Estruendos y ¿bienvenidas? ➸ Privado

El automóvil se detuvo justo en la entrada del edificio, permitiéndole a la castaña observar una imponente estatua y la construcción en sí que daba la bienvenida a los alumnos cada año. El chofer bajó la maleta negra de rueditas que luego la chica sujetó. Ahí empezaba una nueva etapa en esa vida rara que hubo empezado con su caída. Sus ojos grises viajaron de un lado a otro para intentar orientarse. Amalia le había dicho que podía busar el dormitorio sin problemas, que el Director ya sabía que llegaría con dos semans de retraso, por lo que podía comenzar las clases al día siguiente.

Veía algunos alumnos por aquí y por allá, andando despreocupadamente, pero ella se sentía de alguna forma fduera de lugar. Se acomodó el holgado suéter marrón que se le había deslizado por el hombro, sobre la blusa blanca de botones que usaba, y metió la mano al bolsillo trasero de su ajustado pantalón negro para sacar el cróquis. Tenía éste trozo de papel simple, un hechizo que le indicaba dónde estaba a cada paso que daba. Pero la atmosfera en sí era lo que la confundía. -Creag, creag...- Repitió señalando con el dedo la fraternidad en el papel. No tenía que ser muy difícil llegar ahí.

Volvió la vista al croquis antes de escuchar que alguien se acercaba. No le miró hasta que él le hubo hablado, y elevó el rostro con curiosidad, escuchando tales palabras, aparentemente amables. -Buenos días.- Respondió mientras se mantenía seria, sin comprender aún que el Director hubiese ido ahí para darle la bienvenida, pues imaginaba que era un hombre muy ocupado y difícil de localizar. Pero mantuvo la boca cerrada, escuchando atenta. Sin embargo entrecerró los ojos al escucar lo que siguió.

-¿Área de inspección?- Preguntó confundida, observando su maleta antes de mostrar sus ojos grises en todo su esplendor. -¿Ropa interior?- De verdad que no entendía aquello. Volvió a mirarle, algo más inquieta, aunque no realmente alterada. -Pero mi ropa interior ya está en mi habitación, con mis otras pertenencias.- Comentó inocentemente, observando de pronto la cola que se encontraba a espaldas del hombre. ¿Así que el director así? Ella había escuchado otras cosas de él. Ahora estaba muy confundida. -¿Tenemos que ir a mi habitación para verificar mis maletas?-

-Salud.- Atinó a decir la joven alumna antes de inclinar el rostro a la derecha y entrecerrar los ojos totalmente confundida ante la transformación. ¿Por qué el Director tormaba la forma de un niño cuando estornudaba? Recordó uno de los varios libros que le había hecho leer su madre adoptiva, Alicia en el País de las Maravillas. Pensó que algo de eso habría en la situación, pero dudó cuando escuchó la voz salir de aquella boca. Pensó que si el Director se transformaba en un niño conservaría la voz de adulto o algo, pero aparentemente se equivocaba rotundamente. -¿Logan Miller? ¿Una broma?- Abrió los ojos alzando las cejas. -¿Entonces no es el Director?- Soltó inocentemente, antes de acomodarse el suéter que llevaba que se había deslizado de nuevo por el hombro, mostrando la camisa blanca que llevaba abotonada hasta el cuello.

-Yo soy Ruth Amaya. O al menos ese es mi nombre desde que llegué al mundo humano.- Comentó como si fuera cualquier cosa. En realidad para ella lo era, pues no tenía contacto con nuevos humanos desde hace mucho, tenía varios años enfrascada en estudios para poder adaptarse al Instituto de Magia. -¿Eres de Creag?- Preguntó tranquilamente como si él no le hubiese intentando hacer una broma. Pero realmente su madre adoptiva jamás le indicó que habría chicos que intentasen ver sus pantaletas.(?)