El profesor había tenido un mal presentimiento esa noche. Algo lo había alertado, buscó en los ánimos de todos sus alumnos. Un par de ellos estaban especialmente alterados, y no le gustó nada descubrir sus identidades: Noah Fenian y Rhiannon Sutherland, dos personajes que había estado siguiendo de cerca últimamente. Sentía que tendrían una parte importante en el futuro que se avecinaba, ellos y sus compañeros de otras fraternidades... Sin embargo, aquellos niños ya no dependían de él, y sabía que sería casi una ofensa el meterse en la cabeza de alumnos que no eran su responsabilidad, más para con sus compañeros líderes de casa que otra cosa.
Entre sus otras actividades diarias, siguió la corriente anímica de ambos con una de las esquinas de su vasta mente... sintió curiosidad cuando la de la chica lo llevó a posar su percepción sobrehumana en el bosque. No estaba sola... al menos ya no. Eso no le daba buena espina al profesor. Sólo por un segundo, pidió la ayuda de Montau. "No quiero que pienses mal de mí, mi querido Montau, sólo necesito asegurarme de que mis estudiantes no cometan alguna barbaridad..." le dijo al elemental arbóreo mientras usaba su mana verde para fusionar sus sentidos con los de las ramas de los árboles.
La otra persona era Hazel Blake Korhonen, capitán del equipo de Srad, quien no era enteramente del agrado del maestro, sin embargo, siempre había disfrutado llevarlo al límite de su paciencia por sus espontáneas y combustivas reacciones ante los castigos. Sabía que era un amigo de confianza de la peliplata, por lo que no le sorprendió verlos ahí. Un par de palabras fueron suficientes para que el profesor entendiera de qué se trataba todo. "Por qué está en peligro, Rhia?! Por qué?!" dijo el chico.
El profesor sólo pudo dejar ir un suspiro apesadumbrado. Sabía que alguno de los alumnos de sexto eventualmente se quebraría, y con sincera fe esperaba que no fuera la pequeña Sutherland. Sin embargo, era obvio que lo haría, puesto que la chica solía ser una ávida aficionada de cargar siempre con más responsabilidades de las que le correspondían. Había intentado alejarla de estos extremos al asegurarle que vigilaría al pequeño Fenian, pero al parecer, ni eso fue suficiente. Había cometido un grave error, y era tiempo de que se diera cuenta.
El sprite esperó a que el encuentro entre ambos terminara, sólo vislumbrando en su cabeza las flamas del espíritu de ambos, y una vez que la del chico se hubo alejado, habló directamente en la cabeza de Rhiannon para invocarla.
-Rhiannon, quiero verte en mi oficina inmediatamente. Y espero no traigas a tu amigo de Srad~- dijo con un tono que él sabía que le sonaría decepcionado y peligroso a la chica. La conocía bien, y sabía de qué forma alertarle cuando había hecho algo mal. Esta vez, había hecho que el mensaje comunicara esto en gran medida.
El profesor se quedó de pie, viendo por la ventana como la luz de la Luna iluminaba los árboles y los alrededores del Instituto, dando la espalda a la puerta de forma sombría. La chica no se encontraría con la habitual imagen cálida de bienvenida que solía ofrecerle el profesor. No esta vez...
Mientras avanzaba hacia la oficina del docente, Rhia podía sentir el frío comenzar a acariciarle los brazos por lo delgada de su blusa, aunque no era un frío incómodo; lo incómodo era el momento. Avanzaba por los pasillos con lentitud, como si no quisiera llegar a su destino, y, en realidad así era. Cruzó los brazos en busca de calor antes de comenzar a subir los escalones que la llevarían al sitio indicado. Se detuvo finalmente frente a la puerta, sabiendo que el profesor Fado ya habría notado su presencia en el lugar. Miró sus tenis y se preguntó si era posible que él la tuviese vigilada como a Noah. Suspiró sintiéndose mal por eso. Hasta ese momento no había dado razones para ser acosada de ese modo, aunque si él había escuchado su conversación, entonces desde ese momento sería tan o más peligrosa que Noah.
Su mano viajó a la perilla que se encontraba en el centro de la azul y gran redonda puerta, para girarla suavemente sin muchos deseos de entrar. -Buenas noches, Profesor.- Saludó temerosamente. Ella nunca había huído de una represalia, y no lo haría esta vez. Aunque al ser escasas las que recibía, al menos desde que había comenzado a obedecer a Kodran durante sus clases, temía lo que pudiese suceder. -Creo que sé qué hago aquí.- Explicó al entrar y cerrar la puerta a su espalda, suponiendo que eso ahorraría parte de la conversación. -Y no espero que entienda mis razones.- Confesó bajando la mirada. Era su profesor favorito desde la primera clase que tuvo con él, cuando pensó que su voz era muy divertida y la sola presencia del hombre le inspiraba una gran confianza, por lo que ahora se sentía apenada y fuera de lugar. Jugó con las puntas de sus converse sintiendo un poco de dolor de cabeza, pero nada que la distrajera de la conversación o que le hiciera mucho daño.
- Para ser sinceros, sí las entiendo, mi querida niña- responde el profesor sin cambiar el tono serio de su voz, aún mirando por el enorme ventanal - Pero eso no quiere decir que las apruebe.- termina tajantemente.
Lentamente, el profesor da la media vuelta, dejando ver un rostro que no estaba adornado por una sonrisa, no esta vez. Dirigiendo su rostro hacia la chica, el profesor empieza a caminar para rodear su escritorio, hasta quedar frente a él, y levantando con tranquilidad una mano, hace que del agua brote un asiento hecho de raíces de árboles, como de costumbre.
-Rhiannon, seré sincero contigo. Desde la última vez que estuviste en mi oficina he estado preocupado por ti. He estado siguiendo de cerca tu carga anímica para asegurarme de que te encontraras en buenas condiciones. Así que lamento que haya tenido que llegar al punto de violar tu privacidad.- habló el profesor extendiendo la mano en señal de ofrecimiento a que la alumna se sentara -Al respecto sólo puedo asegurarte que no usé mi magia anaranjada para entrar en tu mente ni en la del joven Korhonen, aunque eso no sea realmente una excusa para mis actos.
El profesor estaba consciente que vigilar tan de cerca a la gente podría levantar pensamientos de desconfianza en ella, y eso no le gustaba. Siempre intentaba mantener a sus alumnos alertas, sí, pero no alejados de él. La idea de que Rhiannon comenzara a pensar de esa forma (lo cual, de hecho, era inevitable) era algo triste para el viejo sprite. Sin embargo, sus acciones no podían pasar así como así.
-Ahora... no te pediré que me expliques por qué le contaste el punto crucial sobre la misión que te fue encargada a ti y a tus compañeros personalmente por el Director Furukawa, puesto que entiendo tus emociones y el que necesitaras sentir un apoyo. Ni siquiera te preguntaré por qué elegiste contárselo a esa persona en específico, aún sabiendo los riesgos que conllevaría. Sólo te pediré que aceptes las consecuencias de tus acciones, puesto que, por mínimas que puedan parecer, podrían poner en gran peligro una misión de suma importancia.-
El profesor dejó salir un suspiro, y con suma lentitud y calma encendió un poco las hierbas aromáticas de su pipa e inhaló un poco de su vicio. La bocanada de humo (color azul) tomó la forma de de un halcón en vuelo, y se perdió en los techos de sus aposentos.
-Espero te des cuenta que una vez que involucraste a dicho estudiante en esto, no hay marcha atrás, Rhiannon.- dijo secamente, con el rostro fijo sobre el de la chica.
La peliplata se mantuvo de pie a poca distancia de la puerta, con la mirada gacha y sus brazos cruzados, aunque lentamente bajó el izquierdo, dejando la mano derecha aferrada a él para hacer un poco de presión. Al elevar por fin su mirada violácea sintió una gran opresión en el pecho. Mira lo que has hecho, Rhia. Bajó al instante su vista, sintiendo que sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, pero luchando por contenerlas. No podía mostrarse más débil de lo que seguramente el profesor ya pensaba que era. Observó la silla que había aparecido sólo de reojo, por el sonido que había provocado al brotar, pero se mantuvo en su lugar. Escuchó el inicio de la conversación y se dijo a sí misma que, realmente, no podía culparlo. Asintió por las palabras de él, estando de acuerdo en su manera de actuar.
Al recibir la señal del mayor miró de nuevo la silla, pero permaneció parada por un rato más. No tenía muchas ganas de sentarse, se sentiría más vulnerable. Al escuchar el apellido de Hazel entrecerró los ojos con coraje, no debería haberlo involucrado, había pensado incluso en las consecuencias. Con el dorso de la mano derecha se llevó las lágrimas que habían salido apenas de sus ojos sin poder viajar a sus mejillas y volvió a la tarea de torturarse el brazo. -Profesor Fado.- Habló finalmente, elevando la vista, pero pegando los labios al ver de nuevo la expresión del mayor. Pasó saliva y la sintió pesada. -Entiendo su posición en todo esto, como el jefe de mi Fraternidad y un docente del Instituto.- Comenzó, intentando no desviar la mirada por más que sentía la necesidad de hacerlo.
-Pero quiero aclarar, no para el Isntituto, no para el Director, para usted; que Hazel Korhonen no es sólo un alumno de quinto curso de Srad para mí. Él es mi única familia aquí, y la de Noah Fenian.- Bajó finalmente la mirada, sin poder resistirlo, llevándose las dos manos a la espalda para meter los pulgarse en los bolsillos traseros del pantalón. -Ésto no se trata de una misión encomendada por el Director, ni por la escuela.- Pasó saliva de nuevo, mordiendo el interior de su mejilla inquietamente. -Se trata de alguien a quien amo mucho. No le conté a Hazel para involucrarlo en una misión escolar, si no para involucrarlo en mi vida y la de Noah.- Cerró los ojos volviendo a usar el dorso de la mano, esta vez jalando un poco la manga para que la tela limpiara las amenazas de lágrimas. -Pero aceptaré las consecuencias de eso, de quien vengan. Porque no me arrepiento de haberlo hecho. Y porque ya he huido muchas veces de las cosas que me asustan.- Soltó un leve bufido que era básicamente para no sollozar. Volvió a limpiar sus ojos sintiéndose impotente, pero sin deseos de tomar asiento o relajarse.
Al escuchar las palabras de su protegida, el profesor suspira pesadamente. Aunque no la estuviera viendo, él sabía que estaba llorando. El viejo maestro se había encariñado mucho con la joven tutora de Sal, y ver su alma tan perdida y desorientada, tan ahogada en tantos sentimientos de impotencia y frustración como para reducirla a las lágrimas, le partía el corazón al viejo. Pocos estudiantes lograban llegar a ese punto suave en su antigua alma.
- Sé que te sientes de esa manera, mi niña, y es por eso que no te he pedido explicaciones. Y por la misma razón, temo el tomar la decisión de dejarte continuar con este encargo...- el sprite hizo una pausa, pensativo. -El peligro más grande en esta situación es precisamente ese...tomar esta cruzada como algo personal. Sé que no te puedo pedir que no lo hagas, puesto que tu espíritu y tu corazón son más grandes que tu raciocinio, al menos siempre que se trate del joven Fenian y el chico Korhonen. Sin embargo, el dejarte llevar por tu enorme corazón es una cualidad que muy de vez en cuando puede obstaculizar algo tan delicado como este caso.
El profesor da un cuarto de vuelta y empieza a caminar unos cuantos pasos hacia un lado, llevándose una mano al mentón. - Estoy dispuesto a darles a ti y a tu compañero una oportunidad... pero es algo que no está totalmente en mis manos...- dice el profesor sin levantar su rostro. En el fondo de su mente, un mensaje telepático estaba siendo formado e impulsado para viajar por los pasillos del Instituto, directo a la casa de Srad.
-Kodran...- dice con su burlón tono de voz, hablando directamente en la cabeza del líder de la casa de combate. -Lamento molestarte a estas horas de la noche, viejo amigo, aunque supongo que no debería, puesto que eres una criatura nocturna, fufufu~. Me temo que tenemos un predicamento, y muy a mi pesar, uno de tus alumnos se encuentra involucrado, tal vez en contra de su voluntad. Crees que sería mucha molestia si te invocara inmediatamente a mis aposentos? Es imperativo que tomemos una decisión sobre el curso de acción que tomaremos. No quiero decidir el futuro de uno de tus protegidos sin consultarlo contigo primero.
El mensaje telepático terminó, sin embargo, no había cerrado el vínculo que había creado entre su mente y la de Kodran, para esperar la respuesta del maestro y, si aceptaba el ir a su oficina, informarle de todo lo pertinente en el camino. Mientras tanto, el profesor vira su rostro hacia Rhia, y levanta una mano para que la vaina llena de duraznos descendiera de nuevo, dejando unos cuantos en la recién formada mesa que había aparecido junto a la silla. - Tal vez quieras sentarte, mi querida niña, tendremos que esperar a que se haga presente un interlocutor más~
El vampiro estaba aprovechando la noche para practicar un poco, su reproductor de música con una bocinas acopladas trataba vehementemente de llenar con su sonido el salón de combate que a esas alturas de la noche estaba siempre vacío, estaba tratando de combinar sus movimientos con la daga y su katana con algunos hechizos de rápida ejecución y otros más que sin la experiencia necesaria tomarían más tiempo para invocarse de que llevaría hacer un revés completo con la espada, cuando por fin estaba logrando terminar el combo completo que se había diseñado para aquella sesión el llamado telepático del guardián de Sal casi le hace perder el ritmo, sin embargo, logró terminarlo antes que Fado termine con el mensaje. Cuando el silencio del interlocutor se hizo presente Kodran le respondió
- ¡Maldición Lugos!, deberías aprender a tocar la puerta antes de entrar... supongo que eso le quitaría parte del "encanto" a tus llamados. No me digas que Khöler salió de cacería de nuevo y casi se come a uno de tus nahuales, voy para allá...
El profesor de combate tomó la saya y enfudo su espada y guardó la daga en funda que siempre traia en la espada, luego secó un poco el sudor de su cara con una toalla y mientras saliía del lugar apunto al reproductor con la katana y le "dijo" "No te vayas a ir" mientras este gritaba con furia la canción «And then, there was Silence» de Blind Guardian. Vestía un pantalón deportivo con una camiseta de "Kamelot", si mientras andaba hacia la oficina de su colega le fue explicada la situación. al momento de llegar, como sabía que era esperado irrumpió al lugar sin tocar la puerta
- Señorita Sutherland... me disculpo por las ropas y por el arma en mano pero no tuve tiempo de ir a mi habitación y ahora que la veo aquí supongo que mi protegido es Korhonen -volvió su mirada al sprite y continuó - Logus, escucho tu propuesta.
El vampiro se apoyó en la espada y esperó paciente la respuesta de Fado mientras miraba de reojo a Rhia.
Rhiannon A. Sutherland Monitor Escolar
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Tema: Re: Responsabilidades (Cont'd - Privado) Miér Ago 08, 2012 5:25 am
Cuando él comenzó a hablar la peliplata simplemente se dedicó a mirar el piso, apretando los dedos de nuevo contra su brazo y moviendo los labios inquietamente. No pudo evitar cerrar los ojos y dejar una lágrima resbalar por su mejilla derecha cuando escuchó el temor del mayor. Aquí termina todo, tú también serás excluida de esto... Se dijo a sí misma sin abrir los ojos, intentando poner atención a lo siguiente mientras se limpiaba los ojos y mejillas. Sin embargo, al escuchar la palabra oportunidad, todos los sentidos de la peliplata se enfocaron en el mayor, y se limpió más fuertemente el rostro. ¿Hablaba en serio? Lo miró totalmente esperanzada con los labios entreabiertos y el corazón galopando a todo lo que daba.
Esperó pacientemente lo que el adulto pudiese decir a continuación, pero para su sorpresa la pausa fue bastante prolongada. No fue difícil, ni en la situación en la que estaba, dedcir qué hacía mientras callaba, por lo que a la siguiente invitación no pudo más que asentir y dirigirse hacia el asiento indicado. Miró al suelo soltando un suspiro y notando que las lágrimas, a pesar de que ahora tenía renovadas esperanzas, seguían empeñadas en limpiar su rostro. Se pasó la manga de nuevo por las mejillas y miró de reojo al mayor. ¿Esperaban al director? Aquello le aterraba, porque el director Furukawa había confiado en ellos tal secreto, sin embargo en ese momento, para ella estaba claro que hacía lo correcto.
Tras una espera que a la niña de pálida piel le pareció eterna, la puerta se abrió. Para su gran sorpresa no era el hombre que había imaginado ver. Casi se puso de pie de la impresión, pero decidió guardar la calma. El profesor Fado había dicho que tenía posibilidades, así que tendría que dejar de lado todo el rencor que sentía hacia ese vampiro de tan poco apropiados métodos educativos, por el bien de todos. -Buenas noches...- Dijo simplemente, entrecerrando los ojos para desviar la vista. El sprite pudo haberle anticipado tal aparición. Juntó las rodillas y colocó las manos sobre las mismas. Pero a pesar de todo, Kodran apreciaba a Hazel, ¿no? Siento haberte involucrado en esto, Wallaby... Pensó la peliplata sin desear elevar la vista hacia los hombres en la habitación.