Las Hojitas de los árboles... - Privado Rowan

No era gran problema adaptarme al cambio de horario, pero sí lo había sido a la comida y otras cosas. En Irlanda todo era distinto, sin contar que mi madre preparaba sólo comida tradicional y una vez por mes platillos extranjeros o comunes mundialmente. En la cafetería había muchas cosas para elegir, pero no estaban mis alimentos favoritos. Esa tarde estaba algo hambriento, aunque no quería pasarme por la cafetería. De pronto tenía ganas de hablar con Noah, el niño ese del paseo a Londres.

Me estiré como gato mientras elevaba la vista al cielo, era un bonito paisaje. Recordé a mi padre y sonreí de lado, le hubiese gustado pintarlo. Estaba tan concentrado en mis recuerdos que no me di cuenta de que por donde caminaba había una chica con un paraguas peculiar y un aspecto curioso. Bajé los brazos sin cuidado a los costados y sin querer golpeé algo. Regresé los brazos hacia mi pecho con un rostro apenado. -Lo siento.- Dije en irlandés por inercia. -Quise decir, perdón.- Repuse en inglés mirándola con curiosidad. -¿Te hice daño?- Miré su ropa, ¿era mi superior por mucho, no?

Abrí los ojos sorprendido; ¡hablaba irlandés! Sonreí entusiasmado antes de que mis mejillas se tiñeran de carmesí por su halago tan repentino. Ella parecía extrovertida y extremdamente amable, por lo que no pude hacer más que sentirme en confianza con rapidez. -Soy Rowan.- Me presenté mirándola con curiosidad. Así que era de sexto año, vaya gran diferencia, me hizo sentir un poco intimidado, per simplemente le sonreí. Me pregunté si siempre sería tan alegre, pero su pregunta desvaneció tales pensamientos.

-¿El instituto? Pues bien. Hay muchas cosas raras.- Comenté pensando en todo lo acontecido los días anteriores, pero me encogí de hombros restándole importancia a eso, antes de elevar el rostro entusiasmado. -Pero es muy divertido cuando...- Mis palabras se quedaron en el aire cuando mi estómago gruñó ferozmente indicando que tenía hambre. Me sonrojé de nuevo y llevé rápido una mano al estómago avergonzado. -Lo siento...-

El comentario de ella simplemente sirvió para hacer que me apenara más, pero lo que no me esperé fue que de la nada hiciese un hechizo que le permitiera aparecer un enorme árbol. Abrí los ojos y observé todo con demasiada curiosidad. Podía sentir el aroma de los frutos y miré hacia abajo, buscando las raíces, pero aparentemente el árbol había nacido de pronto con una rapidez aterradora. Quise preguntarle cómo había hecho eso, pero me arrepentí porque, si era de sexto curso, esa magia debía ser muy avanzada. Alcé una ceja por sus palabras repentinas. ¿El árbol había hablado con ella? -¿Los árboles hablan?- Pregunté distraídamente mientras cogía la manzana.

La llevé a mi boca pero antes de poder morderla escuché su comentario y me sonrojé más aun que antes. ¿Qué clase de chica era esa que iba por la vida soltando esos comentarios? Hasta ese momento sólo mi madre me decía ese tipo de cosas. -¿Realeza?- Pregunté, sin ser consciente que iba por la vida repitiendo lo obvio. -No creo. Aunque no conocí a mis padres reales...creo que son demonios.- Hice saber sin muchos problemas. Realmente nunca me había afectado no saber sobre ellos. -¿Aquí vendría alguien de la realeza?- Pregunté finalmente antes de dar una mordida a mi manzana. Sonó crujiete y jugosa, lo último era obvio porque un poco de jugo resbaló por la comisura de mis labios. -Un momento.- Dije con la boca llena de manzana. -¿Tú eres una princesa o algo?- Solté con una voz apenas entendible por el torozo de fruta que masticaba.

No me inmuté mucho cuando se acercó a limpiarme el rostro, inclusive me recordó a mi madre, pues ella aun a mi edad tenía tal gesto, pero sus palabras me sacaron de balance. ¿Por qué diría eso? Me le quedé viendo un poco antes de continuar comiendo mi manzana y escuchando lo que hablaba. Me sorprendió saber que había realeza ahí, porque a pesar de que yo sabía que mi familia estaba en una posición económica envidiable, no era como pertenecer a un estatus tan alto como un príncipe o princesa. -Tú eres muy bonita, Adele.- Atiné a decir tras terminar de tragar un bocado para corresponder a sus halagos. No mentía, era muy bonita y tenía un aspecto relajante.

Me llevé la manzana a los dientes justo cuando escuché lo que vino de improviso. -¿Yo?- Claro que yo, estábamos platicando sólo nosotros, pero me tomó totalmente por sorpresa aquello. Ser un príncipe y un rey algún día sería lo mejor del mundo. -Pues claro, a quién no.- Aseguré mordiendo la fruta pero esta vez mirándola más fijamente. Comenzaba a interesarme su charla, aunque quién sabe, bien podría ser una jugarreta. Pero ella no tenía cara de ser de las que se burlaban de los más pequeños.

Me sorprendió demasiado ver sus alas extenderse y di un paso hacia atrás, escuchando finalmente sus palabras y entrecerrando los ojos algo confundido por ellas. ¿Su elegido? Aquello sonaba extraño, pero no pude evitar sentir que mi pecho se hinchaba sólo de escuchar mi nombre después de la palabra rey. ¿Era eso real? -Como un juego...- Murmuré suponiendo que entonces era mentira de una u otra forma. Quería decir que al final yo no sería de la realiza como ella aseguraba. Pero todo eso se devaneció cuando escuché la palabra miedo. -¡Claro que no me da miedo!- Aseguré alzando quizá un poco la voz.

Miré la mano en mi hombro y luego volví a verla a ella. -Eres un ángel, ¿por qué convertirás a un demonio en rey?- Pregunté confundido, aunque eso de misteriosa aventura sólo me incitaba más a involucrarme. Pensé entonces en Noah y bajé la mirada. -Tengo un amigo...¿puede ir conmigo?- Tal vez si todo salía bien el hechicero pudiese ser mi consejero real o algo así.

Sonaba tan típico de películas. La primera regla era que sólo yo podía saber aquello. Un sexto sentido me hizo dudar al respecto, pero mientras ella continuaba hablando mis ojos brillaban de entusiasmo, sonaba demasiado tentador todo eso. El simple hecho de que se trataba de una aventura era un empujón más para mi curiosidad. Di otra mordida a la manzana mientras la escuchaba atentamente. Seguir como simple estudiante... Me dije a mí mismo bajando la cabeza y pisoteando un poco el pasto sólo para calmar mis ansias. Era todo eso muy raro, y estaba seguro que iba empezando mal. Guardar secretos siempre acarreaba cosas malas, pero cuando ella hizo aparecer el anillo mis ojos se fijaron en él y sentí una fuerza de atracción enorme.

-¿Misiones?- Pregunté sin mirarla, observando fijamente el anillo sin percatarme que mis ojos brillaron en un rojo intenso por un milisegundo. -¿Usaré ese anillo?- Pregunté luego extendiendo mi mano libre con la esperanza de que me lo entregase. Por alguna razón una parte de mí necesitaba ese anillo, y el trato sonaba bien, pero venía la parte interesante. -¿Qué obtienes a cambio?- Era un demonio Tahur, conocía ese tipo de trucos. Elevó mi azul mirada hacia la de ella un poco más serio de lo que normalmente era, ignorando por un momento la manzana que yacía en mi mano.

Post escrito en tercera persona para mayor apreciación de los acontecimientos.

¿Amor? El jóven demonio no tenía ni la más mínima idea de qué intentaba decir con ello, aun su explicación era demasiado ilógica para que fuese un trato justo, pero de nueva cuenta la palabra Rey causó estragos en él, provocando que su necesidad de beneficios saliera a la luz. Dejó que la chica le tomara la mano libre y observó el anillo detenidamente, sin embargo antes de poder decir nada más, la palabra pacto resonó en sus oídos y sus ojos brillaron en un rojo intenso por un tiempo prolongado. Fijó sus ahora carmesíes ojos en los de ella antes de que una sonrisa complacida se dibujara en sus aniñados labios, resaltando uno de sus colmillos.

-Acepto.- Murmuró instantes antes de que un aura rojizo cubriera su cuerpo. Sintió un grande impulso por colocarse el anillo y finalmente lo hizo. Sintió en el pecho una especie de explosión y luego un tirón. Acababa de realizar un pacto y esa joya era la prueba de ello. Realmente nunca en su vida había hecho un pacto, pero sabía lo que era por la persona que le había informado de sus poderes, aunque no era consciente del todo de las consecuencias que el incumplimiento de aquello le acarrearía en caso de suceder.

-Acepto el pacto.- Confirmó finalmente, mirando el anillo con ensimismamiento al momento que sus ojos volvían a su color celeste y su sonrisa infantil tomaba lugar en sus labios. -Seré Rey y tú tendrás a tu amor cuando la aventura finalice.- Soltó con una sonrisa gatuna, volviendo a mirar a la chica con muchas ganas de comenzar eso.

[justify]Post escrito en tercera persona para mayor apreciación de los acontecimientos.

Al observar la energía de aquel pacto atacar su boca el pelirrojo se mueve un paso hacia atrás asustado por lo que aquello pudiera desencadenar, y cuando la marca comienza a dibujarse en su lengua, el menor se retuerce un poco, soltando un alarido de dolor en tanto que sus ojos se abren y se vuelven rojos por completo. Cuando la energía termina su trabajo de la boca del irlandés escapa un quejido suave, como quien ha lastimado demasiado su garganta y no puede gritar más.

Se llevó una mano a los labios, sintiendo sobre sus dedos las lágrimas que escapaban de sus ojos por el dolor sufrido instantes antes. Pasó saliva con dificultad sintiendo arder su lengua un poco todavía, pero al menos el dolor más intenso ya había menguado. Miró a los lados en busca de algún testigo de lo acontecido pero al notar que no había nadie más se limitó a escuchar a la mujer. Ella hablaba suavemente, pero su voz sonaba algo distorcionada. El demonio supuso que era debido al dolor que pudo haberle ocasionado a ella también aquello.

-Divertidi...- Dijo mirándola con curiosidad, sintiendo algo entumecimiento en la lengua, llevándose una mano al cabello para apretar su coleta. La otra mano aun sujetaba la manzana, pero el estómago le había dado un vuelco y no podía comer nada más. -¿Cuándo comienzan las misiones?- Miró de reojo su anillo, pasando la lengua por el paladar para intentar quitar la sensación incómoda. Hasta su voz sonaba rara por eso.