The Little Monstress ~ (Privado)

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Aquella tarde había perdido tanto que no sabía siquiera como voltear a ver a la Nuker. Unas fueron por habilidad, pero otras probablemente fué porque le gustaba ver la sonrisa ganadora de Schwanhild cada que lo lograba. Aquella tarde había sentido algo nuevo, que ni siquiera con su hermana había sucedido y era disfrutar una tarde jugando. Sus pocos amigos no convivian mucho con él sin contar el campo de mugby y los demás lo veian como insoportable o hasta temible. Tal vez era por eso que sentía gusto de ahora tener una nueva amiga y sobretodo esa persona que al parecer, le gustaba mucho.

El camioncito los llevaba directo a Little Monsters por petición del demonio. No había nadie en aquella tarde por suerte y era factible que los llevaran hasta allá. Taylor estaba algo nervioso por presentarle a la pequeña, pero por lo menos la tarde había sido todo un exito.
- Y bueno, campeona mundial de los videojuegos.. ¿Te estas divirtiendo? - pregunto el portier volteando a verla con una sonrisa pacifica - No creas que esto fue lo último que viste de mi... me vengaré~

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La joven alemana se encontraba pensativa, observando la ventana al tener ella el asiento que daba a ésta. Siempre le exigía a Gustav sentarse ahí, pero yendo al lado de Taylor era dinstinto, la sensación de estar atrapada había aparecido muy rápido, aunque quiso esfumarla y le dirigió un par de miradas curiosas discimuladas. Ahora él le dirigía la palabra, obligando a la castaña a girarse para mirarlo. Cuando él no estaba siendo arrogante o "un puerco" realmente se miraba diferente. Sonrió de lado, apretando con sus manos las rodillas.

En ese momento realmente se arrepentía de no llevar un bolso consigo. -No ha estado tan mal.- Comento mientras acomodaba un poco el cabello, a pesar de que lo llevaba sujeto siempre tenía la sensación de que debía acomodarlo. -Y realmente espero esa venganza.- Lo miró ésta vez girando bien el rostro, para observarle mejor. -La próxima vez tienes que hacerlo con más esfuerzo.- Retó elevando el mentón. No era tonta, aunque pudo creerse victoriosa la mayor parte de los retos, notó un par de ellos que no eran tan reales. Tal vez él pensara que le hacía un favor, dedujo, pero le molestaba eso. A ella le gustaba que sus victorias fueran reales.

-Como sea, si tú quieres...- Miró de nuevo a la ventana. -Igual y podemos llevar a pasear a tu hermanita un día. Digo, si es que no me odia hoy.- En todo momento se mantuvo observando el paisaje. No estaba segura de si iba a llevarse bien con la niña, pero realmente...sería bonito hacer eso.

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- Estas bien? - preguntó el demonio acercandose un poco - Te dan mareos en los camiones o algo así? Normalmente estas mas agresiva..

Taylor no podia entender porque había decidido de repente ponerse tan.. distraida, en todo caso tenerla cerca lo ponia de buen humor. Pokeo su hombro contrario y sonrió mientras la molestaba, no pensaba que llegaría poder hacer eso sin sentir un golpe en su estomago.
- Crees que una niña de 7 años te puede odiar? - responde el demonio con una pequeña sonrisa - No lo creo, no es como si llevara muchas chicas a conocer a mi hermana. Es mas madura que yo... la mayor parte del tiempo.

Y si, por alguna razon Maggie parecia comportarse a veces mas adulta que el mismo Taylor. Recordaba la primer tarde que la dejó para mudarse al Instituto y como él tuvo que dormir abrazado de un oso para no extrañarla. El solo hecho de pensarlo hace que un poco de rubor cubra su rostro.
- Le caeras bien, Nuker, despreocupate. Lo más que pueda pasar es que diga que eres bonita...

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Desde muchos años atrás Naami dejó de ser una dulce florecilla para convertirse en una joven agresiva y distante, como bien mencionaba él, pero como a todas las chicas del mundo, escuchar que era agresiva la hizo sentirse un poco incómoda, consigo mismo principalmente. Sin embargo, mientras divagaba en lo desagradable de aquellas palabras, un toquecito en su brazo desnudo la hizo girar el rostro para fijarlo en él. Por alguna extraña razón ya no quería golpearlo. De alguna forma él se había metido en su pequeña burbuja, esa donde sólo los titulares actuales de su equipo tenían acceso, ninguna chica de su curso, ningún profesor, nadie, sólo esos tres muchachos podían estar ahí, y ahora Taylor…había entrado.

Parpadeó disipando esa curiosidad que llenaba su cabecita antes de sonreír de lado por la idea de conocer a esa niña de siete años. Su hermana tendría nueve. Por un segundo estuvo a punto de comentarlo, pero se mordió la lengua al recordar que eso ni Sebastyan lo sabía, y decir eso ya era mucho. Mantuvo, por tanto, la mirada baja un momento, sintiendo el sabor de su propio veneno tras la mordida, aunque éste desapareció muy rápido. Volvió a mirarlo para soltar una risa al escuchar que ella era más madura que el gladiador. No tenía que jurárselo para que le creyese. Se acomodó un poco el fleco, insconcientemente, y le miró con curiosidad. Ahora que estaban uno al lado del otro podía notar pequeños detalles del rostro del más alto, detalles en que jamás habría reparado. Se preguntó si ya se habría borrado por completo el labial que puso al salir del baño antes de subirse al autobús.

-Ay, Taylor.- Soltó ante lo último, volviendo la vista a la ventana para cruzarse de brazos y recargar la cabeza en el vidrio. -Aunque no lo diga, lo pensará. Es obvio que soy bonita.- Comentó como si nada, aunque un sonrojo tenue se había apoderado de sus mejillas. Esa era su actitud social, hacer creer a otros que se tenía en gran estima aunque en realidad fuese siempre de lo más insegura. Volvió a mirarlo de reojo, acomodándose el cabello por enésima vez en el día. Quizá porque al no llevar bolso era la única manera de quitar los nervios. -Es broma, Gladiador. Aunque con el gusto que te cargas tú.- Rodó los ojos. -Nadie jamás nota cómo le miras la blusa a la profesora Sloan, eh.- Soltó venenosamente, sonriendo de lado. No es como si eso le importara…¡claro que no le interesaba! Só-sólo había salido al tema de pronto. Sí, eso.

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Taylor sintió algo de pena y luego sonrió, eso significaba que si volteaba a verlo? Desvió la mirada un poco y rascó un poco su mejilla pensando que no se arrepentia de nada. ¡Cómo no voltear a ver esos melones!
- Es que es LA Profesora Marxvelt - dice haciendo suficiente énfasis para aclarar su punto - Pero bueno, que sea menos discreto no me hace el unico hombre en la escuela que piensa eso.

De cierta forma le daba un poco de ternura cada que agarraba su pelo, comenzaba a notar algunos patrones que Rhia y Fado le habían enseñado a ver. A veces con Adhele lo había notado, sobretodo cuando se enamoraba de algun chico nuevo. Sin contar algunos patrones obvios como el encargo de doce litros de helado y cosillas así. El estar con tantas mujeres en la fraternidad le habia dado cierta habilidad muy burda de darse cuenta de algunas cosas. No lo suficiente para ser el hombre más hábil con las mujeres.. pero lo suficiente para no irse tan ciegamente con cualquier palabra.
- Todo va a estar bien, vas a ver - dice poniendole una mano en la cabeza, era algo gracioso ver la diferencia de tamaños aun sentada - Por cierto, te quedas cerca, no te vayan a confundir con una niña perdida, jajajaja

El camión se acercaba al rancho. Aquel edificio que lo había cuidado por algun tiempo y ahora era el hogar de su hermana. Podía casi reconocer los árboles y en algunos habia notado cosas que le traian nostalgia, como ese columpio que construyó con sus amigos o donde recibió su primer paliza por parte de Joe Vazquez. Soltó un suspiro involuntario antes de levantarse. Las ruedas comenzaban a detenerse y las puertas del autobus se abrían. El demonio voltea y estira su brazo para darle la mano a su compañera.

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Intentó ocultar la molestia de saber que él en serio miraba a la profesora por razones tales, aunque no lo dijera, tenía pintado en el rostro detalladamente lo que lo hacía girar el rostro hacia donde ella anduviese contoneándose. Por primera vez en mucho tiempo sintió recelo por una profesora. Sin embargo salió de esos pensamientos cuando el más alto le hizo sonreír con palabras de apoyo moral. Sí, todo iba a salir bien, pensó. Aunque claro, lo siguiente barrió con toda su alegría, para ser suplantada ésta por irritación, aunque en un grado menor. Infló la mejilla derecha y soltó un "jum" antes de voltear hacia la ventana, fingiéndose ofendida. -Pequeña de estatura, pero más venenosa que los gigantes de las montañas.- Aseguró intentando que se le bajara un poco el enfado, que en sí no era nada preocupante.

Y, en realidad, se esfumó cuando sus ojos vislumbraron el rancho. Recordó el castigo del profesor Söderkvist y volvió la vista a Taylor ahora más calmada, o al menos no enfadada, quizá algo nerviosa. Al notar que él se puso de pie comenzó a moverse sobre el asiento para poder hacer lo mismo ella, mirando la mano ajena expuesta frente a sus ojos. Observó los dedos del portier de sal por unos instantes mientras se preguntaba si era buena idea. Tal vez era un capricho tonto querer conocer a su hermana, de pronto tuvo miedo de comenzar a intimar demasiado en relaciones con otros alumnos que no fuesen su "familia" en Srad. Pero finalmente, pasados apenas unos segundos, tomó la mano para ponerse de pie, sacudiéndose los pantalones simplemente para quitar las arrugas que pudieron haber aparecido por estar sentada.

Se mordió el labio inferior y lo miró un instante antes de comenzar a bajar del autobús, lentamente, como si saborease cada escalón del vehículo. Cuando estuvo abajo dirigió su mirada verde hacia las construcciones del rancho, deteniéndose en los juegos infantiles que hubo visto sólo de reojo antes. Sin duda era un lugar bonito, seguramente los niños debían pasarlo bien allí. Recordó su infancia, siendo intimidada por sus primos hombres o por las exigencias de su abuelo. Si hubiera sido hombre ni siquiera juguetes hubiese tenido, pero al ser niña fue entrenada ya siendo más grande, por lo que de pequeña pudo tener muñecas y jugar con mana hasta la edad de ser entrenada. -¿Tú creciste aquí?- Preguntó con curiosidad, mirándolo de reojo.

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- Seh.. ahi era donde me peleaba con los niños que molestaban a Maggie - dice señalando un pequeño lugar entre los juegos - Alla es donde me subí a un árbol y me raspé... alla un niño se comió un gusano una vez.. y lo vomitó por el codo.

Sin darse cuenta Taylor se sentía como ir a su vieja casa. Era gracioso que la distancia no era mas de treinta minutos en el pequeño autobus, pero era otro mundo. No sabían la diferencia entre el mundo maravilloso de Little Monsters y lo pesado de la escuela. Aun cuando en el rancho se impartieran los primeros años de estudios, no era ni la mitad de estricto... Furukawa parecía cederle a los niños un poco más de libertad, no por algo siempre es querido por todos los que cursamos desde chicos..
- Alla fué donde recibí a Maggie cuando la conocí.. - dice con una breve pausa y sonriendo con ligereza. Habían ya pasado tantas cosas juntos, el sentimiento de abrazarla comenzaba a crecer. - Ven! Vayamos de una vez, de seguro ya esta con los cachetes inflados.

El demonio piensa por un momento viendo a Schwan y sonríe.
- Como tu, cuando te enojas, jajajaja!

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Escuchar al otro hablar sobre sus días de infancia en Little Monsters la hizo sonreír un poco y preguntarse si ella hubiese tenido una infancia más feliz ahí, aunque dudó sobre ello. Ella al menos había conocido a sus padres y no estaba segura de que él y su hermana lo hubiesen hecho. Metió las manos en los bolsillos traseros del pantalón antes de escuchar que él decía algo que le llegó de una forma extraña. ¿El día que conoció a su hermana? Pero...si eran huérfanos no debían haber llegado juntos. ¿De qué se estaba perdiendo en todo eso? Mientras caminaba a su lado se mantuvo observándolo con curiosidad, llegando, sin querer, a percibir rasgos en él peculiares y otros que le hacían ver...¿atractivo?

Salió de sus pensamientos cuando el más alto comentó sobre el enojo de aquella niña que recién conocería, y rió. Aunque la risa se cortó sólo para que inconscientemente inflara la mejilla derecha, soltando un bufido luego para acercarse más a él, sacando la mano izquierda de su bolsillo con la finalidad de golpearle el brazo con algo de fuerza. -Eres un tonto, Kluivert.- Sentenció para tras unos segundos mirarse frente a la puerta. Soltó un pequeño suspiro y giró para mirarlo a él, sonriendo de lado y bajando tímidamente la mirada para, sin más, entrar en el edificio. Todo saldría bien, estaba segura, pero aun tenía nervios.

Mientras caminaban ya dentro, tras haberse presentado en recepción, ella se movía más despacio para que él le indicara hacia dónde dirigirse, se llevó la mano al bolsillo delantero izquierdo, dándole un golpecito para llamar la atención de él. -¿Se lo daremos cuando lleguemos o lo saco ahora?- Preguntó señalando en el golpecito su bolso mágico donde llevaban los premios que él había ganado en la máquina de juguetes.

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