja y luego a él, entrecerrando los ojos antes de abrir bien el empaque para arrojarle las gomitas a Taylor, todas de una sola vez. ¡¿Qué se estaba creyendo?!

-¡Y no tengo miedo! ¡No tengo miedo de nada! No me vengas a decir que me conoces o que sabes algo de mí.- Sus palabras eran duras, pero se notaba su inseguridad y el temblor tras cada una de ellas. Comenzó a caminar hacia atrás con frustración. -Tú no sabes nada sobre mí, gladiador, y dudo que lo sepas alguna vez.- Sentenció antes de girarse por completo, dispuesta a irse de una buena vez. No iba a estar soportando estupideces de tal grado. Sus pasos eran torpes, pero decididos. Lo que no se esperaba, era que los cables de sus audífonos, que colgaban al costado de sus piernas, se enredaran de pronto en una de las gradas.

En un intento estúpido por coger el reproductor que de pronto salió del bolso de su sudadera, su bota izquierda se resbaló de las gradas y en cámara lenta sintió cómo el tobillo se dobló al contacto contra el suelo, sin contar que la rodilla derecha se golpeó contra las gradas de forma fuerte. -¡Mierda, mierda, mierda!- Se quejó con ganas de morirse en ese mismo momento. Se acomodó sentada sobre las gradas como pudo y se quitó la sudadera, frustrada porque, gracias al golpe, el frío la había abandonado por completo. Con cuidado comenzó a soltar las correas de la bota, mordiéndose el labio inferior sin querer mirar ni de reojo a Taylor. Se había portado como una estúpida y ahora hacía el ridículo. Se quitó el cabello del rostro y al intentar quitar la bota soltó un quejido. Sí; se había lastimado feo. Se acomodó el tirante derecho del sujetador que se había salido un poco de su blusa sin mangas.

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Cada ataque que Naami soltaba, Taylor se sentia cada vez más enfadado. Primero imbecil, luego que no la conocía... Poco a poco el portier comenzaba a perder la paciencia, aunque por otro lado, mas ganas le daba de ir a detenerla con un abrazo. Sintió que todo se arruinaba cuando la nahual comienza a avanzar lejos de él, pero cual es su sorpresa que las gradas hacen lo suyo y evitan su graciosa huida.
- Hey! Nuker! ¿Estas bien? - dice Taylor levantandose con prisa y corriendo donde Naami. -Dejame ver mujer! No te muevas o te vas a lastimar más! - ordena el demonio checando su tobillo mientras se metia la gomita en la boca sin pensarlo. Podía sentir el area dañada como Rhia y el maestr Fado le habían enseñado aun cuando su visión no le ayudara en mucho. Poco a poco fué levantando la mano pero se detuvo al reaccionar.

- Eh... con permiso - dijo estupidamente llegando hasta la rodilla donde había un golpe mas ligero. - Sobrevivirás... jeje... solo tengo que aplicar un poco de mana... - murmuró con una sonrisa mientras que su mano comenzaba a rodearse de una tenue aura celeste.

- Mana Blanco: First Aid

Mientras comenzaba a curar lentamente el tobillo de la chica, Taylor se queda viendo fijamente a la nada. Se sentía impotente con las palabras de la chica, ya que eran verdad. Apretó un poco el puño que tenia libre y que usaba para apoyarse y se armó de valor.
- Si, tienes razon.. no se nada de ti... pero eso no te da derecho a cerrarme la oportunidad de ayudarte - volteó y clavó sus ojos relucientes en el rostro de la chica - No necesito saber de ti para conocer el miedo. Yo tambien lo he vivido y sé lo que es temer en la soledad, cubierto solo por el orgullo de no dejarse caer. Alrededor de cientos de estudiantes que no se paran un momento para ver mas alla de su nariz y extenderle a uno la mano...

Al desviar la mirada, Taylor da un viaje por el cuello de la nuker, viajando lentamente por su brazo y viendo el tirante que acababa de acomodarse. Un leve sonrojo engañado por la noche y el aura celeste invade sus mejillas y traga un poco de saliva. Su mente le pide que se enfoque y su moral le golpea sus gonadas para que reaccione.
- Y puedes seguir llamandome imbecil, por mi piensa lo que quieras de mi... yo solo quiero ayudarte y que no pases sola por esto. Luego podremos volver al juego de la estudiante indiferente y yo a verte el trasero cada que se acaba la clase... -

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Soltó un bufido de exasperación por el hecho de tener que ser auxiliada precisamente por la persona a la que le acababa de gritar cosas tan horrendas. ¿Sería eso una especie de destino desagradable y cruel? Elevó el rostro mirando a la luna al escuchar el pedido del otro, dejando sus piernas quietas, tragándose el orgullo para simplemente dejarse ayudar. Hubiera querido irse, pero en un forcejeo estúpido simplemente se lastimaría más. -First Aid...- Murmuró antes de soltar una risa muy suave. No tenía ni idea de que él hiciera un hechizo con ese nombre, sonaba tan...tan de Sal. A pesar de que Taylor lo era y ella lo había entendido; antes no era tan dedicado a ello.

Las siguientes palabras del otro sonaron tan duras que simplemente pasó saliva sintiéndose un gusano desagradable. Sonaba tan sincero que ella simplemente fue bajando la mirada lentamente hasta fijarla en él. Habían cambiado un poco en esos tres años. Se llevó la mano derecha al cabello al recordar cuando ella misma había comenzado a colocarse rimel en las pestañas y rubor en las mejillas para ser más atractiva. No hacía mucho de eso, y no recordaba que Taylor tuviese esas expresiones de adolescente. Antes había sido solo un mocoso. Parpadeó un par de veces, perdida por instantes en los recuerdos desagradables, para luego escuchar lo siguiente.

-¡Eres un idiota, gladiador!- Soltó antes de golpearle el hombro con la mano con las mejillas encendidas por sus palabras. No necesitaba ser un genio para saber que aquello era uno de los deportes favoritos del más alto. Lo peor de todo era su cinismo. -Comenzaré a sentarme en la última fila.- Aseguró cruzándose de brazos con falsa actitud severa. De algún modo la pesadez se había ido, aunque le dolía el tobillo. -Anda, apresura. Necesito mi tobillo bien porque mañana tenemos zoología planar a primera hora.- Dijo en una especie de orden, dando a entender que volvería a clases. La verdad es que ya lo tenía planeado, no era precisamente que Taylor hubiese ayudado en eso. Pero era un alivio extraño que él dijera que nadie comentó sobre ella.

-Siento haberte gritado...- Se encogió de hombros, deshaciendo luego el cruce de sus brazos para apoyar las manos sobre el asiento. -Es sólo que...bueno, tú y yo no somos nada cercanos.- Comenzó. Sinceramente ella no se abría mucho con las personas. Nadie en el instituto la conocía por completo, y, aunque sin duda Taylor no sería el primero, tampoco estaba segura de poder confiar en él en cosas simples. -Y lo que pasó ese día...- Desvió la mirada hacia su rodilla. Era tan complicado comenzar a hablar de eso.

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Por alguna razón sintió como toda la tensión desapareció al escuchar sobre zoología planar. Intentó no parecer demasiado contento y solo aflojó el ceño para hacerle ver que el tambien bajaba las armas.
- No me retes - responde ante las amenazas de la fila de atras - no me obligues a dormir en los salones para llegar primero...

El hechizo ayudaría a detener la hinchazón y tambien el dolor, pero no era recomendable volver a la batalla. Para eso apenas un hechizo mas elaborado de algun blanco de Sal. Taylor no le gustaba utilizar mucho estos "hechizos de emergencia" pero así como con Noah, el Mugby era el culpable de tenerlos en su repertorio. El portier negó con la cabeza y levantandose tomó a la chica en sus brazos, levantandola como si fuera una pluma. Con una mirada seria, como si estuviera determinado a cuidarla. Las gradas no era el mejor lugar para descansar un tobillo lastimado y es mejor un nuker avergonzado que uno herido.
- Te escucho... - dice el portier preparado para el ataque de la mujer - Te voy a llevar a otro lugar, donde podemos platicar y puedes descansar tu pie...

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Realmente sospechaba que Taylor era capaz de hacer aquello solo por perversión, pero tal vez era buena idea no pensar mucho en ello en ese momento. Tomó con cuidado la bota y la sudadera antes de sentir los brazos ajenos rozando la espalda y las piernas. Abrió los ojos con sorpresa y cuando giró el rostro para soltar algún insulto, la voz ajena, extrañamante; la calmó. Bajó su verde mirada hacia el suelo se encogió de hombros. -Si me llevas a mi habitación, te invito el desayuno el próximo lunes. Es la número 52.-

Tras soltar aquella propuesta giró hacia él sonriendo divertida para luego transformarse en Mamba Negra y enroscarse cómodamente sobre las prendas y accesorios que antes hubo llevado. Elevó el serpentoso cuerpo y acercó la cabeza al rostro ajeno, sacando la lengua amenazadoramente. Si se le ocurría husmear entre su ropa; lo asesinaría.

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Al sentir la lengua de la chica un escalofrió corrió por toda su espalda. Sonrió ante tal propuesta y asintió con la cabeza tomando con bastante cuidado a la mamba.
- Va... ya dijiste, Nuker... - responde caminando hacia la fraternidad de Srad. Realmente al final pagaría él aquella cita y muy probablemente haría lo que jamas ha hecho por nadie.

Escucharla y apoyarla.

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